Los
caminos del Cid y Santiago se adentran en el término de Alzira. Antes de cruzar
el río Júcar por el puente de hierro, atraviesan el barrio “de las barracas”. A
pocos metros, en la calle General Castaños (antiguo camino de Algemesí), nº 30
encuentra el peregrino la estrecha ermita dedicada al Cristo de la Virgen
María.
De
blanca fachada, cuenta con puerta de aluminio enmarcada con arco apuntado de
sillares, óculo de ladrillos rodeado por fajones laterales, a modo de adorno,
alero de tejas a una sola vertiente, rematada toda ella por la espadaña de
frontón triangular con campana y cruz de hierro.
El
interior rectangular consta de bóveda de cañón azul con arcos fajones blancos
de los que penden sendas lámparas, escocia y paredes laterales blancas
protegidas en la parte inferior por un zócalo de azulejos y decoradas por los
cuadros de los patronos de Alzira, una benditera de cerámica y una lápida de
mármol con la siguiente dedicatoria: “En record de dos barraqueros. Manolo
Barberan y Paco Ferri. En agraïment del vostre amor y devoció al nostre Crist
San Salvador. Manolo, Paco: sempre hi haurà una part de vosaltres al nostre
barri, especialment en les festes quan es fiquem el Crist als nostres muscles i
el passegem tots, honrats i orgullosos pels carrers del barri. Alla on esteu
mai ens oblidarem de vosaltres. El barri 2011. Israel”.
La
imagen del Cristo crucificado y la Madre en oración a sus pies se halla en la
hornacina del altar. Devoción por cierto que hunde sus raíces en el s.XV.
Siendo la primitiva talla copia de la venerada en la primera iglesia que tuvo
Alzira tras la reconquista.
Lectura: Mateo 7, 24-27
Oración: Padre. Me acerco a esta ermita. La miro con
atención. Me asomo por la ventana y oro ante tu Hijo Crucificado y la Madre
Dolorosa. Medito las palabras de Quien edificó su vida sobre la roca de un amor
total hacia ti y los demás. ¡Que construya mis días sobre la roca de tu
Palabra, capaz de resistir las fuertes riadas que amenazan con derrumbar mi fe!
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