En la que
fuera cabeza de partido judicial en tiempos del diccionario Madoz (1845) y en
las proximidades de la antigua carretera Barcelona-Algeciras (Nacional 340) se
encuentra el pequeño calvario con su ermita y altares del via crucis. Lugar de
paz y armonía donde antes de emprender el ascenso al puerto de Albaida el
caminante descansa contemplando el valle custodiado por las montañas del
Benicadell, Atzeneta, Covalta y Agullent, en su parte meridional.
Y allí rodeada
de cipreses que guardan entre sus troncos las capillitas donde se veneran en
paneles cerámicos los catorce momentos de la Pasión.
Es la ermita
pequeña de color blanco y crema, situada bajo la sombra de una chimenea
industrial de ladrillo.
“Tiene una
elegante fachada coronada por una cruz de piedra sobre una cornisa de curvas
barrocas” (Lluch Garin), con seis escalones por los que se sube a la puerta
adintelada, sobre la que se abre el óculo o ventana pequeña y redonda decorada
con una moldura. A estos elementos se
suma una farola de hierro anclada a la
pared.
Gracias a la
ventana rectangular abierta en la puerta y protegida por una celosía el
peregrino puede acercar su rostro al interior de ella, pintado con los mismos colores que la parte
exterior. El pequeño recinto es de techo plano con un retablo neoclásico en el
ábside, cuya ornacina acristalada de madera guarda la imagen de Cristo
crucificado, muerto y con rostro inclinado. A los pies dos pequeñas tallas de
virgen María y numerosos búcaros con flores artificiales. El piso es de losetas
ajedrezadas, venerándose en las paredes litografías con representaciones
religiosas.
Lectura: Romanos 1, 6
Oración: Padre. Aquí
me tienes, en esta colina entre la ciudad de Albaida y la línea que divide las
provincias de Valencia y Alicante. Después de contemplar la imagen, guardada en
mi memoria, abro la Biblia, leo, medito y contemplo la Palabra que en este
lugar me diriges: “pues no me avergüenzo del Evangelio, que es fuerza de Dios
para la salvación de todo el que cree”. Ante la imagen confieso creo en tu Hijo
y en el Evangelio, la respuesta que hoy necesita la sociedad.
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