lunes, 16 de febrero de 2015

Picassent. Vallibana.


“Cuenta con una ermita dedicada a Nuestra Señora de Vallivana, fundada en 1738 por el canónigo de Valencia D. Antonio Taroges, que instituyó dos beneficios. […] Se hace historia de esta ermita y se describe minuciosamente en la Novena en honor de Nuestra Señora de Vallivana, escrita por el Dr. D. Francisco Soler Romaguera, Valencia, 1904”. Así anotó D. José Sanchis Civera  en relación con el corazón mariano de esta localidad de l’Horta Sud.

El origen de la ermita se encuentra durante el mes de marzo de 1738, cuando la población padeció unas calenturas contagiosas, acudiendo a la protección de la imagen venerada en su casa por el sacerdote Miguel Carbó, merced a la cual remitió la peste y sanaron los enfermos. En agradecimiento los vecinos levantaron la ermita, abriéndose al culto el 8 de julio de 1743.

La fachada es de estilo neoclásico, adornada con cuatro pilastras, rematada por una cornisa y una doble espadaña donde revolotean las campanas fundidas en 1940, Santa Bàrbera y Maria Vallivana. La cúpula de tejas azules y cobijas blancas es coronada por un remate de bola tallada y cruz de hierro forjado. El interior tiene de planta  de cruz latina, con bóveda de cañón y capillas donde se veneran las imágenes de s. Juan Bautista, el Cristo Crucificado y dos cuadros, obra de Juan Vicente (1952), alusivas a la patrona. Ésta preside el retablo neoclásico, acompañada por medallones con pinturas de san Valero, s. Vicente Mártir, s. Vicente Ferrer y s. Juan de Ribera.

 Lectura:   Juan 19, 25-27

Oración:  Padre. Aquella tarde la oscuridad cubrió el corazón del discípulo amado. El Maestro agonizaba en la cruz. Una voz se escuchó, “ahí tienes a tu Madre”. Aquellos días las tinieblas cubrieron a tus hijos en este lugar. Ellos azotados por la cruz también escucharon de tu Hijo, “ahí tenéis a vuestra madre”, acogiéndola en sus corazones. ¡Qué en los momentos de dolor sea capaz de mirar a lo alto para experimentar la presencia maternal de María! Ella siempre disipa la tiniebla de la desesperanza.

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