viernes, 4 de octubre de 2019

Banyeres de Mariola. Sant Jordi.


El ramal Denia-Alcoi-Villena del Camino de Santiago del Sureste en la provincia de Alicante conduce al peregrino hasta la villa de Banyeres de Mariola y la calle y ermita dedicadas a san Jorge, en esta población patrono de la fiesta de Moros y Cristianos. Dos edificios representan dos estilos hispanos: la comparsa Marroquies de estilo nazarí, con el minarete, cúpula, arcada y fuente de los leones y la ermita neogótica.
La historia de este edificio arranca a finales del siglo XIX, cuando los propietarios la fábrica Molí Sol promovieron la construcción de una ermita dedicada a la Inmaculada y ubicada en la papelera, junto al río Vinalopó. Por otra parte desde 1816 hasta 1843 se hallaba en la calle san Jorge un cementerio, cuyos restos fueron exhumados y trasladados en 1972.
A principios de los años ochenta el párroco Ricardo Díaz de Rabajo alcanzó un acuerdo con los propietarios, cediendo la propiedad de la ermita a la parroquia de Banyeres. Durante el verano de 1985 el grupo Scout Edelweiss de la parroquia desmontó piedra a piedra la ermita.
Posteriormente fue trasladada a la ubicación actual, siendo el 5 de mayo de 1990  reconstruida y bendecida por el arzobispo de Valencia D. Miguel Roca Cabanellas.
La facha  enmarcada por dos pilastras terminadas en pináculos cuenta con frontón triangular sobre el que se alza la espadaña gótica, con la campana de 14 kg. y epígrafe “Vitol al patro Sant Jordi banyeres 3 setembre de 1985”. Sobre la puerta de arco de medio punto se abren tres óculos trilobulares. El tejado es de pizarra. Y el interior rectangular se halla presidido por la imagen de san Jorge “miles Christi” o soldado de Cristo derrotando al dragón
Lectura: Juan 10, 40-42
Oración: 
Padre, imagino la escena de tu Hijo caminando por el otro lado del Jordán, buscado y hallado allí por quienes creyeron en Él. Al mirar a través de la ventana te pido me envíes a san Jorge, para que él derrote a los dragones que amenazan mi fe. Que él me ayude cuando la batalla de la vida conduce a la desolación.

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