domingo, 21 de septiembre de 2014

Foios. Santísima Sangre.


“La tierra está limpia, sin una hierbecita. Las acequias distribuidoras de agua tienen los rebordes alisados con primor. Y en esta tierra pulcra y limpia, el naranjo se levanta y esponja orgulloso, aristocrático” (Azorín. Valencia).

Acompañado por el escritor de Monovar, sale al encuentro del caminante la Real Acequia de Moncada, madre que riega la partida de la Lloma de Foios, el calvario y la ermita dedicada a la Santísima Sangre, lugar consagrado a Dios desde el s.XVIII, edificio levantado en 1942 por la Hermandad del Santísimo Cristo de la Sangre, propietarios de las tierras que se encuentran alrededor. Posteriormente, en 1990 fue restaurada por los clavarios.

La fachada es elegante, de estilo neoclásico, con adornos piramidales, retablo de cerámica y espadaña de una sola ventana,  donde los días de fiesta juguetea la campana de 72 kg., fundida en 1990 por Salvador Manclus a expensas del los clavarios del Cristo y sobre ella se levanta la veleta, anclada a una esfera inferior. El interior rectangular tiene bóveda de cañón y peraltada, destacando las dos pilastras con capiteles corintios. En el retablo se venera la imagen del titular, obra de Carmelo Vicent, con quien ocurrió esta anécdota contada por el párroco a Luis B. Lluch Garin:

“Cuando don Carmelo cobro, en aquel tiempo cuatro mil pesetas, pidió   una docena de melones porque le hacían mucha ilusión, ya que los melones de Foyos tienen mucha fama. Los labradores buscaron los mejores, pero alguien, en el recado, cambió algunos y el bueno de Vicent se quejó de la calidad de los melones”  (Ermitas y paisajes de Valencia I, pg.396).

Lectura:   Isaías 44,1-5

Oración:  Padre. Escucho en el silencio de la huerta: “crecerá como hierba junto al agua, como chopos a la vera de los ríos”. Contemplo el lugar, cual acequia correteando por los campos, miro las estaciones del calvario, la ermita, con su retablo y campana. Señor, haz de esta acequia resquebrajada, un manantial que sacie al sediento, riegue la tierra ardiente con tu Palabra.

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