Al amanecer,
desde Bellús y abando-nando el Camino
del Cid, siguiendo los rayos del sol, el caminante atraviesa la presa y
dirigiéndose por la CV 612 entra en la localidad de Beniganim, comenzando una
jornada de silencio, oración y contemplación, acompañado por la más ilustre de
sus hijas, la beata Inés.
La primera
ermita que visita, construida en 1847, se encuentra “saliendo del pueblo por el
indicado lado del norte y portal llamado de Valencia” (Mádoz), es decir, desde
la plaza Valencia, situada a trescientos metros de las Agustinas Descalzas,
asciende por la calle del Convento, adentrándose en el recinto monástico donde
antaño imitaban a Francisco de Asís los frailes alcantarinos. En lo alto
rodeado de chalets y protegidos por la sombra de los pinares se encuentra la
ermita dedicada al santo Abad.
El edificio
está formado por dos cuerpos, la vivienda del ermitaño en la parte superior y
el templo en la anterior. Este cuenta con una bella y enjalbegada fachada,
blanca, con dos puertas de acceso a sendos edificios, separadas por una fuente
de piedra y el retablo cerámico conmemorativo de restau-ración concluida el 16 de enero de
2011 y sobre este la hornacina con la pequeña imagen policromada del santo
vistiendo túnica blanca, escapulario azul y capa marrón.
La fachada
luce sobre el alero de tejaroz una abierta espadaña con remate de frontón,
ventana de arco de medio punto rematada por cubierta a dos aguas y cruz con
veleta de hierro. En el interior del vano se halla una campana de 9 kgr.
fundida cerca de 1980.
En el interior
se venera la imagen de san Antonio Abad, presidiendo desde la hornacina,
manteniendo viva la memoria del lugar dedicado al padre de los anacoretas desde 1621.
Lectura: Juan 12,24
Oración: ¡Qué bien se está aquí! En la penumbra, los pasos
de los frailes en oración penetran en el claustro interior. Leo “si el grano de
trigo no cae en tierra y muere, quede infecundo; pero si muere, da mucho
fruto”. Morir, morir a mis pensamientos y a mi imaginación, para así dejar que
tú fecundes mi vida en la tierra de la oración y así, solo así, daré mucho
fruto.
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