lunes, 16 de febrero de 2015

Albalat de la Ribera. San Roque y San Sebastián.


Desde Algemesí el Camino del Cid por carretera nos conduce a través de la CV-515  hasta Albalat de la Ribera. Allí en la placeta que forma la confluencia entre las calles Cavallers y del Castell, encuentra el peregrino la ermita.

Es en la parte posterior, bajo un gran reloj de sol,  los azulejos  informan sobre el origen de este lugar: “a les darreries del segle XIII el molt honorable Gonçal Garcia, Senyor i Baró de la Vila i Ostiari major del Rei Jaume II el Just, erigi en aquest lloc l’Hospital de l’Apostol Sant Pere, anomenat després dels Gloriosos i Benaurats St. Roc i St. Sebastià. Fon bastit de nou i engrandit en 1340, per privilegi del Rei Pere el Cerimonios a l’expectable Pere Maça de Liçana i de Cornell, aleshores Senyor i Baró d’Albalat. En el segle XVIII i en el regnat de Carles III d’Espanya, aci foren instal-lades les Cases de l’Ensenyança”.

El 18 de enero de aquel año concluyó la última restauración, dirigida por el arquitecto D. Eduardo Alegre Fayos, a instancias del párroco D. José Ortega Perales. En la bendición participaron los sacerdotes D. Ricardo Benedito, D. José Benavent y D. Luis Doménech.

La fachada consta de puerta adintelada con rótulo de la plaza, representación de S. Roque, estación VII del via crucis, óculo ovalado, desagüe, farolas y frontón de línea barroca, rematado por veleta. Unido a ella se encuentra la torre con la campana fundida en 1748. El interior de planta rectangular, bóveda de tres tramos, sacristía, capillas entre los contrafuertes y altar con las imágenes de la Inmaculada y los patronos.

Lectura:   Filipenses 3, 17-21

Oración:  Padre. En esta plazoleta medito las palabras del apóstol Pablo. Dos caminos ante mí, el que conduce a la perdición, siguiendo las apetencias de lo terreno y el que transitan los “ciudadanos del cielo”. Contemplo los personajes del retablo, todos ellos no se miran a sí mismos. Le pido a san Roque, si no puedo ser santo, al menos sea como su perro, capaz de compadecerme del hambre y las llagas de los demás.

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