Es en una
callecita larga y estrecha paralela al “Camí Reial” donde se halla la ermita de
la que escribió el cronista saguntino Chabret: “los vecinos de la calle que hoy lleva el
nombre de San Roque, le erigieron al santo abogado contra la peste una capilla
en acción de gracias por haberles librado del azote que tantas víctimas causó
en Murviedro. Hasta 1797 sólo se veneraba en esta capilla a San Roque, pero
algunos devotos introdujeron el culto a la Virgen de los Desamparados y
ensancharon la Ermita en la forma que hoy está, habiendo comprado al efecto la
casa contigua. Hay en esta Ermita una cofradía que posee una Bula del Papa
Clemente XIII, expedida en 13 de febrero de 1759, por la cual concede a sus
cofrades gracias espirituales”.
Así el caminante
descubre ante él la fachada rectangular donde destaca la gran puerta. Entre
ella y la ventana se halla el retablo de azulejos de san Roque y sobre ambos
una sencilla cornisa rematada por la espadaña, coronada por un frontón con cruz
de hierro adornada de arabescos. Los vanos sostienen tres campanas, entre ellas
la “María”, fundida en 1960.
El interior, al que se
puede acceder visualmente a través de una rejilla situada en la puerta lateral,
es de planta rectangular y bóveda de medio punto con arcos fajones, siendo
presidido por el retablo de estilo clásico con columnas corintias y frontón
triangular, custodiándose en el nicho principal la imagen de la Virgen de los
Desamparados y a los pies de ésta, en una pequeña hornacina, la talla de san
Roque.
Lectura: Salmo 91
Oración: Padre. Al alzar la mirada contemplo al santo
estigmatizado por la peste. Medito el salmo 91, “tú que vives al abrigo del
Altísimo, y habitas a la sombra del poderoso”, “Él te librará de la red del
cazador, de la peste mortal, te cubrirá con sus plumas”. Y rezo, con el corazón
cerca de tantas personas, amigos y familiares, heridos el cáncer. Y rezo:
líbralos de “los terrores de la noche”, “la plaga que arrasa”, “la saeta que
vuela de día”.
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