miércoles, 31 de enero de 2018

Castelló de Rugat. San Antonio y Santa Bárbara.


En lo alto del “Tossal de sant Antoni”, a trescientos metros sobre el nivel del mar y a tres mil pasos de la villa, en tiempos de Madoz (1847) se halla la planicie bendecida por la construcción del edificio religioso y el parque urbano forestal “Paraje Municipal de la Ermita”.

Lugar para el paseo contemplativo, descansando la mirada en la extensa planicie de la Valle de Albaida, al abrigo de los pinos y cipreses.

La alameda conduce a la casa de la ermitaña. Allí vivía en el invierno de 1969 la badajocence Antonia Izquierdo Poves, con su marido, sus ocho hijas y el noveno, que le “salió hijo”. Fácil es imaginar a esta mujer inmigrante, esperando regresase del jornal su esposo, mientras cuidaba de la prole y la ermita.

El caminante prosigue ladeando el lugar y descendiendo por la calle Dolorosa de blancos casalicios. Vuelve el rostro, quedando prendido por la majestuosidad del edificio construido a finales del siglo XVII y restaurado por el ayuntamiento los años 1985-1989. Le acoge el arqueado porche, la torre campanario cuadrada desde la que se asoma la campana Jesús, María y José, de cuarenta y cinco kilogramos, fundida en 1956 y la ventana que se asoma entre las techumbres de tejas morunas.

A través de la mirilla ve el interior del edificio, con su bóveda de cañón, arcos fajones y altares, presidido por el retablo de líneas barrocas y la imagen de San Antonio. En los altares laterales se hallan, según Lluch Garín las tallas de la santa Bárbara y San Antonio de Padua. A los que acompañan pequeñas. Y sobre el porche, invisible a sus ojos, el coro con rústica balaustrada sosteniendo la barandilla.

Lectura: Malaquías 1

Oración:    Padre. Abro la Biblia al azar y me hablas: “Os amo, dice el Señor. Pero vosotros decís: ¿En qué se nota que nos amas?”. Sigo leyendo, descubro la denuncia del profeta dirigida a mí,  “¿está bien traer un animal cojo o enfermo para sacrificar?”, ¿cómo son mis ofrendas en tiempo, a los necesitados? Y después me quejo, Si mi vida de oración fuese más auténtica no te protestaría.

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