miércoles, 9 de octubre de 2019

Cocentaina. Convento Franciscano e Iglesia de San Sebastián.



 Después de la experiencia interior vivida en la capilla de la “Mare de Deu del Miracle” el peregrino asciende por la calle del Convent, atraviesa el muro cruzando la puerta de hierro, recorre las estaciones del Vía Crucis iluminado por los paneles cerámicos, alzando la vista hacia las copas de los cipreses y las piedras del convento franciscano  “situado fuera de la población a muy contados pasos hacia el Oeste, junto al camino que conduce a Alcoy: se fundó en 1561 a petición de la villa, y con la invocación  de San Sebastián, habiendo puesto la dos primeras piedras D. Sebastián de Corella y su madre” (Mádoz, 1847).
De este modo y después de haber sido fundada la fraternidad franciscana por Ximen Pérez de Corella, IV Conde de Cocentaina, antigua ermita dedicado al santo soldado y mártir fue reemplazada por la iglesia de diseño renacentista obra de los hermanos Andrés y Jaime Terol, quienes concluyendo la iglesia en 1601, en ella fueron incluidas la tribuna de los condes y el panteón. Durante el siglo XVIII fue construida la capilla de la Tercera Orden o del Santísimo Cristo, atribuida a Tomás Peris y se pintaron las pinturas murales.
Con la exclaustración de 1835 fueron expulsados los religiosos, regresando en 1879 y abriendo una escuela. 
Desde la plaza presidida por la cruz gotica réplica de la ubicada en el interior del edificio, tallada en piedra durante el siglo XV, se contempla el convento, los edificios del siglo XX destinados a aulas, la fachada mixtilínea con la torre donde se ubican las campanas Dolores (1940, 81 kg.), San José (1940, 159 kg.) y San Sebastián (1979, 285 kg.). El renacentista pórtico da acceso al convento donde el peregrino pasea por el claustro y contempla  en las pinturas murales la vida del Hermano de Asís. En la iglesia  sobresalen el retablo y la capilla de la comunión, con ornamentación barroca.
Lectura: Ezequiel 37,28
Oración:  
Padre. En el silencio del claustro iluminado por las ventanas, la vegetación y el Pobre de Asís, Francisco, leo tu Palabra: “Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para siempre”. A pesar del fracaso de Israel Tú mantienes viva la esperanza, porque se apoya en Ti.

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