lunes, 16 de febrero de 2015

Algemesí. Santo Domingo.


El peregrino se detiene junto al río Magro, mientras los versos del poeta Juan Ramón Jiménez le acompañan: “Llueve sobre el río… / El agua estremese / los fragantes juncos / de la orilla verde…/ ¡Ay, qué ansioso olor / a pétalo frío!”. Las gotas cual lágrimas de plañidera se deslizan sobre mejillas de las hojas de las moreras, mientras fluye moribundo hacia el río Júcar, quien nació de las entrañas de la sierra de Mira. Mientras el tren regional cruza sobre petriles de piedra y railes de hierro, uniendo a las gentes del Alcoià, el Comptat, la Vall d’Albaida, la Costera y la Ribera Alta.

Frente al río, ubicada en el número 27 de la calle santo Domingo, se halla la que antaño fue una ermita exenta. Allí, minúscula y estrecha se encuentra la capilla dedicada al santo coetáneo de Francisco de Asís. La puerta es de hierro con ventana de cristal y un vano donde se lee la fecha 1885.

El interior sin decoración, con techo plano alberga  la imagen de santo Domingo de Guzmán, entronizada en una hornacina con marco amarillento. Ésta, según la web www.ermitascomunidadvalenciana.com, obra del escultor fallecido en 2014, Leonardo Borrás, nos muestra al santo llevando en la mano derecha un libro abierto y el rosario, mientras con la izquierda sustenta la cruz patriarcal.  Ante él tres velones se consumen, acompañados por las flores artificiales, las andas y una benditera.

Lectura:   Daniel 10, 1-8

Oración:  Padre. Tomo la Biblia y medito la visión del profeta Daniel, a orillas del gran río Tigris, después de tres semanas de ayuno. Ciertamente al camino de mi vida no han salido seres sobrenaturales, pero ¡Cuántas personas me han acompañado en el camino de la fe! Las recuerdo: en mi familia, en la parroquia, el colegio, el movimiento apostólico, en el trabajo,… Hombres y mujeres cuyos “ojos eran antorchas de fuego”, “dominus-canus”, “perros del Señor” que guiaron mis pasos.

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