miércoles, 17 de febrero de 2016

Font de la Figuera. Santa Bàrbara.


El peregrino del Camino de Santiago asciende hacia la Meseta Castellana, siguiendo el Valle de Montesa. Así entre el puerto de Almansa y la futura autovía del Altiplano (A-33) se encuentra esta ermita, cuyos orígenes se hallan “a últimos del s. XVI” (J. Sanchis Sivera, Nomenclátor, pg. 236), habiendo tenido culto habitual y presencia permanente del Santísimo (Guia de 1963, pg. 456).

Una amplia calzada saluda al caminante de la Via Augusta y le invita a subir hacia lo alto bajo la sombra de los pinos, la indicación “reserva, prohibido cazar” y las blancas estaciones, de dos cuerpos con tejado piramidal rematado por cruz, donde en el lenguaje de los sencillos medita la pasión de Nuestro Señor. El camino se estrecha y se transforma en un erial dominado por la fría torre de telefonía y los resecos matojos.

Sin embargo en lo alto descansa el alma, acogido por la ermita con su porche central y espadaña con campana a los pies de la nave de tres tramos. En este mirador de la comarca contempla la población, las sierras de Enguera y Grossa, el valle del Abovalar y los viñedos surcados por el río Canyoles, los barrancos y las hirientes pero necesarias autovías y líneas de ferrocarril.

El porche está abierto por un arco de medio punto rematado por frontón triangular coronado por cruz de hierro. La sobria decoración de color ocre y dorado muestra la torre laureada de santa Bárbara sobre él y a ambos lados la fuente y la higuera, emblemas de la población. En la puerta se ha pintado el año “1904”.  El interior custodia en el retablo barroco la imagen de la titular, patrona de la fiesta de Moros y Cristianos. 

Lectura: Marcos 9, 27-30

Oración: Padre. En este camino que conduce hacia la tumba del Apóstol tu Hijo me pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Miro el pórtico: la fuente, la torre, la higuera. Repito en mi interior: “Tú eres la fuente de agua viva”,  “Tú eres la torre de David”, “Tú eres la higuera que da fruto”. Pero principalmente, con Pedro te digo: “Tú eres el Mesías”.

Moixent. Cristo del Calvario.


El Camino de Santiago prosigue el ascenso hacia la meseta castellana, siguiendo el corredor drenado por el río “Canyoles”: “Via Heráclea” de los iberos y cartagineses, “Via Augusta”, calzada islámica y Camino Real de Játiva a Toledo, frontera entre visigodos y bizantinos(s.VI).

Acompañado por Santiago, el peregrino recorre las calles tortuosas y angostas, hasta alcanzar la rocosa montaña donde se asienta el edificio religioso. De él escribió Luis B. Lluch Garín: “No he visto un calvario en la ladera del monte que suba tanto desnivel”, mientras contemplaba los “cipreses tan tupidos y olorosos –basta sacudir con la mano el follaje para que me rocíen con su aroma- que sombrean la tierra”.

Y en lo alto, cual señora se alza bendiciendo, el castillo almohade y la iglesia neogótica. El eremitorio fue bendecido en agosto de 1899 y restaurado en 1955-1958, 1996 y en 2008, promovida por la Hermandad de Cristo Crucificado.

El exterior cuenta con portada románica, rematada por la espadaña popular, donde cada día la campana de 1704 “Sants de la Pedra” invita al rezo del Ángelus (campaners.com). Su interior es amplio y espacioso, presidido por el altar de estilo gótico florido donde se venera la imagen del Cristo del Calvario y “sobre cuatro ménsulas laterales la Virgen y santa Ana, San Sebastián, San Benito y San Joaquín (Lluch Garín). Pero antes de salir el recuerdo al ermitaño a quien en 1969 encontró el periodista de Las Provincias, el ermitaño Vicente Belda Rey, apodado “Brama serres”, y responsable del cuidado del calvario y la ermita. Mientras, en esta tarde de domingo, a escasos metros, un pastor sale a apacentar el rebaño.

Lectura: 1 Reyes 9, 1-3

Oración: Padre. Al azar abro la pequeña Biblia de Jerusalén que me acompaña. Leo y escucho tu Palabra: “mis ojos y mi corazón estarán en él para siempre”. Lo miro, a través de la cerradura, rezo al Cristo: “Estarán en él para siempre”, en el templo de Jerusalén, en la ermita, en mi persona. Soy amado con tus ojos y con tu corazón.

Vallada. Gruta de N.S. de Lourdes.


Es el “Paratge de les ermites” el corazón natural y espiritual de Vallada, lugar de descanso, ocio y encuentro con Dios y la naturaleza, en la soledad del peregrino y la compañía del caminante.

Al entrar en la plazoleta encuentra un baldaquino de estilo romántico, con cuatro columnas corintias sustentando el dolsel y custodiando a la Virgen María en su asunción. Entre el caño de agua y la estatua se ha grabado: “Les ames de casa a la Mare de Deu. Vallá Agost de 1990”.

Sendas señales indican la subida hacia la gruta, accesible a las personas con dificultades para caminar. Y allí se abre la arbolada plaza, terraza entre la ladera de la “Serra Grossa” y el esplendido valle de naranjos.

En la oquedad de la roca se halla la imagen de la Virgen de Lourdes, traída de esta población francesa. Una pequeña cueva acoge el altar y candelabro. A escasos metros una placa de mármol conmemora la bendición del lugar por el arzobispo D. Agustín García-Gasco el 7 de mayo de 2006. Pero fue años atrás cuando los párrocos D. Constantino y D. Antonio decidieron construir en este paraje la gruta, indicando el lugar. Posteriormente siendo Alcalde de Vallada D. Fernando Giner, hombre gran devoto de este santuario, y párroco D. Angel González Durà, promovieron la construcción del santuario de Lourdes de la archidiócesis.

El peregrino prosigue escuchando el rumor de una fuente que mana desde la pequeña gruta, iluminada por la imagen de la Señora de Massabielle, hermana de las que presiden las piscinas de allí. Queda por sentarse en los bancos de piedra y respaldo de hierro dedicados a los reemplazos de 1963, 1965,…

Lectura: Juan 5, 1-9

Oración: Padre. Levanto mis ojos hacia María, mientras leo el pasaje de la curación del paralítico. También yo me encuentro como él en el suelo, sin que nadie me pueda llevar a la fuente. ¿Quién me acercará a ella? La Virgen de Lourdes, ella, pasa delante de mí, me toma en brazos y me introduce en la fuente de tu amor. Te cuento las veces que he vivido esta experiencia.

Vallada. Santísimo Cristo del Monte Calvario.


El caminante asciende hacia la segunda ermita de este bello paraje, acompañado por la tropical vegetación. Ésta le muestra la plazoleta rodeada por las estaciones del calvario. En el centro la “Font de les llagues de N.S. Jesucrist del Monte Calvario”, costeada 1986 por la cofradía le invita a rodearla, mientras inclinado lee y medita los estigmas de la pasión.

Recreada la mirada en la muda contemplación de la comarca, ascienden los ojos por la sobria fachada del santuario levantado en 1847, cuando se sustituyó la antigua capilla.  Cuenta ésta con frontón bordeado por una cornisa y óculo sobre el dintel.

Entra  en el envolvente interior, restaurado en 2007, con decoración de estilo clásico, muestra en sus paredes las escenas del via crucis, obra de José Antonio Espinar.  Inclinando la cabeza lee: “Construyose este pavimento a expensas de RT y MA 1896” y “M I SR DR D VICENTE CALATAYUD PERALES CANONIGO DE LA S. I. CATEDRAL SACERDOTE EJEMPLAR HIJO PRECLARO DE VALLADA”, homenaje a quien fue Presidente del Montepío del Clero, nacido en 1875 y fallecido el 24 de diciembre de 1959.

Pero es la imagen del Cristo del Monte Calvario, alzado sobre su anda y custodiado por cuatro ángeles en las esquinas, sustentando grandes faroles. La talla muestra al crucificado con el rostro inclinado y el costado herido sangrando. De gran devoción en la localidad lo muestran las velas rojas encendidas a ambos lados del altar y los gozos donde es bendecido por “¡Cuantas veces sedientos / tus campos, Vallada, viste! / Mas exhalaste un ¡ay! triste / y oyó el Señor tus acentos…!”

Lectura: Santiago 5, 10-12

Oración: Padre. Arrodillado ante la imagen de tu Hijo, descubro tras la celosía de sus ojos la mirada paciente. Cristo de la paciencia en el Monte Calvario, la que irradian las imágenes y representaciones de la pasión, porque “el Señor es compasivo y misericordioso”, y contagiados por ti “proclamamos dichosos a los que han dado ejemplo de paciencia”. En silencio, acompañado por tu presencia, rumio estas palabras.

Vallada. San Sebastián.


Los pasos se funden con las huellas de los peregrinos y caminantes, quienes guiados por las marchas rojas y amarillas recorren el Camino de Santiago, la Via Augusta o el sendero Andorra-Estrecho de Gibraltar (GR 7). Apartándose de ruta asciende hacia el puerto que une La Costera y la Vall d’Albaida, el que unió a los vecinos de ambas vertientes de la Serra Grossa.

Acompañado por las estaciones del calvario asciende al encuentro del Sagrado Corazón de Jesús. Más arriba halla la “mutatio” o lugar estación de descanso. Este albergue del espíritu está formado principalmente por las ermitas de San Sebastián y Smo. Cristo del Monte Calvario y la gruta de la Virgen Lourdes.

La primera preside la plazoleta rodeada por arriates con palmeras, cipreses y capillitas dedicadas a los Siete Dolores. En una de ellas un azulejo anota “1801”. Consta el pequeño complejo espiritual de tres cuerpos. El primero o casa del ermitaño con retablo dedicado a San Antonio Abad, el central con panel cerámico de San Sebastián rodeado por el escudo de la ermita, con las figuras del emblema del titular, cruz de malta y torre, y la inscripción: “SANT SEBASTIA MRT. Vallada, 20-I-1989”,; y campana bautizada con el nombre de San Antonio de Padua en 1691. . El tercero se encuentra destinada a bar.

En el interior de la ermita el retablo preside el altar. En él son venerados en las pinturas y las imágenes los santos: Sebastián, Gregorio Magno, Roque, Antonio Abad, Antonio de Padua, la Sagrada Familia y la “Mare de Deu del Miracle”. A ellos se suman, ubicados en las capillas: Cristo resucitado y azotado, el titular, la V. de Lourdes y los Santos de la Piedra.

Lectura: Mt 11, 28

Oración: Padre. Las palabras leídas me acompañan: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados y yo os aliviaré”. En cada imagen descubro a tu Hijo y a mis hermanos, los que llevaron una vida despojada de la mundanidad, confiando sólo en ti y experimentando en oración el consuelo que no ofrece las riquezas y el poder.

Vallada. El Divino Juez.


El caminante prosigue en la periferia de Vallada. A escasos metros descubre la ermita del Divino Juez, protegida por la negra reja y los verdes cipreses, evocadores de la muerte elevándose hacia la Vida, dramáticamente en la trágica primavera de 1748.

“Cuenta con los ermitorios San Sebastián, Santo Cristo del calvario y Divino Juez, levantándose en el sitio de este último tiendas de campaña cuando ocurrieron los terremotos de Montesa, donde se colocó el Santísimo Sacramento” (Sanchis Sivera. Nomenclator, pg. 433). Posteriormente las comitivas fúnebres se detenían allí, cantándose un responso por el alma del difunto.

En peregrino rodea la pequeña ermita, observando puerta adintelada, el azulejo con el nombre del recinto sobre ésta, el óculo pequeño, el frontón triangular, espadaña con la campana “Francisca Pascuala María del Carmen”, de 37 kg., fundida en 1942 y la cruz lobulada. En el centro se levanta la cúpula con faldones sobre tambor octogonal. En el interior es un pequeño crucero con ábsides semicirculares en los brazos y altar donde se venera al titular.

“En el lienzo está pintado Nuestro Señor, sentado en el centro del cuadro, empuñando en la mano derecha una lanza y en la izquierda una cruz. A los lados, bajo pesados ropajes, aparecen, de rodillas, Nuestra Señora de Gracia y San Bartolomé, ue lleva en la mano la cuchilla con que fue desollado. A los pies de estas figuras, el pintor ha situado, como buen miniaturista, una serie de personajes diminutos formando una larga procesión” (Luis Lluch B. Garin. Ermitas y paisajes de Valencia-II, pg. 212).

Lectura: Jeremías 30, 10-11a.

Oración: Padre. Escucho tu Palabra: “tú no temas,…, no te asustes,…, yo te libraré,…, volverá y vivirá tranquilo,…, seguro y sin que nadie lo inquiete,…, yo estoy contigo, para salvarte”. Mi corazón mira tras las ventanas de la UCI y las Unidades de Reanimación. Reza por ellos, por quienes postrados en las camas, pasan interminables horas de soledad, acompañadas por los cuidados de los sanitarios.

Vallada. Santa Creu.


El peregrino de Santiago prosigue la tercera etapa del Camino de Levante, entre Xàtiva y Moixent, atravesando Vallada, deteniéndose en la iglesia parroquial de San Bartolomé y desviándose de la Via Augusta por las calles Santísimo Cristo, San Cayetano y Santa Creu. E inicia el ascenso bajo la mirada de las ruinas del castillo, herido mortalmente por el terremoto de 1748.

En esta última se para ante la casa natalicia del “Pare Presentat”, fray Andrés Garrido. Fue el siervo de Dios un religioso mercedario nacido el 29 de noviembre de 1663 y entregado a la predicación, confesión y visita de las cárceles, hospitales y viviendas de los pobres.

Las macetas con los geranios, los claveles,…, cuelgan de las paredes y los balcones, guiándole con su aroma hacia la capilla de la santa Cruz, de la cual apenas hay referencias, anotándola la “Guía de la Iglesia de la Diócesis de Valencia” publicada en 1963.

El lugar se halla rodeado por cipreses, palmeras y olivos, alzándose la blanca fachada con frontón curvilíneo rematado por una cruz de brazos calados. El interior es pequeño y cuadrado, dominado por una moderna lámpara de hierro. En la parte frontal se venera la cruz lobulada de madera, rodeada por dos láminas enmarcadas  del Sagrado Corazón. Sobre el altar se hallan  pequeñas imágenes de la Inmaculada, San Rafael guiando a Tobías y San José. En las paredes laterales han sido colgados cuadros de la Virgen de los Desamparados, san Vicente Ferrer, la Virgen María con el Niño, S. Pedro y el martirio de S. Esteban.

Lectura: Tobías 6, 1

Oración: Padre. Mi corazón descansa en este lugar, dominado por las ruinas del castillo y protegido por el jardín y la ermita. En la penumbra contemplo la figura del ángel Rafael y Tobías; escucho tu Palabra: “fueron caminando y cuando llegó la primera noche, acamparon junto al río Tigris”; medito: “día y noche, en la luz y en la claridad, camino con fortaleza de ánimo, porque tu ángel me guía y protege”; y contemplo el lugar, en el silencio interior.

Montesa. Cristo del Calvari.


“Al pie de uno de esos anchos pliegues se abre el paisaje de la ermita, que es como un oasis enclavado en la sencillez y sequedad del monte, recordando una estampa de la eterna Palestina: olivos, algarrobos, bancales de tierra blanca” (Luis B. Lluch Garin), a los que se suman los modernos regadíos con sus huertas de naranjos.

El lugar, levantado posiblemente a principios del s. XVIII, sirvió de iglesia parroquial después de los terremotos de 1748, hallándose en 1900 en estado de abandono. Ese mismo año mossen Antonio Arlandis recuperó el calvario. Posteriormente el párroco D. Pascual Gisbert Jordá (1909-1921) promovió la reparación de la ermita. Profanada en 1936, desde la postguerra hasta la actualidad el edificio y entorno han sido rehabilitados, ofreciendo de este modo un remanso de paz, donde salen al encuentro del caminante las estaciones del via crucis, con los modernos retablos, pintados por el ceramista local Santos Perales Terol en 1992,  las negras farolas y los verdes cipreses (www.museumontesa.com).

Éste se detiene ante la blanca fachada, con zócalo representando el paso del mar Rojo y la resurrección de Cristo; el frontón mixtilíneo y la espadaña sin campana. Alzando la vista descubre la cúpula de tejas morunas, coronada por la cruz con los brazos en forma de flor de lis.

Asomándose por las ventanillas ubicadas en la puerta, mira la nave de proporciones elegantes, donde las pilastras rematadas por capiteles dóricos con ovas se alzan hacia la bóveda de medio cañón y la cúpula ciega, asentada sobre pechinas; y contempla la imagen de Cristo Crucificado, obra de Remigio Soler, quien llagado y de rostro inclinado abraza en el vacío de la ermita a sus hijos y fieles devotos.

Lectura:  1 Corintios 1, 23-25

Oración: Padre. Contemplo la imagen, leo el texto bíblico, medito tu palabra: “nosotros predicamos a un Cristo crucificado” y rezo la oración anónima: “No me mueve mi Dios para quererte…; tú me mueves, Señor, muéveme el verte, clavado en una cruz y escarnecido”.

Montesa. Castillo de Santa María.


Atrás queda el puerto de Cárcer, Santa Ana y la Costera de Ranes, el viajero sigue la antigua carretera Xàtiva-Badajoz (N-430) y actual A-35 Almansa-Játiva, adentrándose en la Valle de Montesa. Allí, “en las faldas meridionales de un cerro que domina por N y O, sobre una altura que se eleva en medio del ameno y frondoso valle, poblado de olivos y algarrobos” (Diccionario Madoz-11, 1848, pg. 554.), se alza el castillo perteneciente la Orden de Montesa, habitada por estos caballeros durante los siglos XIV-XVIII, protegidos por los imponentes “muros de catorce palmos de alto, con sus troneras, reparos y traveses, y muchas puertas herradas y artillería” (Escolano, citado por J. Sanchis Sivera,Nom.pg.302).

Contaba la fortaleza-monasterio con puente levadizo, plaza de armas, cuarteles, palacio del maestre, convento e iglesia dedicada a santa María. Pero todo se desplomó a las seis y cuarto de la madrugada del día 23 de marzo de 1748, cuando un terremoto asoló en el tiempo que dura un credo y medio el lugar y las gobernaciones de Játiva y Montesa, sepultando bajo las piedras a cuatro sacerdotes, siete novicios, el organista y varios dependientes, quienes se hallaban celebrando misa en la iglesia.

“De esta obra tan hermosa, no queda mas que algunas ruinas” (J.Sanchis Sivera). Los monjes abandonaron el lugar, trasladándose a la iglesia del Temple (Valencia). Con la desamortización fue vendido al caballero de la orden, Marques de Banamej, sirviendo de cantera, comenzando a renacer a finales del s.XX y principios del XXI con consolidación, restauración y reconstrucción de la sala capitular.

Lectura:  Apocalipsis 4,11;3,9.10.12

Oración: Padre. En este atardecer, bajo la mirada de los escudos nobiliarios, a los pies de la fortaleza, mientras mis ojos se sumergen tras los muros, rezo las vísperas del martes IV: “eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder”. Pienso en los caballeros, quienes en latín entonaron días antes de morir este cántico. En silencio, oro.

Canals. Cristo de la Salud.


El caminante se acerca a Canals, lugar donde se encuentra la Torreta, “antiguo solar de la casa de los Borjas, Duques de Gandía, notable por haber nacido en ella, en 1378, D. Alonso de Borja, arzobispo que fue de Valencia, luego Cardenal, y últimamente Papa, con el nombre de Calixto III” (Diccionario Madoz). Al norte de la población, siguiendo el “carrer de l’Assagador”, próximo a Aiacor, descubre la cruz del calvario, las estaciones y la ermita.

La fachada, rematada en frontón triangular y campana Sant Josep (1944) en la espadaña, le abre el corazón de cristal al peregrino, mostrándole su interior dividido en el porche con la imagen de la Virgen de Lourdes y la Bernardette, iluminados por la representación pictórica de la gruta y la milagrosa fuente; la nave de tres pilastras laterales, formando capillas, protegiendo al Nazareno, el Cristo Yacente, el “Ecce Hommo” y la expresiva “Pietà”; y el  moderno retablo con la imagen del Cristo de la Salud, contemplado por el busto de la Dolorosa.

Antes de orar y partir, lee en el panel de azulejos de cerámica con azulejos blancos y azules:

“En el año 1905, siendo cura de la parroquia de Canals el Doctor Don Salvador Verdu Bastant, se construyó este via crucis, que bendijo el padre Policarpo de Bañeras, capuchino, y esta ermita del Smo. Cristo de la salud en el 1907 la bendijo dicho párroco. Estas dos construcciones se llevaron a efecto con la valiosa ayuda de José Ruiz Sancho y Serafin Giménez Rosello. Los fieles contribuyeron también con varios donativos. Este pórtico se construyó en el año 1997 con el trabajo de los festeros y la colaboración del pueblo”.

Lectura:  Salmo 122

Oración: Padre. Inicio la oración desde la cruz, leyendo mientras camino hacia el encuentro de la ermita el salo de peregrinación. “¡Qué alegría cuando me dijeron: /  vamos a la casa del Señor! / Ya están pisando nuestros pies / tus umbrales, Jerusalén”. Y prosigo cantando con el corazón, impregnándome de los sentimientos que brotan de este manantial. 

Aiacor. Cristo del Calvario.


“Situado a la derecha del camino real de Madrid, en una altura desde la cual se descubre el hermoso panorama, (pie hacia el este forman la bella ribera de Játiva y los pueblos de la costera de Ranes, cruzada por varios canales de riego y por el río Cañotas, Guardamar o Rambla de Montesa” (Dicc.Madoz, 3, pg.191) se situa Ayacor.  Siguiendo la CV 593, antes de la población, en la urbanización La Serratella, se encuentra la ermita accediendo cruzando el puente sobre la línea férrea Xàtiva-Moixent.
Ésta fue bendecida en 1755, urbanizándose el lugar a finales del s.XX y principios del s.XXI, dotándola de las estaciones del calvario, bancos y arbolado. La plaza es lugar espacioso dominado por la ermita de frontón barroco, espadaña, con la campana santa Ana (1985). De ella escribió en libro de fiestas de 1985 el autor anónimo: “encara que es xicoteta, / hi ha que tindre fe en ella / i la sentira tot el poble / quan toque des de la Serratella” (campaners.com). En lo alto la cruz con la lanza y la escalera en forma de aspa y la cúpula de tejas morunas.
El interior puede observarse gracias a las dos ventanas abiertas en la puerta. La nave, de estilo neoclásico, se encuentra rodeada por un zócalo de cerámica, con motivos vegetales y alegóricos, hallándose en el altar la imagen del Cristo del Calvario, obra de Enrique Galarza. Ésta por sentencia del Tribunal Supremo tenía derecho y prioridad, en las procesiones a cruzar la vía por el lugar tradicional, deteniéndose el tren.
Lectura:  Gn 3,8-9
Oración: Padre. Tras la celosía de las ramas, él y ella se miran y se abrazan. En el jardín, al atardecer, tu Hijo en la imagen del Cristo del Calvario, los contempla, se pasea con la mirada entre los árboles, lloviendo amor en sus corazones. Y me mira a mí, arrodillado ante la imagen. Me preguntas, “¿dónde estás?” Cuando escucho tu voz desde la cruz, comprendo porque buscabas a nuestras padres y los apóstoles, porque me buscas a mí, para mostrarme tu divina misericordia, descanso del alma.

L'Alcudia de Crespins. Cristo del Monte Calvario.


Prosigue el caminante recorriendo el “ameno y fértil valle” rodeado por “cerros denominados dels Sons, Calvario de Ayacor y Serra grosa” (Diccionario Madoz-I, pg.488), ascendiendo por calvario ubicado en un jardín de moreras, cipreses y olivos, “junto al camino de Madrid un ermitorio consagrado al S [anti]S[i]mo. Cristo del Calvario, cuya imagen es muy respetable y venerada de los vecinos” (Id.). De la imagen escribió en el libro de fiestas de 1966 Jenaro Sanchis Albentosa: fue traída en 1734 por el Conde de Orgaz a su regreso de Cerdeña, venerándose en el oratorio privado del  palacio y posteriormente, a petición de los vecinos, en la iglesia parroquial. Posteriormente fue trasladada a la ermita y en 1939, habiendo sido destruida la imagen la parroquia encomendó a Carmelo Vicent Suria la talla actual. Actualmente la composición está integrada por el crucificado con el rostro inclinado, dos ángeles y el busto de la Dolorosa alzándose sobre la roca del Gólgota. 

La ermita fue construida en 1774 por D. Cristobal Crespí de Valldaura, Conde de Orgaz, con el fin de albergar una comunidad de carmelitas descalzos, iniciando la construcción del monasterio. Este deseo se truncó debido a la ocupación del edificio por las tropas napoleónicas. Expulsados los franceses los vecinos recuperaron la ermita, la cual  1967 D. Juan Martínez Caldes, párroco del lugar, fue restaurada, alargándose los brazos del crucero.

Sobre el frontón de la fachada se encuentra la espadaña con la campana de 1967 e imagen del Sagrado Corazón. El interior, de estilo dórico, tiene con bóveda de cañón de dos tramos con lunetos, cúpula ciega y retablo barroco.

Lectura:  Juan 10, 40-42

Oración: Padre. Arrodillado ante la imagen de tu Hijo levantada en este monte, medito tu Palabra: “todo lo que dijo Juan de éste, era verdad”. Con tan sólo mirar a través de la celosía su rostro, inclinado y sereno, en mi corazón experimento la fuerza de esta afirmación. Que no me aparte de Quien es la verdad que sostiene mi vida.

Torrella. Cristo de la Fe.


Siguiendo el antiguo Camino Real de Valencia a Madrid encuentra el viajero la Entrada Real de Torrella, “pueblo agrícola, histórico, monumental y vicentino”. Ésta consta de tres torres almenadas dedicadas a la Diputación Provincial de Valencia, san Vicente Ferrer y Fernando VII, quien en el año 1830 pasó por el lugar, obsequiando con cien duros a los niños que le honraron con un baile.

Pero prosiga el caminante hasta el Mirador de la Costera. Allí se sumerge en un jardín de cerámica, con palmeras washingtonias, plantas aromáticas, carrascas, algarrobos y pinos, deleitándose contemplando la Valle de Xàtiva. Las estaciones del calvario pegadas a las rocas le acompañan y le muestran la gruta de N.S. de Lourdes, con la Bernardette rezando el rosario ante María, misterios representados en los medallones. Ya cerca de la ermita ante la fuente reza: “Sant Vicent. Font de Torrella. Dona’ns la gloria per ella”. Así alcanza  la moderna ermita, bendecida por el Obispo D. José Vilaplana Blasco el 28 de abril de 1991. Anexo al pequeño edificio se encuentra la espadaña con la campana (1991).

En el interior del oratorio, los retablos cerámicos muestran a san Vicente Ferrer predicando desde el púlpito de la capilla del Santo Cáliz, mientras los justos ascienden hacia la Virgen de los Ángeles y los condenados, cabizbajos caminan hacia el infierno. En el panel central el santo predicador sostiene al Cristo de la Fe suplicando “Senyor, mira al teu poble”. Y en el brazo derecho es representada la peregrinación a la Basílica de la Virgen de los Desamparados (20 de octubre de 1993). 

Lectura:  Apocalipsis 14,7

Oración: Padre. Iluminado por los colores de los paneles, me arrodillo ante tu Hijo mientras leo en la Biblia de Jerusalén: “Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora del Juicio”. Te pido me ayudes a pertenecer al grupo de los justos, imitando a tu Hijo en la cruz y acogiendo bajo el manto de mi vida a cuantos buscan en mí la misma mirada compasiva que encuentran en nuestra Madre.

Llanera de Ranes. Cristo de la Fe.


“Pasa por el pueblo el camino de calzada que desde Valencia conduce a Madrid por Almansa”, anota el tomo 10 del Diccionario Madoz (1847). Siguiendo a los viajeros del siglo XIX el peregrino entra en la “cuna de el Arnadi”, alcanzando desde ella la calle Calvario y ascendiendo el alma en el zigzagueante ascenso, acompañado por los cipreses, el via crucis y siete dolores, con las estaciones de dos cuerpos rematadas por tejadillo piramidal de tejas árabes, esfera de piedra coronada por cruz de hierro. De este modo alcanza el pequeño atrio con la ermita, desde donde divisa la huerta de Xàtiva.

Un panel cerámico le cuenta el origen: “Fue edificado por piedad y devoción de Llanera de Ranes al Santísimo Cristo de la Fe. Siendo cura Don Vicente Bolinches. Año 1981”. Este sacerdote fue párroco del lugar los años 1979-1995. La puerta ofrece al peregrino sendas ventanillas abiertas, desde donde contempla la serena imagen de rostro inclinado, el Cristo de la Fe y  los retablos cerámicos de los misterios de la Resurrección y la Ascensión en los que se elevan dos plegarias: “Por la resurrección de Cristo vivamos con justicia y amor” y “Per la ascensió de Crist pau de Deu als difunts”.

La fachada de sillares y zócalo, cuanta además con óculo esférico, frontón triangular, espadaña con tejadillo y campana, rematada por la cruz y la veleta. Es en la campana de 37 kgr., fundida en 1981 por Salvador Manclus, en ella se encuentra un epígrafe con el nombre del Canónigo de la Catedral, natural de Llanera de Ranes y Canciller-Secretario del Arzobispado (1958-1972), D. José Richart Alzamora.

Lectura:  Crónicas 22, 18-19

Oración: Padre. Después de arrodillarme ante tu Hijo, ante la ermita leo, medito y rezo las palabras de David a los jefes de Israel. “Poned, pues, todo vuestro esfuerzo y empeño al servicio del Señor, vuestro Dios, y disponeos a construir el templo del Señor”. Servirte y adorarte, a Ti que eres quien me ayuda a dominar la tierra de mi corazón y librarla del poder del pecado.

Torrent d'Enfenollet. Santo Cristo de Torrent.


¡Cuántos miles de vehículos pasan por delante de ella! Allí, a escasos metros de la Autovía A-35, antigua N-430 (Badajoz-Xàtiva), en dirección Valencia se encuentra la blanca ermita, si bien el acceso a ella es mediante un camino entre Rotglà i Corberà y Llanera de Ranes. Después de cruzar la plaza del pequeño barrio de Torrent de Fenollet el peregrino prosigue hasta alcanzar el llano donde rodeada de olivos, palmeras y la plaza, donde el primer viernes de marzo se celebra el popular “Porrat de Torrent”.

El origen del lugar se remonta a la primita iglesia construida durante el s .XVI y asolada por el terremoto de Montesa (1748), levantándose el actual edificio durante los años 1750-1757. De este modo el peregrino contempla la belleza del edificio formado por la fachada barroca con zócalo, puerta de hierro, dos farolas sobre ella, la ventana y espadaña con tejadillo y la campana  San Lorenzo, precedente de la antigua iglesia parroquial y fundida en 1773.

El interior, de planta de cruz latina, acoge en el retablo barroco la imagen del Santo Cristo de Torrent y las pinturas de José Antonio Espinar: Santa María Magdalena y san Juan, los símbolos de la pasión y los misterios de la flagelación, el Ecce Hommo, la caída de Jesús en la Vía Dolorosa y la Madre con el Hijo en sus brazos. Luis B. Lluch Garín anotó en su artículo publicado por las Provincias las lápidas sepulcrales donde descansaban los sacerdotes D. Domingo Ramón y Pineda (V 1836), D. Nico.Galbis (V1821) y D. Thomas Sanchis (V1757), en la segunda se había grabado una calavera y bonete con dos tibias cruzadas.

Lectura:  Éxodo 23,20

Oración: Padre. Arrodillado ante el Cristo escucho el ronroneo de los coches que circulan por la autovía. En cada uno de ellos trabajadores y familias que se desplazan, hombres y mujeres viajeros en los caballos de hierro. En mi interior me hablas: “Yo enviaré mi ángel delante de ti, para que te guarde en el camino” y elevo la plegaria para que lo envíes a cuantos viajan guiados por las ermitas ubicadas cerca de los caminos.

Roglà i Corberà. La Socorreta.


En la salida 396 de la A-35 el caminante regresa al “Nuevo Camino Real de Madrid” (1760-1788), dirigiendo los pasos hacia Rotglà i Corberà. En el corazón del antiguo núcleo de Corberà, fusionado con el primero en 1854, la blanca fachada de la antigua iglesia parroquial, lugar donde en el s. XVII los Marqueses de Bélgida levantaron una capilla dedicada a san Antonio Abad, anexa al palacio nobiliario. Posteriormente ambos fueron asolados por el terremoto de Montesa, reconstruyéndose durante el s. XIX la iglesia y casa del santero (ermitascomunidadvalenciana.com).

Dos inscripciones  rinden homenaje a los párrocos D. Bernardo Mondria Coll y D. Miguel Sanz Garrigós. El primero  prometió en 1885 a la Virgen si el pueblo se libraba del cólera celebrar una procesión con la imagen, si bien murió víctima de la epidemia. El segundo, sucesor de éste  ofreció su vida a la Virgen a cambio que no muriese ningún vecino y así sucedió, siendo la última víctima enterrada. La talla fue regalada por el Conde de Sellent, quien hospedado en el lugar con la imagen y considerando señal divina que  la tormenta le impidiese regresar a su pueblo la regaló al pueblo.

Sobre la puerta el retablo de azulejos nos ofrece la representación de María Auxiliadora protegiendo del diablo a un niño. Corona la fachada la espadaña con dos vanos, uno de ellos con la campana (1936), el frontón triangular y la veleta. En el interior consta de altar barroco, con dos lienzos de la Anunciación y la Ascensión pegados en la bóveda (Luis B. Lluch, 1969).

Lectura:  Mateo 10,39

Oración: Padre. Leo los nombres de estos sacerdotes y rezo por ellos y por los que después de una vida de entrega total a sus parroquias mueren acompañados por las olas del recuerdo de sus parroquias, sus gentes a las que tanto amaron y tanto amor le dieron. En el corazón de Corberà le rezo a la Virgen, mientras voy recordando los nombres de quienes un día, con la eucaristía y el sacramento del perdón me defendieron del diáblo.

Llosa de Ranes. Cristo del Milagro.


Siguiendo las estaciones del via crucis, acompañados por los cipreses del jardín de la amargura y bajo la mirada  del castillo de Xàtiva, descubre el peregrino la ermita dedicada al Cristo del Milagro.

La recogida plazoleta con la cruz de piedra y la casa del ermitaño aneja, arropan el santuario, unido históricamente al terremoto de Montesa. “El año mil setecientos / cuarenta y ocho corria / cuando la tierra afligía / el Señor con movimientos, / por vuestra imagen se vió / este pueblo asegurado”. En los gozos además se canta la curación de un niño tullido y la protección frente a “las fiebres, ahogos [y] quebrantos”. Posteriormente el templo fue profanado y la imagen destruida. Concluida la contienda se procedió a la renovación integral del edificio, entronizando la imagen actual, obra Joaquín Vila. 

El caminante descansa la mirada sobre las líneas barrocas, los retablos de cerámica, el óculo, la cornisa, la cruz de piedra, coronando la fachada y la torre cuadrada del campanario, custodia de la campana “Santo Tomás”, fundida por Juan Bta. Roses (Atzeneta de Albaida) en 1939. En ella se grabó el nombre del coadjutor D. Jenaro Tortosa López (campaners.com).  

Un cartel indica: “si desea obtener cirios (velones) de ofrenda al Cristo, pase por la casa del ermitaño”, familia merced a la cual la ermita se encuentra abierta, pudiendo entrar el peregrino y rezar ante las imágenes de Cristo Nazareno, en la Columna y Yacente, la V. de los Desamparados y de los Dolores,  santa Ana, san Nicolás de Barí, y ofreciendo una vela al Cristo, quien con el rostro inclinado y la mirada serena penetra el alma.

Lectura:  Lucas 19, 38

Oración: Padre. Lo sabes, necesitamos iglesias abiertas, donde detenernos para reposar en tu corazón. Gracias a esta familia puedo entrar en la ermita y rezar a tu hijo crucificado. El corazón descansa en el silencio y siente el abrazo de tu Hijo Jesús. A Él le canto: “¡Bendito el rey que viene / en nombre del Señor! Paz en el cielo / y gloria en las alturas”.

Llosa de Ranes. Santa Anna.


Inicia el peregrino la ruta de las ermitas de la Costera. Siguiendo la A 7 en dirección Albacete,  entra por el puerto de Cárcer, cuyo frontispicio es el cerro y ermita de Santa Ana, el Mirador del Regne.

A él asciende por los senderos o en coche, desde Llosa de Ranes, siguiendo las indicaciones que arrancan desde la Ronda de la Costera, guiando hacia el antiguo balneario de santa Ana. Una vez coronado la cima, situada a 344 m. sobre el nivel del mar, el caminante observa la original rosa de los vientos y las ciudades grabadas en cada uno de los puntos cardinales y rumbos laterales. De este modo conoce en tres niveles de proximidad las ciudades que se encuentran hacia donde dirige la mirada (p.j.: Lloc Nou, Denia y Atenes). Pero la meta es Dios. Así eleva la mirada y descubre el “soberbio edificio rectangular formado por las ruinas de sus muros anchos y recios de firme mampostería, reforzados por largos contrafuertes de ladrillo” (Luis B. Lluch Garin), levantado entre 1453 y 1456 por iniciativa de D. Roderic de Borja sobre el lugar que ocupaba una antigua edificación (ermitasdelacomunidadvalenciana.com), antaño dotado de sacristía, vivienda del ermitaño y otras dependencias, en estado ruinoso hasta su restauración en 1983-1989.

La fachada “remendada la forma románica pero al más puro estilo gótico” (Carlos Sarthou Carreres,  con arco de medio punto apoyado sobre sendas ménsulas o moldura. La cubierta es dentada y el interior de una sola nave con bóveda de crucería, con los escudos relacionados con Xàtiva, ciudad propietaria del edificio, y la familia Borja, promotora.

Lectura:  Isaías 49,3-6

Oración: Padre. Leo, medito y rezo el diálogo entre el profeta y su recompensa. Hago mías las palabras y al atardecer te expreso mis cansancios. Pero envuelto por las entrañas maternas de la tierra te escucho: “yo era valioso a los ojos de Yahvé”, “te voy a hacer luz de las gentes”. En silencio oro: Padre, envíame a ser portador del Evangelio, sin miedo, con el coraje de quien es tu saeta.

Villanueva de Castellón. Santa Bàrbara.


Desciende el caminante en la última estación de la línea 1 de Metro Valencia. Tras el camino de hierro queda la senda de asfalto, tierra y agua, trazada por la ruta de Utxera.  Fue en el lugar donde se hallaban las antiguas eras, ubicadas al noroeste, en el “extremo del pueblo” (J.Sanchis Sivera), donde en 1772,  el agricultor Antonio Bella, devoto de la santa, sufragó el actual santuario, hijo de la ermita ubicada más cerca de la villa y asolada por el terremoto de Montesa (1758).

Éste “se sostiene por la piedad de los vecinos, cuyas limosnas recoge un ermitaño encargado de conservar y mantener” (Diccionario Madoz, 1850, T.VI), destinándose a hospital de los enfermos del cólera (1865) y  escuela de niños (1886). Siglos después el peregrino encuentra la calidez de la plaza con su arbolado, palmeras y fuente en forma de torre, con un pequeño retablo cerámico alusivo a san Antonio Abad. Allí contempla la ermita de cornisa barroca y espadaña formada por dos bajos y gruesos pilares, con campana y veleta. La puerta de arco escarzano cuenta con dos aldabas de hierro. Sobre ella resplandece el panel devocional dedicado a santa Bárbara, en oración a los pies de la torre. La planta del edificio es rectangular, de pilastras adosadas con capitel dórico, bóveda de cañón con arcos fajones, artesonados en el intradós (Luis Lluch Garin) y cascarón del presbiterio neogótico. En el interior se veneran las imágenes de santa Bárbara, san José, la Virgen de Fátima, el Niño Jesús de Praga y el crucificado, a los que se suma un cuadro copia de la Inmaculada de Juan de Juanes.

Lectura:  1 Reyes 8, 12-13

Oración: Padre. Alzo la mirada y contemplo el sol. ¡Cuántas veces en este lugar el labrador levantó el rostro pidiendo al astro clemencia mientras trillaba las mieses! Y Tú quisiste estar a su lado, acompañando a quien con el sudor de su frente se ganaba el pan. En silencio te pido por el alma de quienes alzaron la horca y por cuantos cada día riegan los campos con el sudor de su frente.

L'Enova. Calvario.


Culmina el peregrino la visita a l’Enova ascendiendo por uno de los parajes más bellos que ha descubierto en la comarca de La Ribera Alta.

Para ello toma la calle Calvario. A escasos metros de ésta se inicia el  zigzagueante camino hacia lo alto. A sus pies las casas se distancian, mientras la mirada se abandona en la comarca de pueblos, casas de campo y naranjales regados por las aguas del río Albaida, Júcar y Magro. En el ascenso acompañan al caminante las estaciones del calvario levantadas en 1886. Son estos “ciclópeas capillitas del Via Crucis” (Luis B. Lluch Garin), de bloques ocres de piedra labrada rematados por una cupulilla del mismo material, sin rotulo ni representación en su interior. El bosque mediterráneo, de matorral y hierbas pintan la ladera y la cina, donde el alma se estremece ante el altar de piedra y la ermita,  levantada a finales del s. XIX por el párroco de la población D. Ramón Quilis, abandonada con su partida y rehabilitada en 2005.

Todo el espacio en la austeridad y ruina advierte al peregrino hallarse en lugar santo, espacio ofrecido a Dios por los vecinos de antaño, “inmensa sensación de soledad y de abandono” (Azorín),  donde se funden armónicamente la piedra, la vegetación y el cielo. La planta de cruz latina, de mampostería y ladrillos, con brazos de poca profundidad, puerta y ventanas sin armazón, arcos fajones  sosteniendo la cúpula construida por el Creador, la bóveda viva celeste, donde los colores se suceden, al sol, sigue la luna y las estrellas.

Lectura:  Salmo 15-16

Oración: Padre. Antes de entrar en este lugar sagrado leo, medito y oro el salmo 15. “Señor, ¿quién será huésped de tu tienda? ¿Quién habitará en tu monte santo?”. Rumio Tu Palabra con temor y temblor durante unos minutos. ¿Puedo cruzar el umbral de este santuario? Prosigo leyendo. Me arrodillo. Pienso en mis pecados. Debiera abandonar el monte, al mirar la puerta, descubro en ella la puerta de tu Misericordia. Leo el salmo siguiente y entro, porque “en ti me refugio”.

L'Enova. L'Aurora.


El peregrino prosigue descendiendo hacia el sur de la archidiócesis, recorriendo los pueblos de la Ribera Alta. Y entre ellos, el más valencianista del mundo, Enova. Apenas observar las primeras casas, descubre en la fachada de todas ellas el escudo del Valencia C.F.

Acompañado por “lo rat penat” y después de visitar la iglesia parroquial de l’Enova, dedicada a la Virgen de Gracia y contemplar su campanario, inicia el camino hacia el barrio de Sans y Manuel, por la calle Major. A escasos metros, en el número 26, encuentra la ermita, resguardada por un recogido patio blanco, al que se asoman las ventanas de las viviendas continuas, y protegido de la calle por la verja de obra y forja decorada entre otros elementos por el Avemaría.

La fachada de la ermita, tiene puerta rectangular moderna de hierro y cristal, farola y óculo en el centro, cornisa barroca y espada en cuyo vano destinado en su origen a la campana, se venera el retablo de azulejos dedicado a la titular, con los rótulos: “DIVINA AURORA” y “ENOVA 1963”. La figura de la Virgen María, vestida con túnica rosada y manto azul, corona dorada y halo, llevando en la mano derecha la bandera blanca, sentada sobre las nubes con cabezas de angelitos, uno de los cuales muestra el espejo, mientras del manto sale una mano derramando desde un cántaro el vapor de agua. 

El interior es de nave única con bóveda de cañón y arcos fajones, albergando el anda con la imagen de la Divina Aurora, patrona de los jóvenes. La imagen actual sustituyó a la primera, obra del artista valenciano Ignacio Vergara.

Lectura:  Proverbios 4, 18

Oración: Padre. Tomo la Biblia en mis manos y mientras contemplo el vacío que me separa de la ermita, leo tu Palabra: “la senda de los justos es alba luminosa, su luz crece hasta hacerse pleno día”. Como la luz comienza a recorrer las calles de los pueblos al amanecer, así es la oración dirigida a nuestra Madre, María, la aurora cuyos rayos, al amanecer, alivian los sufrimientos de los enfermos y los confortan.

Manuel. S. Antonio.


Prosigue el caminante buscando lugares donde pasear por los caminos interiores y los pasos le conducen al río Albaida, en su discurrir bordeando Manuel hacia el Júcar. Allí el peregrino se encuentra ante la entrada al antiguo cuartel del ejército español, testimonio de un pasado que le acompañará en su peregrinar a la ermita y las salinas explotadas, según D. José Sanchis Civera, desde “tiempos de Carlos III”.

El entorno rezuma historia y ecología: las salinas (s. XVIII-XIX), campamento militar (finales del s.XIX hasta 1996) y polideportivo, desde 2006, fundiéndose, la industria, las armas y el ocio. Pero prosiga el excursionista. Y en el silencio, cual eco que brota de la memoria se escucha el toque de diana, mientras  los pabellones, el lavadero, la torre de telecomunicaciones, custodian el pasado y  le conducen hasta la casa del administrador, protegida por una verja metálica.

Las líneas del cuerpo principal las definen la espadaña con campana, las ventanas y las tres puertas, cada una con elementos singulares: la tercera muestra en piedra labrada el escudo del rey Felipe V y sobre éste la fecha 1723. La puerta central es de hierro y en ella se forjó el rótulo: “REGIMIENTO MIXTO INGENIEROS Nº “. Y en la primera sobresale  el panel cerámico formado por veintiocho azulejos de tonos azules y verdes con la figura central de san Antonio de Padua sosteniendo una rama de azucenas, el Niño Jesús y el libro, todo él rodeado por motivos vegetales y con esta leyenda: “A devoción de D. Juan de Escalona. 1767”. Así alcanza la ermita, dedicada alternativamente a este santo y a S. Fernando Rey.

Lectura:  Judit 16, 1-17

Oración: Padre. En este lugar no pudo más que rezar por los soldados que, dejando los padres y el trabajo, sirvieron a nuestro país. Pero te pido por quienes se encuentran en las misiones de paz al servicio de la ONU y la UE. A través de ellos “me ha librado de tenaces perseguidores”. Es la oración de quienes en Mali, República Centroafricana,…, experimentan la paz.

Carcaixent. Santa Ana


En la cuna de la naranja, tierra surcada por la Via Augusta y los caminos del Cid y Santiago, se encuentra Carcaixent. En este pueblo agrícola, a escasos metros de la antigua puerta de Játiva, durante el s. XVII, quiso D. Salvador Talens, fundar una ermita dedicada a santa Ana. De este modo le agradecía el milagro obrado en el seno de su familia. Sin embargo la muerte le sobrevino, tomando el testigo su hijo, quien cumplió la promesa paterna. Así el 10 de septiembre de 1673 el recinto sagrado fue inaugurado con una misa solemne. Años más tarde, con motivo de las obras de la carretera de Alzira-Puerto de l’Ollería, tras ser derribado se construyó el actual, abierto al culto en 1876. Tras la contienda sufrió el abandono, siendo destinado a almacén. En 1998 la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Perdón adquirió lo adquirió promoviendo la restauración y trasladando la imagen procesional y la talla de santa Ana venerados, respectivamente, en la parroquia de san Antonio de Padua, y el Asilo N.S. de los Desamparados. Así se anota en el documentado blog http://antoniosabatermira.globered.com.

Después de visitar la iglesia parroquial de la Asunción y disfrutar de las fachadas modernistas, el peregrino se detiene y contempla la fachada neogótica de la ermita, con los arcos apuntados o archivoltas, el gablete, el óculo y el frontón de línea quebrada con la espadaña y la campana en su interior, rematado por la cruz de hierro. En su interior amplio y luminoso destaca el fondo pintado, ofreciendo calidez a las sendas imágenes allí veneradas del crucificado y santa Ana.

Lectura:  Eclesiastés 3, 12-13

Oración: Padre. Abro la Biblia y leo, “y comprendí que la única felicidad del hombre consiste en alegrarse y disfrutar de la vida; y que también es don de Dios que el hombre coma, beba y disfrute del trabajo”. Es la sabiduría de los “pobres de Yahvé”, quienes cada día buscan vivir el presente, sin ambicionar más de lo que tienen y compartiendo el fruto de su trabajo.