Descendiendo hacia el Mediterráneo, situados en el
término de Puzol se encuentra este edificio del que escribió el cronista
oficial de la localidad, Francisco Roca Alcayde:
“En la proximidad de este pueblo y a poca
distancia del que fue convento de la Vall de Jesús, de los padres franciscanos,
levantaron éstos una pintoresca Ermita a relativa altura, en una ladera
oriental del monte Picayo, allá por el siglo XVI o quizá por el XV […], en esa
Ermita habitó el puzolense venerable Pedro Muñoz, cuando en 1569 vino de la
ermita de san Julián (al lado de la Cueva Santa). […] Debemos consignar que
esta Ermita está santificada por el citado beato Nicolás Factor, quien, siendo
guardián del convento propietario, subía a orar y meditar en tan reducido
templo a la vista de la esplendorosa grandeza y magnificencia de la naturaleza
que Dios puso a los pies del Monte Picayo” (Levante,26 de agosto de 1961, citado en Luis B.Lluch
Garin, Ermitas y Paisajes de Valencia I).
Tras una larga noche de
abandono, en 1959 los propietarios de la
urbanización, D. Jesús Gómez y Dña. Alicia Cerezo, tuvieron la feliz idea de
reparar y ampliar la ermita.
La fachada barroca
cuenta los retablos dedicados a San
Vicente Ferrer, la Virgen María y una inscripción donde se resume su historia,
espadaña, campana y cruz. El interior rectangular está formado por el altar presidido por
la Virgen al pie de la cruz, el beato Nicolás Factor y S. Francisco de
Asís, y las capillas dedicadas a Santa Alicia, la V. de los Desamparados, el
Santo Cáliz, los santos Abdón y Senen y el Nacimiento.
Lectura: 1 Reyes 19, 11-13a
Oración: Padre. Siguiendo al beato Nicolás Factor, te
busco y escucho tu llamada “sal y permanece en pie”, Tú quieres estar conmigo,
pasar a través de las grietas de mi corazón. ¿Dónde estás? En el “susurro de
una brisa suave”, la que lleva las gotas del mediterráneo y acaricia mi rostro,
el murmullo de las hojas, el silencio en mi interior. Y también en tantas
personas que son dulzura, consejo, amistad.
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