miércoles, 31 de enero de 2018

Sempere. Iglesia de san Pedro.


El Camino del Cid conduce a la localidad de Sempere, pequeña, callada y silenciosa, con su calle principal y su plaza alzada sobre la colina, cual torre almohade.

En ella contempla la madre de las parroquias de Guadassequies y Benissuera, retoría desmembrada en 1541 de Beniganim.

“La actual iglesia parroquia comenzó a construirse en 1794, cuya primera piedra se puso el dos de febrero de aquel año, haciendo el plano el arquitecto José Ariño. Después de muchas visicitudes en las obras, debido principalmente a dificultades económicas, se trasladó el Sacramento desde la antigua a la nueva el 2 de octubre de 1814, continuándose desde entonces las obras de embellecimiento interior; el retablo del altar mayor se hizo en 1822” (José Sanchis Sivera, Nomenclator, pg 385).

El campanario consta de dos cuerpos, con reloj en el primero y sala de campanas en el segundo. Allí se encuentran la pequeña, “Sant Pere Apòstol” y la grande, “Mater Dolorosa”, fundidas en 1908 y 1951. Estas fueron restauradas y bendecidas por el obispo auxiliar de Valencia D. Enrique Benavent el día 17 de febrero de 2013.

La fachada consta de cornisa mixtilínea y portada renacentista. El interior es presidido por la imagen de San Pedro Apóstol, situada en el centro de un moderno cuadro de la basílica y plaza vaticana. A ambos lados se hallan las imágenes de San Agustín y San Juan de la Cruz.

La amplia nave consta de bóveda de cañón y singular casquete pintado con al técnica del “trapantojo” por la que engaña al ojo utilizando la perspectiva y profundidad, representando el interior de la cúpula de san Pedro.  En la parte de la epístola del crucero se venera la imagen del patrono, el Cristo de la Gracia, próxima a ella se encuentra la pila bautismal y el púlpito. Y en los altares S. Blas, la Inmaculada, santa Ángela de la Cruz,  y la Virgen de Fátima.

Lectura: Proverbios 19, 23

Oración:    Padre,  medito “quien teme al Señor se dirige a la vida”. Paseo por la iglesia repitiendo estas palabras, las que unen a todos los santos aquí presentes, temor predicado por san Vicente, cuyo rostro pintado contemplo. Te tema, es decir, te ame como a Dios mío y único Señor. 

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