En la tarde
invernal el peregrino se sumerge entre las sombras y la penumbra de la villa de
Bocairent, abandonándose al capricho de su trazado morisco. Subidas, bajadas,
escaleras, revueltas, plazonetas y callejones desde donde el centro histórico
le abre al valle. Tiempo para buscar y dejarse encontrar bajo las blancas
luces.
Alineadas
entre las casas, cerca de aquella que fue ocupada por el poeta andalusí Abu
Mark Ibn Ruhaim (1.070-1.121), le abraza la ermita dedicada a la “Mare de Deu
dels Desémparats”. Construida durante el siglo XIX, fue reformada en 2007 y
2018.
Gracias a
estas últimas intervenciones el caminante queda iluminado por los colores
marrón, amarillo y azul de la estilizada fachada formada por tres cuerpos. El
primero se encuentra dominado por la puerta recta de madera y plancha con mirilla y enmarcada
por un fajón blanco. Separado por la cornisa se alza el segundo, presidido por
el retablo cerámico de la titular sobre el que se ha pintado un gran rosetón,
ambos encuadrados por dos pilastras cerradas
con un arco gótico.
Y sobre este
se alza la maciza espadaña de ladrillo con borlas talladas de adorno, remate y
campana en el vano de medio punto.
El interior de
reducida planta rectangular cuenta con las paredes decoradas por las alegorías
de la Virgen María: la Palmera, el Espejo, el Pozo, la Estrella, la Torre, la
Rosa y el Ciprés y el retablo barroco con la imagen de la patrona de los
valencianos en el interior de la hornacina ,
según descripción del ermiteador Luis B. Lluch Garín (Las Provincias, 3
de diciembre de 1964).
Lectura: Eclesiástico 4, 1-10
Oración:
Padre. La
Biblia, abierta en mis manos, me ofrece indicaciones sobre como tratar al
pobre. Al mirar a María veo en estos versos el rostro de quien es Madre de los
Desamparados. “No prives al pobre del sustento…, no rechaces la súplica del
atribulado,…, no apartes los ojos del necesitado,…, se un padre para los
huérfanos”. Abre mi corazón a ellos.
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