miércoles, 3 de agosto de 2016

Xàtiva. El Puig.


“No parece sino que la naturaleza se ha esforzado en prodigar todos sus preciosos dones en aquel terreno; y cuando se tiende una mirada a la vasta llanura que se prolonga por el norte hasta Valencia, el ánimo se extasía contemplando tanta belleza y frondosidad” (Diccionario Madoz, IX), experimenta quien emprendió desde la Basílica el Camino del Cid y de Santiago. Es un momento para detenerse en este paisaje moro de acequias y naranjales, donde según la leyenda, habiéndose peleado los ermitaños de Santa Ana y el Puig, suplicó la población al buen Dios los separase y así lo hizo, distanciando ambas montañas, por lo que “entre Santa Anna i el Puig hi ha un pam de Déu”.

A ella, dedicada a Santa María en la Encarnación, se accede por una empinada senda. El peregrino, cautivado por las ruinas, con dolor y esperanza contempla el lugar alzado durante el s.XIV. Los muros de sillares muestran los avatares de su historia:  en 1875 y principios del s. XX reconstrucción, posterior abandono y en 2010 merced, entre otros a “Salvem el Puig”, lenta restauración, con la consolidación del edificio, proyectándose la recuperación de la bóveda de crucería y los elementos escultóricos, pictóricos y cerámicos.

El conjunto cuenta con atrio, vivienda del ermitaño, templo y aljibe. El primero, en ruinas, es cuadrado y sustentando la techumbre con bóveda de aristas emergiendo de unas ménsulas de ropaje, mientras la iglesia de una sola nave y bóveda de crucería sobre pilastras, sobresalían en las claves los relieves con la anunciación y escudo de la ciudad setabense.

Lectura: Isaías 5, 1-7

Oración: Padre, contemplando las ruinas y la vega del Albaida, medito el “Canto de la Viña”, deteniéndome en las palabras más significativas y descubriendo en los naranjos tus cuidados para conmigo. También al mirar los muros y cascotes, los identifico con las heridas provocadas en mí por el mayor de mis pecados: la indiferencia hacia ti y mis hermanos, en momentos concretos que trato de recordar, contemplar y rezar.

Xàtiva. Calvari baixet.


“Las callecitas de Játiva son muy plácidas para el paseo. Entre sus casas limpias y aseadas discurre en ese cauce urbano una suave corriente de sosiego. Hay tranquilidad en el arroyo y hay espacio libre en las aceras”. Escribía Luis B. Lluch Garín en Las Provincias  el 6 de agosto de 1978.

Es en las calles moras del Arrabal, protegidas por los lienzos de la muralla y los peñascos del cerro sobre el que se yergue la que fue prisión de estado de la Corona de Aragón y plaza más fuerte del Reino de Valencia.

Y allí, en la falda de la montaña rodeada por el calvario se alza la ermita, cuyo origen “se ignora por haber sido abrasado su archivo [de la parroquia Santos Juanes] en el incendio de 1707” (Diccionario Madoz). Posteriormente fue restaurado en 1980. Ésta se halla protegida por el cercado de pared blanca con celosías, accediendo a través de dos puertas de hierro. Las veintiocho estaciones invitan a contemplar los caminos de dolor de Jesucristo o via crucis, la Virgen María y San José, protegidos de los rayos solares por los cipreses y olivos. Éstas son blancas de dos cuerpos con tejadillo piramidal rematado por una cruz de hierro.

El edificio es blanco, con puerta recta, panel cerámico del descendimiento, óculo o ventana circular, frontón triangular rematado por la espadaña con tejadillo, cruz y campana de 19 kg. fundida por Rosses de Atzeneta en 1955 (campaners.com). El interior es de nave única con “altar en forma de nicho que alberga una gran cruz moderna negra” (Lluch Garin).

Lectura: Joel 3

Oración: Padre. Leo la profecía del Día de Yahvé o del Señor, cuando “el sol se convertirá en tinieblas / la luna, en sangre / ante el Día del Señor que llega, / grande y terrible” (3,4). Hago memoria de los días en los que la oscuridad reinó en mi vida. Y prosigo escuchándote: “Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará” (3,5). Porque tu cruz es mi salvación. Cuando las sombras se ciernen en mis senderos busco el camino de cruz, porque él es mi “abrigo” y “refugio”.

 

Xàtiva. Calvari de dalt.


El peregrino bebe de la “Font dels 25 Xorros” (1806), mientras las aguas procedentes del manantial de Bellús cantan: “la sed apagó al labrador sediento / con mis cristales Saetabis florece / crece el comercio / la labranza crece / población y comercio acreciento”. Desde esta fuente encuentra a escasos metros de la CV-620 dirección Alfarrasí, dos calles, la primera conduce  al Camino del Cid en BTT y la segunda hacia la ermita, bifucándose desde el obelisco rematado por cruz en dos calvarios. Estos ascienden en zig-zag hasta la ermita.

Ésta consta del templo y la vivienda del ermitaño, habiendo sido restaurado el conjunto monumental a finales del s.XX.  La fachada se halla protegida por un muro de piedra. En su interior la plaza con un pino y un ciprés se inclinan ante el retablo de san Vicente Ferrer, donde se  lee: “1982-1993”. Remata la frontera la espadaña con cruz, veleta y campana “Santa Bàrbera” fundida en 1776.

El interior permanece cerrado, si bien las indicaciones del albaidense Elias Tormo en su libro “Las tablas de la iglesia de Jativa” (1902) constató la presencia entre otras  de las imágenes de la Virgen de las Almas, s. Cristobal, santa Lucía, santa Clara y del retablo ubicado en la primera capilla del lado de la epístola. Desgraciadamente fue destruido durante la Guerra del 36.

Al descender se detiene el caminante para contemplar una de las más bellas panorámicas de la ciudad con su castillo ibero y romano, la muralla árabe y la Seo o Colegiata cristiana, alzándose sobre las serpenteantes calles, con sus blancas fachadas y tejados morunos y la huerta setabense, regada por el Clariano.

Lectura: Baruc 3, 1-4

Oración: Padre. Leo la lamentación del profeta, mientras contemplo la ciudad con la mirada de quienes en 1707 asediados y protegidos por los muros de la fortaleza bien pudieron rezar: “¡Señor omnipotente, Dios de Israel, un hombre anugstiado grita hacia ti con el espíritu abatido. Escucha, Señor, y ten piedad”.

 

Xàtiva. Sant Josep i Santa Bàrbara.


Asciende hacia la fortaleza el caminante, encontrando ante sí la puerta por donde según la tradición, rendida la ciudad de Xàtiva, el Conquistador entró. Memoria grabada en la piedra: “Dia 7 Junio del año 1244 entró por esta puerta llamada de la Aljama el Rey Dn. Jaime I. Esta antigüedad la renovó Eduardo Cardona en el año 1865”.

La ermita barroca del s.XVIII, obra de fray Vicente Cuenca, fue descrita por el Diccionario Madoz en 1847 con estas palabras: “situada en las mismas faldas del castillo, nueva y hermosa, construida en forma de cruz latina, de orden corintio de muy buen gusto por la sencillez de su ornato; tiene nueve retablos dedicado el mayor a san José y santa Bárbara; su construcción se debe a la piedad de aquel vecindario, y su conservación se halla a cargo del gremio de carpinteros” (tomo XI, pg. 604).

El conjunto consta además de la vivienda del ermitaño y las puertas laterales y principal, ésta abierta en  la torre campanario, al pie de la iglesia y formada por la ornacina donde fueron veneradas las imágenes de los titulares, la sala de las campanas María dels Desemparats (1942) y Bernardo (1948) y el tercer cuerpo de planta octogonal cubierto por un cupulín rebajado con veleta de hierro.

En el interior constató en 1963 Luis B. Lluch Garín la profusión de lápidas sepulcrales de mármol rosa en el pavimento, con fechas que arrancaban de 1769, tibias, calaveras, inscripciones “aquí llace un maestro hornero,…, un escribano,…, un joven de 25 años”. En el mismo artículo recuerda a la ermitaña, porque  “estic ací per el Patriarca Sant Jusep”, mientras recordaba al canónigo de la Seo D. Pascual Terol, quién “era un sant” que  desde la cruz bendecía la huerta de Játiva.  

Lectura: Salmo 16, 6

Oración: Padre. Imagino a la ermitaña, cuidando del lugar, mientras alzaba la mirada a san José. Y me digo para mí, hijo tuya a gran distancia de esta hermana, “me ha tocado un lote delicioso, ¡qué hermosa es mi heredad”. Rezo y te pido un tercio de la fe de esta mujer.

 

Xàtiva. Sant Feliu.


El Camino del Cid divisa la ciudad de Saiti, Saetabis, Sativa o Xàtiva, ibera, romana, árabe y valenciana, con presencia cristiana desde los primeros siglos de nuestra fe, sede episcopal presente en los Concilios de Toledo y comunidad mozárabe durante la dominación musulmana.

Tributaria de D. Rodrigo Díaz de Vivar, “subiendo aquella colina elevada que hay cerca del castillo vimos desde ella la mas hermosa huerta que jamas en villa ni castillo alguno hubiésemos visto”, anota la Crónica de Jaume I. Y en el mirador de Bellveret el alma del peregrino es atrevasada por la belleza de los campos de naranjos, la Serra Grossa, el Castillo, la ciudad de las fuentes y la ermita dedicada al martir de Girona Sant Feliu.

Ésta fue declarada el 4 de diciembre de 1930 “Monumento del Tesoro Artístico-Nacional”, habiendo sido mandada construir por el Rey Conquistador, tras la toma de la ciudad en 1244.

El atrio situado en la entrada lateral, está integrado por seis columnas de mármol procedentes de antiguas edificaciones romanas y la austera portada románica que introduce al orante en la nave rectangular y amplia con techumbre sostenida por cuatro majestuosos arcos apuntados.

En el interior descubre la pila románica de alabastro con escenas de la Natividad y la Adoración de los Pastores;  las pinturas murales de estilo gótico lineal dedicadas entre otros  a san Nicolás de Bari, la Virgen entronizada y san Cristóbal; y el retablo mayor del s.XV, obra del taller hermanos Cabanes (s.XV), integrado por veintisiete pinturas sobre tabla (1495-1505), a las que se añadieron las imágenes de los Santos Feliu de Girona (s.XIV) y Felix de Lyon (s XVII).

Lectura: Proverbios 3,1-7

Oración: Padre. Contemplando las columnas del pórtico, testigos mudos de la fe milenaria de quienes en este lugar te rezaron, haciendo vida tus palabras: “confía en Yahvé de todo corazón / reconócelo en todos tus caminos / teme a Yahvé y evita el mal”. Paseo por el pequeño claustro, rumiando los versos del sabio inspirado por tu Espíritu.

 

 

Montesa. Santa Cruz.


“Situado en las faldas meridionales de un cerro que la domina por norte y oeste, sobre una altura que se eleva en medio de un ameno y frondoso valle, poblado de olivos y algarrobos; la baten generalmente todos los vientos; su clima es templado y las enfermedades más comunes catarros e inflamaciones”. Así describía el municipio de Montesa en 1848 el “Diccionario geográfico-estadístico-historico de España y sus posesiones de ultramar”, tomo XI, pg. 554, de Pascual Madoz. Ciertamente nos encontramos ante uno de los pueblos con mayor encanto de la archidiócesis, dominado por el castillo habitado hasta el terremoto de 1748 por los Caballeros de Montesa, cuyo manto medieval se extiende por la iglesia y las casas del centro histórico, separados de las ermita de la Santa Cruz  y Calvario por el barranco de La Font Santa.

Es después de visitar su hermana situada en la ladera, cuando el peregrino asciende por un sendero hasta este lugar donde sobre las tierras de secano han crecido los regadíos surcados por los caminos de hierro y asfalto. En la soledad del cerro, anota museumontesa.com, se alza la sencilla edificación de dos cuerpos, con espadaña sin campana sobre la unión de los tejados. Construida durante el s.XVI, el interior es sencillo, de planta rectangular, bóveda de cañón rebajada y entrada lateral, presidiendo el lugar la cruz y el altar. Mientras la sombra de la memoria se extiende al recuerdo de los ermitaños que vivieron en el lugar hasta finales del siglo XX, iluminándose el domingo próximo al tres de mayo con la misa y bendición de términos.

Lectura: Isaías 2, 1-3

Oración: Padre. Desde la ermita del Calvario Isaías me habla, invitándome a contemplar el templo del Señor sobresaliendo sobre los montes, dominado sobre las colinas. Y él se alza, sencillo, sin campana, sin más signo religioso que una desnuda cruz. Alzo la mirada y le digo a mi alma “venid, subamos al monte del Señor” y te pido que encuentre siempre la senda que me conduce a ti.

Font de la Figuera. Sant Sebastiá.


El peregrino a Santiago visita la última ermita de la Comunidad Valenciana antes de ascender hacia la meseta por el puerto de Almansa. El lugar fue levantado con el fin de acoger a los apestados y remodelado por el maestro de obras Vicentius Ximenes en 1561. La Guerra de la Independencia inició el proceso de abandono que culminó a finales de los años 60 con un proyecto para la construcción del complejo deportivo local, denunciado epistolarmente y en el periódico Las Provincias por Luis Garin: “Creo de verdad, y lo digo sin paliativos, que sería un auténtico error el derribar la ermita” (16 de agosto de 1969, en Ermitas y Paisajes de Valencia, II, pg. 182).

Gracias a Dios el ayuntamiento el edificio permaneció en pie hasta la llegada en 1999 del párroco D. Lisardo Castelló, quien lo encontró convertido en un almacén con los altares destruidos y las imágenes de s. Isidro y S. Antonio de Padua como testigos callados. Su empeño, la ayuda del pueblo y de las instituciones trajo consigo la restauración del monumento, recibiendo en 2005 la visita  de la imagen peregrina de la Virgen de los Desamparados, siendo abierto al culto con motivo del Año Jubilar inaugurado en la parroquia el 24 de julio de 2014.

La moderna cúpula de hierro y vidrio cual faro ilumina en la noche al caminante al tiempo que preside el edificio rectangular y rectilíneo con espadaña dotada de campana y cruz, puerta de madera adornada por el retablo y lápida conmemorativos de la visita. El interior amplio y luminoso con altares de estilo dieciochesco, decorados por murales del barroco popular,  está presidido por la cruz con sudario y la V. de los Dolores, a los que acompañan entre otras las imágenes de los santos Antonio, Sebastián e Isidro. 

Lectura: Juan 19, 37

Oración: Padre. Leo en la inscripción situada junto a la puerta “mirarán al que atravesaren”. Me asomo por la ventana y contemplo. Es momento para dejarme mirar por quien cual faro en la noche me contempla en el silencio de la ermita.   

Font de la Figuera. Santa Bàrbara.


El peregrino del Camino de Santiago asciende hacia la Meseta Castellana, siguiendo el Valle de Montesa. Así entre el puerto de Almansa y la futura autovía del Altiplano (A-33) se encuentra esta ermita, cuyos orígenes se hallan “a últimos del s. XVI” (J. Sanchis Sivera, Nomenclátor, pg. 236), habiendo tenido culto habitual y presencia permanente del Santísimo (Guia de 1963, pg. 456).

Una amplia calzada saluda al caminante de la Via Augusta y le invita a subir hacia lo alto bajo la sombra de los pinos, la indicación “reserva, prohibido cazar” y las blancas estaciones, de dos cuerpos con tejado piramidal rematado por cruz, donde en el lenguaje de los sencillos medita la pasión de Nuestro Señor. El camino se estrecha y se transforma en un erial dominado por la fría torre de telefonía y los resecos matojos.

Sin embargo en lo alto descansa el alma, acogido por la ermita con su porche central y espadaña con campana a los pies de la nave de tres tramos. En este mirador de la comarca contempla la población, las sierras de Enguera y Grossa, el valle del Abovalar y los viñedos surcados por el río Canyoles, los barrancos y las hirientes pero necesarias autovías y líneas de ferrocarril.

El porche está abierto por un arco de medio punto rematado por frontón triangular coronado por cruz de hierro. La sobria decoración de color ocre y dorado muestra la torre laureada de santa Bárbara sobre él y a ambos lados la fuente y la higuera, emblemas de la población. En la puerta se ha pintado el año “1904”.  El interior custodia en el retablo barroco la imagen de la titular, patrona de la fiesta de Moros y Cristianos. 

Lectura: Marcos 9, 27-30

Oración: Padre. En este camino que conduce hacia la tumba del Apóstol tu Hijo me pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Miro el pórtico: la fuente, la torre, la higuera. Repito en mi interior: “Tú eres la fuente de agua viva”,  “Tú eres la torre de David”, “Tú eres la higuera que da fruto”. Pero principalmente, con Pedro te digo: “Tú eres el Mesías”.

Moixent. Cristo del Calvario.


El Camino de Santiago prosigue el ascenso hacia la meseta castellana, siguiendo el corredor drenado por el río “Canyoles”: “Via Heráclea” de los iberos y cartagineses, “Via Augusta”, calzada islámica y Camino Real de Játiva a Toledo, frontera entre visigodos y bizantinos(s.VI).

Acompañado por Santiago, el peregrino recorre las calles tortuosas y angostas, hasta alcanzar la rocosa montaña donde se asienta el edificio religioso. De él escribió Luis B. Lluch Garín: “No he visto un calvario en la ladera del monte que suba tanto desnivel”, mientras contemplaba los “cipreses tan tupidos y olorosos –basta sacudir con la mano el follaje para que me rocíen con su aroma- que sombrean la tierra”.

Y en lo alto, cual señora se alza bendiciendo, el castillo almohade y la iglesia neogótica. El eremitorio fue bendecido en agosto de 1899 y restaurado en 1955-1958, 1996 y en 2008, promovida por la Hermandad de Cristo Crucificado.

El exterior cuenta con portada románica, rematada por la espadaña popular, donde cada día la campana de 1704 “Sants de la Pedra” invita al rezo del Ángelus (campaners.com). Su interior es amplio y espacioso, presidido por el altar de estilo gótico florido donde se venera la imagen del Cristo del Calvario y “sobre cuatro ménsulas laterales la Virgen y santa Ana, San Sebastián, San Benito y San Joaquín (Lluch Garín). Pero antes de salir el recuerdo al ermitaño a quien en 1969 encontró el periodista de Las Provincias, el ermitaño Vicente Belda Rey, apodado “Brama serres”, y responsable del cuidado del calvario y la ermita. Mientras, en esta tarde de domingo, a escasos metros, un pastor sale a apacentar el rebaño.

Lectura: 1 Reyes 9, 1-3

Oración: Padre. Al azar abro la pequeña Biblia de Jerusalén que me acompaña. Leo y escucho tu Palabra: “mis ojos y mi corazón estarán en él para siempre”. Lo miro, a través de la cerradura, rezo al Cristo: “Estarán en él para siempre”, en el templo de Jerusalén, en la ermita, en mi persona. Soy amado con tus ojos y con tu corazón.

Vallada. Gruta de la Virgen de Lourdes.


Es el “Paratge de les ermites” el corazón natural y espiritual de Vallada, lugar de descanso, ocio y encuentro con Dios y la naturaleza, en la soledad del peregrino y la compañía del caminante.

Al entrar en la plazoleta encuentra un baldaquino de estilo romántico, con cuatro columnas corintias sustentando el dolsel y custodiando a la Virgen María en su asunción. Entre el caño de agua y la estatua se ha grabado: “Les ames de casa a la Mare de Deu. Vallá Agost de 1990”.

Sendas señales indican la subida hacia la gruta, accesible a las personas con dificultades para caminar. Y allí se abre la arbolada plaza, terraza entre la ladera de la “Serra Grossa” y el esplendido valle de naranjos.

En la oquedad de la roca se halla la imagen de la Virgen de Lourdes, traída de esta población francesa. Una pequeña cueva acoge el altar y candelabro. A escasos metros una placa de mármol conmemora la bendición del lugar por el arzobispo D. Agustín García-Gasco el 7 de mayo de 2006. Pero fue años atrás cuando los párrocos D. Constantino y D. Antonio decidieron construir en este paraje la gruta, indicando el lugar. Posteriormente siendo Alcalde de Vallada D. Fernando Giner, hombre gran devoto de este santuario, y párroco D. Angel González Durà, promovieron la construcción del santuario de Lourdes de la archidiócesis.

El peregrino prosigue escuchando el rumor de una fuente que mana desde la pequeña gruta, iluminada por la imagen de la Señora de Massabielle, hermana de las que presiden las piscinas de allí. Queda por sentarse en los bancos de piedra y respaldo de hierro dedicados a los reemplazos de 1963, 1965,…

Lectura: Juan 5, 1-9

Oración: Padre. Levanto mis ojos hacia María, mientras leo el pasaje de la curación del paralítico. También yo me encuentro como él en el suelo, sin que nadie me pueda llevar a la fuente. ¿Quién me acercará a ella? La Virgen de Lourdes, ella, pasa delante de mí, me toma en brazos y me introduce en la fuente de tu amor. Te cuento las veces que he vivido esta experiencia.

                                                                                     

Vallada. Santísimo Cristo del Monte Calvario.


El caminante asciende hacia la segunda ermita de este bello paraje, acompañado por la tropical vegetación. Ésta le muestra la plazoleta rodeada por las estaciones del calvario. En el centro la “Font de les llagues de N.S. Jesucrist del Monte Calvario”, costeada 1986 por la cofradía le invita a rodearla, mientras inclinado lee y medita los estigmas de la pasión.

Recreada la mirada en la muda contemplación de la comarca, ascienden los ojos por la sobria fachada del santuario levantado en 1847, cuando se sustituyó la antigua capilla.  Cuenta ésta con frontón bordeado por una cornisa y óculo sobre el dintel.

Entra  en el envolvente interior, restaurado en 2007, con decoración de estilo clásico, muestra en sus paredes las escenas del via crucis, obra de José Antonio Espinar.  Inclinando la cabeza lee: “Construyose este pavimento a expensas de RT y MA 1896” y “M I SR DR D VICENTE CALATAYUD PERALES CANONIGO DE LA S. I. CATEDRAL SACERDOTE EJEMPLAR HIJO PRECLARO DE VALLADA”, homenaje a quien fue Presidente del Montepío del Clero, nacido en 1875 y fallecido el 24 de diciembre de 1959.

Pero es la imagen del Cristo del Monte Calvario, alzado sobre su anda y custodiado por cuatro ángeles en las esquinas, sustentando grandes faroles. La talla muestra al crucificado con el rostro inclinado y el costado herido sangrando. De gran devoción en la localidad lo muestran las velas rojas encendidas a ambos lados del altar y los gozos donde es bendecido por “¡Cuantas veces sedientos / tus campos, Vallada, viste! / Mas exhalaste un ¡ay! triste / y oyó el Señor tus acentos…!”

Lectura: Santiago 5, 10-12

Oración: Padre. Arrodillado ante la imagen de tu Hijo, descubro tras la celosía de sus ojos la mirada paciente. Cristo de la paciencia en el Monte Calvario, la que irradian las imágenes y representaciones de la pasión, porque “el Señor es compasivo y misericordioso”, y contagiados por ti “proclamamos dichosos a los que han dado ejemplo de paciencia”. En silencio, acompañado por tu presencia, rumio estas palabras.

 

 

Vallada. San Sebastián.


Los pasos se funden con las huellas de los peregrinos y caminantes, quienes guiados por las marchas rojas y amarillas recorren el Camino de Santiago, la Via Augusta o el sendero Andorra-Estrecho de Gibraltar (GR 7). Apartándose de ruta asciende hacia el puerto que une La Costera y la Vall d’Albaida, el que unió a los vecinos de ambas vertientes de la Serra Grossa.

Acompañado por las estaciones del calvario asciende al encuentro del Sagrado Corazón de Jesús. Más arriba halla la “mutatio” o lugar estación de descanso. Este albergue del espíritu está formado principalmente por las ermitas de San Sebastián y Smo. Cristo del Monte Calvario y la gruta de la Virgen Lourdes.

La primera preside la plazoleta rodeada por arriates con palmeras, cipreses y capillitas dedicadas a los Siete Dolores. En una de ellas un azulejo anota “1801”. Consta el pequeño complejo espiritual de tres cuerpos. El primero o casa del ermitaño con retablo dedicado a San Antonio Abad, el central con panel cerámico de San Sebastián rodeado por el escudo de la ermita, con las figuras del emblema del titular, cruz de malta y torre, y la inscripción: “SANT SEBASTIA MRT. Vallada, 20-I-1989”,; y campana bautizada con el nombre de San Antonio de Padua en 1691. . El tercero se encuentra destinada a bar.

En el interior de la ermita el retablo preside el altar. En él son venerados en las pinturas y las imágenes los santos: Sebastián, Gregorio Magno, Roque, Antonio Abad, Antonio de Padua, la Sagrada Familia y la “Mare de Deu del Miracle”. A ellos se suman, ubicados en las capillas: Cristo resucitado y azotado, el titular, la V. de Lourdes y los Santos de la Piedra.

Lectura: Mt 11, 28

Oración: Padre. Las palabras leídas me acompañan: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados y yo os aliviaré”. En cada imagen descubro a tu Hijo y a mis hermanos, los que llevaron una vida despojada de la mundanidad, confiando sólo en ti y experimentando en oración el consuelo que no ofrece las riquezas y el poder.

                                                                                     

Vallada. Divino Juez.


El caminante prosigue en la periferia de Vallada. A escasos metros descubre la ermita del Divino Juez, protegida por la negra reja y los verdes cipreses, evocadores de la muerte elevándose hacia la Vida, dramáticamente en la trágica primavera de 1748.

“Cuenta con los ermitorios San Sebastián, Santo Cristo del calvario y Divino Juez, levantándose en el sitio de este último tiendas de campaña cuando ocurrieron los terremotos de Montesa, donde se colocó el Santísimo Sacramento” (Sanchis Sivera. Nomenclator, pg. 433). Posteriormente las comitivas fúnebres se detenían allí, cantándose un responso por el alma del difunto.

En peregrino rodea la pequeña ermita, observando puerta adintelada, el azulejo con el nombre del recinto sobre ésta, el óculo pequeño, el frontón triangular, espadaña con la campana “Francisca Pascuala María del Carmen”, de 37 kg., fundida en 1942 y la cruz lobulada. En el centro se levanta la cúpula con faldones sobre tambor octogonal. En el interior es un pequeño crucero con ábsides semicirculares en los brazos y altar donde se venera al titular.

“En el lienzo está pintado Nuestro Señor, sentado en el centro del cuadro, empuñando en la mano derecha una lanza y en la izquierda una cruz. A los lados, bajo pesados ropajes, aparecen, de rodillas, Nuestra Señora de Gracia y San Bartolomé, ue lleva en la mano la cuchilla con que fue desollado. A los pies de estas figuras, el pintor ha situado, como buen miniaturista, una serie de personajes diminutos formando una larga procesión” (Luis Lluch B. Garin. Ermitas y paisajes de Valencia-II, pg. 212).

Lectura: Jeremías 30, 10-11a.

Oración: Padre. Escucho tu Palabra: “tú no temas,…, no te asustes,…, yo te libraré,…, volverá y vivirá tranquilo,…, seguro y sin que nadie lo inquiete,…, yo estoy contigo, para salvarte”. Mi corazón mira tras las ventanas de la UCI y las Unidades de Reanimación. Reza por ellos, por quienes postrados en las camas, pasan interminables horas de soledad, acompañadas por los cuidados de los sanitarios.

                                                                                     

Vallada. Santa Creu.


El peregrino de Santiago prosigue la tercera etapa del Camino de Levante, entre Xàtiva y Moixent, atravesando Vallada, deteniéndose en la iglesia parroquial de San Bartolomé y desviándose de la Via Augusta por las calles Santísimo Cristo, San Cayetano y Santa Creu. E inicia el ascenso bajo la mirada de las ruinas del castillo, herido mortalmente por el terremoto de 1748.

En esta última se para ante la casa natalicia del “Pare Presentat”, fray Andrés Garrido. Fue el siervo de Dios un religioso mercedario nacido el 29 de noviembre de 1663 y entregado a la predicación, confesión y visita de las cárceles, hospitales y viviendas de los pobres.

Las macetas con los geranios, los claveles,…, cuelgan de las paredes y los balcones, guiándole con su aroma hacia la capilla de la santa Cruz, de la cual apenas hay referencias, anotándola la “Guía de la Iglesia de la Diócesis de Valencia” publicada en 1963.

El lugar se halla rodeado por cipreses, palmeras y olivos, alzándose la blanca fachada con frontón curvilíneo rematado por una cruz de brazos calados. El interior es pequeño y cuadrado, dominado por una moderna lámpara de hierro. En la parte frontal se venera la cruz lobulada de madera, rodeada por dos láminas enmarcadas  del Sagrado Corazón. Sobre el altar se hallan  pequeñas imágenes de la Inmaculada, San Rafael guiando a Tobías y San José. En las paredes laterales han sido colgados cuadros de la Virgen de los Desamparados, san Vicente Ferrer, la Virgen María con el Niño, S. Pedro y el martirio de S. Esteban.

Lectura: Tobías 6, 1

Oración: Padre. Mi corazón descansa en este lugar, dominado por las ruinas del castillo y protegido por el jardín y la ermita. En la penumbra contemplo la figura del ángel Rafael y Tobías; escucho tu Palabra: “fueron caminando y cuando llegó la primera noche, acamparon junto al río Tigris”; medito: “día y noche, en la luz y en la claridad, camino con fortaleza de ánimo, porque tu ángel me guía y protege”; y contemplo el lugar, en el silencio interior.

                                                                                     

Montesa. Crist del Calvari.


“Al pie de uno de esos anchos pliegues se abre el paisaje de la ermita, que es como un oasis enclavado en la sencillez y sequedad del monte, recordando una estampa de la eterna Palestina: olivos, algarrobos, bancales de tierra blanca” (Luis B. Lluch Garin), a los que se suman los modernos regadíos con sus huertas de naranjos.

El lugar, levantado posiblemente a principios del s. XVIII, sirvió de iglesia parroquial después de los terremotos de 1748, hallándose en 1900 en estado de abandono. Ese mismo año mossen Antonio Arlandis recuperó el calvario. Posteriormente el párroco D. Pascual Gisbert Jordá (1909-1921) promovió la reparación de la ermita. Profanada en 1936, desde la postguerra hasta la actualidad el edificio y entorno han sido rehabilitados, ofreciendo de este modo un remanso de paz, donde salen al encuentro del caminante las estaciones del via crucis, con los modernos retablos, pintados por el ceramista local Santos Perales Terol en 1992,  las negras farolas y los verdes cipreses (www.museumontesa.com).

Éste se detiene ante la blanca fachada, con zócalo representando el paso del mar Rojo y la resurrección de Cristo; el frontón mixtilíneo y la espadaña sin campana. Alzando la vista descubre la cúpula de tejas morunas, coronada por la cruz con los brazos en forma de flor de lis.

Asomándose por las ventanillas ubicadas en la puerta, mira la nave de proporciones elegantes, donde las pilastras rematadas por capiteles dóricos con ovas se alzan hacia la bóveda de medio cañón y la cúpula ciega, asentada sobre pechinas; y contempla la imagen de Cristo Crucificado, obra de Remigio Soler, quien llagado y de rostro inclinado abraza en el vacío de la ermita a sus hijos y fieles devotos.

Lectura:  1 Corintios 1, 23-25

Oración: Padre. Contemplo la imagen, leo el texto bíblico, medito tu palabra: “nosotros predicamos a un Cristo crucificado” y rezo la oración anónima: “No me mueve mi Dios para quererte…; tú me mueves, Señor, muéveme el verte, clavado en una cruz y escarnecido”.

 

Montesa. Castillo de Santa María.


Atrás queda el puerto de Cárcer, Santa Ana y la Costera de Ranes, el viajero sigue la antigua carretera Xàtiva-Badajoz (N-430) y actual A-35 Almansa-Játiva, adentrándose en la Valle de Montesa. Allí, “en las faldas meridionales de un cerro que domina por N y O, sobre una altura que se eleva en medio del ameno y frondoso valle, poblado de olivos y algarrobos” (Diccionario Madoz-11, 1848, pg. 554.), se alza el castillo perteneciente la Orden de Montesa, habitada por estos caballeros durante los siglos XIV-XVIII, protegidos por los imponentes “muros de catorce palmos de alto, con sus troneras, reparos y traveses, y muchas puertas herradas y artillería” (Escolano, citado por J. Sanchis Sivera,Nom.pg.302).

Contaba la fortaleza-monasterio con puente levadizo, plaza de armas, cuarteles, palacio del maestre, convento e iglesia dedicada a santa María. Pero todo se desplomó a las seis y cuarto de la madrugada del día 23 de marzo de 1748, cuando un terremoto asoló en el tiempo que dura un credo y medio el lugar y las gobernaciones de Játiva y Montesa, sepultando bajo las piedras a cuatro sacerdotes, siete novicios, el organista y varios dependientes, quienes se hallaban celebrando misa en la iglesia.

“De esta obra tan hermosa, no queda mas que algunas ruinas” (J.Sanchis Sivera). Los monjes abandonaron el lugar, trasladándose a la iglesia del Temple (Valencia). Con la desamortización fue vendido al caballero de la orden, Marques de Banamej, sirviendo de cantera, comenzando a renacer a finales del s.XX y principios del XXI con consolidación, restauración y reconstrucción de la sala capitular.

Lectura:  Apocalipsis 4,11;3,9.10.12

Oración: Padre. En este atardecer, bajo la mirada de los escudos nobiliarios, a los pies de la fortaleza, mientras mis ojos se sumergen tras los muros, rezo las vísperas del martes IV: “eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder”. Pienso en los caballeros, quienes en latín entonaron días antes de morir este cántico. En silencio, oro.