domingo, 21 de septiembre de 2014

Tavernes Blanques. Virgen de los Desamparados.


Siguiendo el Camino del Cid por carretera, el ramal de la Conquista de la Valencia conduce al viajero al barranco del Carraixent, pero antes de cruzar el puente le sorprenderá un lugar vinculado de forma dramática a la ciudad del Turia.

Allí junto al camino de Barcelona se encontraban los cementerios destinados a los desamparados y los ajusticiados, lugar donde sus cadáveres tras ser ahorcados en la plaza del Mercado de la capital, fueron expuestos hasta bien entrado el s.XIX, recibiendo sepultura en el cementerio ubicado frente a la ermita. Encargándose de todo ello la Cofradía de Nuestra Señora de los Santos Inocentes Mártires. Benemérita institución a quien se debe la construcción del primitivo santuario, el cual fue demolido y reemplazado en 1940 por el actual.

El edificio cuenta en la entrada con un pequeño jardín cerrado por una verja. Sobre la puerta adintelada se halla un retablo cerámico con la imagen de la titular y la leyenda: ““Mare dels Desamparats / Jamai ens desampareu / Ni en la vida ni en la mort / Ni en lo Tribunal de Deu'”. levantándose sobre ella la espadaña de dos cuerpos y tres huecos con sus campanas Tiplet (1995), Caterina (1716) y  Desamparados (1942). El interior es de una sola nave con bóveda de cañón y arcos fajones que arrancan de las pilastras adosadas. Las paredes laterales se hallan decoradas con arcos de medio punto sostenidos por columnas y pilastras estriadas. El retablo del altar es barroco guardando en la hornacina acristalada la imagen de la Virgen de los Desamparados, patrona de la población.

Lectura:   1 Samuel 31,11.13

Oración:  Padre. En este lugar  evocador de tantos hombres y mujeres que mueren sin la cálida mirada de un ser querido, rezo por ellos. Por quienes en este lugar recibieron sepultura y por los que cada día, como Saúl, en los márgenes, a extramuros de las ciudades, abandonados por todos, en la soledad abandonan fríamente este mundo. Antes de partir experimenten en su interior la mirada maternal de María, Madre de los Desamparados.

 

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