miércoles, 31 de enero de 2018

Beniganim. San Antonio Abad.


Al amanecer, desde Bellús  y abando-nando el Camino del Cid, siguiendo los rayos del sol, el caminante atraviesa la presa y dirigiéndose por la CV 612 entra en la localidad de Beniganim, comenzando una jornada de silencio, oración y contemplación, acompañado por la más ilustre de sus hijas, la beata Inés.

La primera ermita que visita, construida en 1847, se encuentra “saliendo del pueblo por el indicado lado del norte y portal llamado de Valencia” (Mádoz), es decir, desde la plaza Valencia, situada a trescientos metros de las Agustinas Descalzas, asciende por la calle del Convento, adentrándose en el recinto monástico donde antaño imitaban a Francisco de Asís los frailes alcantarinos. En lo alto rodeado de chalets y protegidos por la sombra de los pinares se encuentra la ermita dedicada al santo Abad.

El edificio está formado por dos cuerpos, la vivienda del ermitaño en la parte superior y el templo en la anterior. Este cuenta con una bella y enjalbegada fachada, blanca, con dos puertas de acceso a sendos edificios, separadas por una fuente de piedra y el retablo cerámico conmemorativo de   restau-ración concluida el 16 de enero de 2011 y sobre este la hornacina con la pequeña imagen policromada del santo vistiendo túnica blanca, escapulario azul y capa marrón.

La fachada luce sobre el alero de tejaroz una abierta espadaña con remate de frontón, ventana de arco de medio punto rematada por cubierta a dos aguas y cruz con veleta de hierro. En el interior del vano se halla una campana de 9 kgr. fundida cerca de 1980.

En el interior se venera la imagen de san Antonio Abad, presidiendo desde la hornacina, manteniendo viva la memoria del lugar dedicado al padre de los anacoretas desde 1621.

Lectura: Juan 12,24

Oración: ¡Qué bien se está aquí! En la penumbra, los pasos de los frailes en oración penetran en el claustro interior. Leo “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, quede infecundo; pero si muere, da mucho fruto”. Morir, morir a mis pensamientos y a mi imaginación, para así dejar que tú fecundes mi vida en la tierra de la oración y así, solo así, daré mucho fruto.

Montitxelvo. El Salvador.


Se adentra el peregrino por la Ombria del Benicadell y les Terres de Rugat, de las huertas, los barrancos y peñas, estribaciones septentrionales del gran anticlinal Penibético. Montitxelvo, Rugat y Aielo de Rugat pueblos donde pasear placidamente, abrazados por el silencio, entrar en un bar, tomar un café, escuchar a los vecinos,  despertar el alma labriega y ascender desde la avenida Constitució siguiendo la ruta de la Creueta (Sendero Local—CV 83), “tossal” situado a un kilómetro del núcleo urbano al noroeste del municipio y 409 metros sobre el nivel del mar.

En la mitad del camino sale al encuentro del caminante el serpenteante y empedrado sendero, conduciéndole arropado por los pinos hasta la ermita recortada en la ladera del monte.

Allí detiene sus pasos y alla ante él a una bella pareja de enamorados: la ermita y el ciprés. Ella es pequeña, de ladrillo y argamasa. En su fachada se alza la puerta de arco gótico con su tímpano enlucido de yeso, cornisa, frontón triangular de ladrillo rojizo, el vano puntiagudo sin campana y rematando el edificio la cruz de hierro forjado.

En su interior se venera la imagen de Cristo Salvador. Es esta devoción el motivo de su construcción a finales del siglo XIX.

José Climent Pastor deseaba construir un edificio dedicado a Nuestro Señor y “hacer alguna cosa al pueblo”, alzando la ermita. Esta además contaba con un antiguo calvario con capillitas levantadas a expensa de familias devotas, si bien posteriormente fue demolido y nada queda. Así lo contó el teniente alcalde Juan Martínez Ferrandis a José Lluch Garín y lo narra el autor en el artículo publicado el 5 de enero de 1969.

Lectura: Esdras 9, 14-15

Oración: Padre, abro la Biblia al azar, mis ojos se detienen en este fragmento de la oración penitencial de Esdras. Pienso en mi vida, mis pecados, mis faltas de fe, esperanza y amor. Soy como una vieja ermita, pero acariciada por el sol, acompañada por los árboles, escucho en silencio, “aquí nos tienes con nuestras culpas; en verdad, somos indignos de estar en tu presencia” y rezo “aquí me tienes con mis culpas, soy indigno de estar en tu presencia”, “soy indigno, aquí me tienes”.    

Terrateig. San Vicente Ferrer.


El caminante prosigue circundando la Valle de Albaida y alcanzando el extremo más oriental de la comarca, mientras desciende hacia el mar Mediterráneo, siguiendo el Camino Real, paralelo a la carretera CV 60 Gandía-L’Ollería.

Terrateig, pueblo por donde el mártir de la democracia Gregorio Ordoñez jugueteaba durante los veranos, mientras Doña Consuelo felizmente contemplaba a su hijo, se encuentra en la margen derecha del río Bernisa y al pie del monte Peña-Larga. A seiscientos pasos de distancia se halla la ermita de san Vicent Ferrer.

En la memoria permanece la visita del predicador y así se lo recitaba en 1969 Vicente Navarro, intérprete del labrador Joanet al periodista Luis B. Lluch Garin: nos hallándose el labriego cultivando sus tierras vio al padre Vicente avanzar acompañado por una comitiva de penitentes. Deteniéndose bajo un olivo, se sentó en una piedra y desde este lugar comenzó a predicar el temor de Dios y la conversión mediante la penitencia. Concluido el sermón  hizo brotar el agua de una fuente situada junto al barranco del Morquí. Posteriormente el pueblo le acogió, hospedándose en el palacio. Testigo de ello son la vivienda, la piedra labrada en forma de pila bautismal, el olivo y el pozo.

La memoria de aquel acontecimiento ocurrido el 9 de noviembre de 1410 permaneció viva, alzándose en el lugar la actual ermita y la vivienda del ermitaño. A instancias del barón de Terrateig D. Joaquin Slava Belvis y Mompalau, siendo párroco D. José Sempere Masiá y director facultativo de la obra D. José Calvo, fue colocada la primera piedra el 7 de mayo de 1882 y bendecida el día de la fiesta, el 2 de abril de 1882. El edificio es de fábrica neogótica, con fachada donde sobresale la esbelta puerta neogótica, el frontón y la espadaña. En su interior se halla el retablo neogótico donde se venera la imagen del titular.

Lectura: Proverbios 27, 19

Oración:    Padre. Medito tus palabras, “el rostro se refleja en el agua, el hombre en lo que piensa”. Delante del olivo, imagino al pare Vicent invitándome a cambiar el corazón. Que mi penitencia sea fustigar los pensamientos negativos.

Castelló de Rugat. San Antonio y Santa Bárbara.


En lo alto del “Tossal de sant Antoni”, a trescientos metros sobre el nivel del mar y a tres mil pasos de la villa, en tiempos de Madoz (1847) se halla la planicie bendecida por la construcción del edificio religioso y el parque urbano forestal “Paraje Municipal de la Ermita”.

Lugar para el paseo contemplativo, descansando la mirada en la extensa planicie de la Valle de Albaida, al abrigo de los pinos y cipreses.

La alameda conduce a la casa de la ermitaña. Allí vivía en el invierno de 1969 la badajocence Antonia Izquierdo Poves, con su marido, sus ocho hijas y el noveno, que le “salió hijo”. Fácil es imaginar a esta mujer inmigrante, esperando regresase del jornal su esposo, mientras cuidaba de la prole y la ermita.

El caminante prosigue ladeando el lugar y descendiendo por la calle Dolorosa de blancos casalicios. Vuelve el rostro, quedando prendido por la majestuosidad del edificio construido a finales del siglo XVII y restaurado por el ayuntamiento los años 1985-1989. Le acoge el arqueado porche, la torre campanario cuadrada desde la que se asoma la campana Jesús, María y José, de cuarenta y cinco kilogramos, fundida en 1956 y la ventana que se asoma entre las techumbres de tejas morunas.

A través de la mirilla ve el interior del edificio, con su bóveda de cañón, arcos fajones y altares, presidido por el retablo de líneas barrocas y la imagen de San Antonio. En los altares laterales se hallan, según Lluch Garín las tallas de la santa Bárbara y San Antonio de Padua. A los que acompañan pequeñas. Y sobre el porche, invisible a sus ojos, el coro con rústica balaustrada sosteniendo la barandilla.

Lectura: Malaquías 1

Oración:    Padre. Abro la Biblia al azar y me hablas: “Os amo, dice el Señor. Pero vosotros decís: ¿En qué se nota que nos amas?”. Sigo leyendo, descubro la denuncia del profeta dirigida a mí,  “¿está bien traer un animal cojo o enfermo para sacrificar?”, ¿cómo son mis ofrendas en tiempo, a los necesitados? Y después me quejo, Si mi vida de oración fuese más auténtica no te protestaría.

Rafol de Salem. Sal Blas.


Prosigue su andadura el caminante, acompañado por la sombra del Benicadell, sierra donde D. Rodrigo Díaz de Vivar conquistó la peña Cariella, fortificándola con el fin de frenar la amenaza almorávide. Así lo canta el poema del Mio Cid: “Llegan a Cullera y llegan a Játiva, / y aún más abajo, a Denia, la plaza; / junto al mar, la tierra de moros con dureza la trata, / ganaron Peña Cadiella, con sus salidas y entradas” (vv.1160 y ss.).

En el amanecer siguiendo los rayos del sol, alcanza Rafol de Salem, asomándose entre la espesura del bosque la ermita dedicada a san Blas.

Asciende la ladera por el zigzagueante calvario, contemplando sentada el blanco templo con la casa del ermitaño, un porche con tres arcos y la torre con su campana San Blas, fundida en 1854.

Y descansa mientras contempla el valle de doradas colinas pintadas de verde. Sendas ventanas protegidas por telas metálicas le permiten sentir la caricia y aspirar el aroma de los edificios antiguos, mientras la mirada recorre el interior.

Frente a los ojos el altar neogótico con la imagen del titular, el sagrario a sus pies, la mesa del sacrificio, una talla de la virgen de Montserrat y tres cuadros decorando las paredes.

A propósito del santo, escribió Luis Lluch Garín  hallarse este en la iglesia y cuando un forastero deseaba visitar la ermita, el sacristán Miguel Hernández lo tomaba y con ellos subía la escultura encontrada por dos labradores en 1430. En su honor se construyó la ermita gótica, sacudida por los terremotos de 1644 y 1748 y el diluvio de san Carlos (1884), siendo reconstruida y restaurada tras ellos. Sirviendo como lazareto durante el cólera de 1854.

Lectura: Salmo 146

Oración:    Padre. ¡Cuánta paz hay en este lugar!, mientras contemplo el cielo, la tierra y cuanto hay en ellos, obra de tus manos, del Dios de Jacob, “que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos”. Miro, descanso la mirada en este lugar, mientras recito “alaba, alma mía, al Señor, alabaré al Señor mientras viva”.

Otos. Virgen de los Dolores.


Siguiendo la carretera provincial CV-616 asciende el peregrino hacia la sierra coronada por el pico del Benicadell. Atraviesa la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción con su “raboseta” oteando, el palacio del Marqués de San José (s.XVIII) y los relojes repartidos a lo largo del casco urbano, obra de artistas reconocidos, entre ellos Manolo Boix, Rafael Almengol y Antoni Miró. Las serpenteantes calles le conducen hacia la ermita situada en la margen izquierda.

Allí, rodeada por un parque infantil y un jardín donde se alza el monumento “en memoria dels jòvens que pergueren la vida a les guerres del segle XX” (Guerra Mundial, Guerra del Rif y Guerra Civil) cuyos nombres han sido grabados por el fuego sobre la columna coronada por una paloma. Espacio completado por las palmeras y una

Desde este mirador contempla el valle regado por el río Albaida,  la “Serra Grossa”, la presa de Bellús y los campos de olivos, naranjos, albaricoques, caquis y viña, pueblos de moriscos habitados por cristianos tras la expulsión, alquerías de Torralba y Micena.

La ermita fue construida a finales del siglo XVIII, abandonada posteriormente, en 1970 fue remodelada, derribándose la casa del ermitaño y en 2005 restaurada.

De un solo cuerpo, con tejado a dos aguas,  contrafuertes en los laterales y fachada en la que se abre la puerta adintelada de madera, ventana cuadrada, guardapolvos sobre ambas, frontón triangular quebrado por la austera espadaña donde colgada de una viga pende una campana de 16 kilogramos.

El interior cuenta con bóveda de cañón sustentada por arcos fajones y decorada con pinturas, altares laterales y retablo neoclásico, con la imagen de la titular, presidiendo el presbiterio.

Lectura: 1 Samuel 10, 6

Oración:    Padre. “Vendrá sobre ti el espíritu del señor, profetizarás con ellos y te convertirás en otro hombre”. Son las palabras que inspiraste a Samuel en su diálogo con Saúl. Contemplo el valle y la ermita, lo profano y lo sagrado, caminos donde Tú sales a mi encuentro en personas como los profetas que me hablan de ti, en cada gesto de amor que descubro en ellas.

Atzeneta de Albaida. Cristo de la Fe.


Al pie de la sierra y en la embocadura del puerto de Albaida, siguiendo el trazado del camino real que conduce a Alicante y Játiva, se encuentra el pueblo más elevado del valle, “largo y angosto de calles irregulares” (Mádoz). En los “extramuros del lugar se halla la ermita del Santísimo Cristo del Calvario, cuya imagen es muy venerada en torno a aquel valle” (Sanchis Sivera).

Le precede la amplia avenida franqueada por las blancas estaciones del via crucis y los verdes cipreses.

La historia del lugar arranca en 1708 cuando mossen Josep Girones promovió la construcción de una ermita y un calvario con el fin de venerar allí  la imagen antigua del Crucificado. Concluidas las obras en 1709 la talla fue sustituida en 1722 por el actual Cristo de la Fe, quien durantela Guerra de la Independencia sufrió el castigo de los franceses, siendo quemada por las tropas napoleónicas. Rescatado de las llamas, el fuego pintó en ella el color por el que comenzó a conocerse entre los devotos con el apelativo de “el Morenet”. Medio siglo antes la ermita había sido derribada, alzándose la segunda. Finalmente durante los años 1883-1890, a instancias de mossen Sebastià Dominguez fue edificado el actual santuario de estilo neogótico.

  La fachada cuenta con dos pequeños jardines, una espadaña central y sendas torres donde se albergan las campanas fundidas en 1939: Virgen del Carmen (23 kg.), San José (34 kg.) y Santísimo Cristo del Monte Calvario (77 kg.) y dos jardines laterales.

En el interior domina el lugar el cromático altar neobizántino donde se venera la imagen del patrono. Esta es  custodiada por dos ángeles y los cuatro evangelistas. Desde él se accede a la sacristía comunicada con el exterior por un recoleto jardín lateral. En la nave destaca el coro situado en la cabecera, las vidrieras  y el zócalo de cerámica valenciana.

Lectura: 2 Corintios 1, 3-4

Oración:    Padre. Aquí, frente a la ermita elevo la alabanza hacia quien “nos consuela en cualquier tribulación nuestra hasta el punto de poder consolar nosotros a los demás mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados”. Y lo experimento, en la paz y el silencio. En las frías noches me consuelas con tu presencia.

Bèlgida. San Antonio Abad.


El Camino de San Blas une Montaverner y Bélgida. Es senda de esperanza y recuerdo conmemorado cada lunes de pascua. Memoria de la memorable jornada de 1678, cuando la imagen llevada desde Bélgida obró el milagro, sanando a los enfermos del garrotillo.

Entre ambas iglesias parroquiales se halla un árbol y una ermita. Esta dedicada a san Antonio Abad. Rodeada por olivos y árboles frutales, le preceden cual escolta regia seis altos cipreses.

Ante ellos detiene los pasos el caminante, contemplando la amplia fachada precedida por un porche abierto por tres arcos y formada por el frontón triangular con espadaña sin campana y cruz como remate.

Atravesado el umbral tres puertas dan acceso al oratorio y dos viviendas. La situada en la derecha fue habitada por un ermitaño y posteriormente una familia necesitada. En la puerta se halla la aldaba de hierro con la clásica forma de mano. El edificio de la izquierda fue destinado hasta 1858 como escuela. Trasladadas al interior de la villa y merced a la gran labor de fray Vicente Pla, se habilitó allí una Casa de Caridad y lazareto donde cuidar a los enfermos víctimas de una epidemia o enfermedad contagiosa.

La puerta central dotada con una amplia mirilla da paso al oratorio. Este comenzó a construirse durante el siglo XVI, siendo bendecido por el canónigo de la catedral de Valencia D. Lorenzo Belvis el día 28 de julio de 1721.

Desde el ventanillo el peregrino contempla la nave con las capillas laterales, los lunetos ciegos, la bóveda de medio cañón, el púlpito, el moderno altar de madera y sobrio retablo donde se venera la imagen del santo anacoreta.

Lectura: Isaías 38

Oración:   Padre, en este lugar leo el poema del rey de Judá Ezequías, oración del justo con ocasión de la enfermedad y restablecimiento. Entre los versos resuena con fuerza “El Señor está cerca de los suyos: / ¡Señor, en ti espera mi corazón! Que se reanime mi espíritu. / la amargura se me volvió paz / cuando detuviste mi alma / ante la tumba vacía”. Permanezco el silencio de quien se siente mirado por Ti.

Carrícola. Cristo del Calvario.


Después de abandonar el Camino de San Blas, visitar la ermita de san Antonio y la iglesia de san Lorenzo el peregrino inicia la ascensión hacia Carrícola, el pequeño municipio situado a 425 metros sobre el nivel del mar.

Huertos de caquís, naranjos y olivos, huertas cuidadas con esmero, y las arcadas de la fuente del Gatell y los barrancos de Les Passeres y L’Arcà, acompañan hasta el lavadero y la iglesia parroquial de san Miguel. Calles estrechas bellamente decoradas con modernas obras de arte le guían hasta el edificio consistorial de líneas renacentistas  con el reloj y la fuente.

Pero no se detenga el caminante contemplando las construcciones decimonó-nicas, avance hasta hallar la ladera sobre la que se alza la ermita. Mire a lo alto, contemple la sierra, el Benicadell a su izquierda y a la diestra la torre almohade de los siglos X-XII protegida por la fortaleza cristiana alzada durante el siglo XIII. Lugar al que ascenderá después del encuentro con Cristo, contemplando desde allí el Castillo de Xàtiva y el valle blanco, de cabellos rubios durante el otoño.

Desde la calle arranca el calvario con los cipreses, las catorce estaciones blancas con las escenas de la pasión representadas en azulejos de cerámica valenciana y las estrofas invitando a conmoverse ante el dolor de Cristo.

La ermita es pequeña, con tejado a doble vertiente, fachada rematada por espadaña sencilla de hierro sustentando la campana de 2 kg. Santísimo Cristo del Calvario, fundida en 1920. Una amplia puerta de metal con ventana romboidal permite al orante arrodillarse ante la imagen del crucificado, esculpida durante el siglo XIX y contemporánea al edificio. El rostro inclinado tras el último aliento, el corazón traspasado invitan al silencio contemplativo.

Lectura: Zacarías 3, 8-10

Oración:    Padre, abro la Biblia al azar y leo el oráculo sobre “el Germen”, escrito por tu profeta. “Mirad, voy a hacer venir a mi siervo ’Germen’, mirad la piedra que pongo ante Josué, es piedra única con siete ojos”. Fundido por el fuego de la pasión, sin oxígeno, tu Hijo es piedra para descanso de este pecador. 

Bufali. Cristo de la Pobreza.


Prosigue el Camino del Cid en su avance hacia Alicante, caminante y cicloturista atraviesan Montaverner, el “paset” del río Albaida y siguiendo un tramo del sendero prosiguen por el Camino Real, tomando el camino que le cruza, descendiendo en busca del río  y ascendiendo hasta la colina donde se alza el municipio de Bufali, antaño dominio del Marqués de Albaida y anejo de la parroquia de San Juan y Santiago de Montaverner (1535-1574), retoria de moriscos, servida desde la Guerra Civil hasta principios de 1995 por el párroco de esta localidad.
Recorre el caminante y el cicloturista la serpenteantes calles Virgen de Loreto, l’Església, Hispanidad y la Pau contemplando el templo reedificado los años 1885-1887 después de la riada de san Carlos (4-5 noviembre 1864), la casa consistorial y el polígono industrial. Adentrándose en él halla el camino que le conduce a la ermita dedicada al patrono de la población, el Cristo de la Pobreza.
Esta preside el calvario cuyo dibujo copia el plano de la plaza de san Pedro de Roma, con los brazos abiertos al peregrino, mostrándoles en las estaciones del vía crucis las huellas del Amor apasionado de Cristo, encalando la mirada hacia lo alto en cada uno de los cipreses.
La ermita es sencilla, austera y bella en las formas. De portada con arco escarzano o reducido, óculo redondo, espadaña, campana “Cristo de la Pobreza” fundida en Santander el año 2007, cornisa curva o mixtilínea y cruz coronando el edificio.
En su interior se veneran la imagen del titular, donada por una familia de Montaverner, Virgen de los Desamparados y Virgen de los Dolores, sufragadas por vecinos del lugar. 
Lectura: 1 Samuel 12,24
Oración:   Padre, tomo la Biblia en mis manos, mientras me abandono en la paz de este espacioso lugar sagrado. Te escucho en el silencio “temed solo al Señor y servidle sinceramente, con todo vuestro corazón, pues habéis visto lo mucho que he hecho por vosotros”. Interiorizo la frase, repitiéndola, dejando florezcan los pensamientos.

Albaida. San Juan Bautista.


Es en la Albaida de los siglos XVI-XVII donde el peregrino, dejando tras de sí la iglesia parroquial de la Asunción con los lunetos y cuadros del pintor José Segrelles y el “Palau dels Milà i Aragó”, presidiendo la que bien podríamos llamar plaza de armas de la ciudad, siguiendo la calle de San Juan Bautista, donde encuentra una pequeña ermita dedicada al Santo Precursor.

Apenas se distingue de los edificios colindantes, formando parte de la casona solarieda, antigua y noble, perteneciente en tiempos pasados a la familia Madramany.

La estrecha fachada se distingue por los elementos propios de la arquitectura religiosa: puerta adintelada o recta sobre el que se alza el arco visigodo con un vano o hueco que arranca de la celosía. Sobre este, presidiendo la portada y acompañando a los transeuntes, se encuentra un retablillo de cerámica enmarcado por una moldura  con la representación de san Juan Bautista niño acariciando un cordero.

Encima de él se abre la ventana de mediopunto por la que asoma una pequeña campana dedicada al titular, con un peso de diez kilos, restaurada en junio de 2006. En el tercio se lee: “SOI DEL SALVADOR DE ALBAIDA AÑO 1775”.

Remata el edificio el frontó triangular  dos macetones blancos y un ventana abierta en el óvalo.

El interior de la ermita forma un cuadrado sobre el que se alza la cúpula ciega seccionada por cuatro arcos fajones y sustentada por pechinas y arcos torales. Allí era venerada la imagen del titular, trasladada posteriormente al templo parroquial, albergando en la actualidad el paso de la

Lectura: Juan 10, 27-28

Oración:   Padre, después de deslizar la mirada por la fachada y detenerla en el retablo, abro al azar la Biblia y encuentro estas palabras de tu Hijo. “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no pereceran para siempre y nadie las arrebatará de mi mano”. En silencio rumio estas frases, las repito hasta encontrar la paz de quienes en sus pasos vacilantes caminan bajo la sombra de Jesús, protegidos por Él.

Albaida. San Miguel.


Es en el Raval de Jussà, los extramuros de la medieval mora y cristiana Albaida, donde se encuentra la ermita de san Miguel Arcángel, accediendo subiendo las escaleras que arrancan en la avenida Fora.

“La antigua iglesia de san Miguel, que antes fue parroquia” (Mádoz) cuenta con fachada sobria de puertas de madera emplanchadas por una lámina de hierro y con clavos como elemento decorativo. Sobre ella un zocalillo de cerámica con letras azules titula el lugar presidido por el retablo de san Miguel iluminado por un farolillo de forja. Y bajo el alero se abre un hueco de moldura que alberga la campana más antigua de Albaida, la Santa María, fundida en 1643 y restaurada por los campaneros de la localidad en mayo de 2008.

Es una vecina, quien guarda la llave de hierro, la que al verme me invita a entrar en la ermita, describiéndome el lugar con las palabras de quien cuida y ama el lugar. De este modo el peregrino entra y halla frente a sí recreación de la gruta de Lourdes, lugar pequeño, recogido y cautivador muestra un fragmento procedente de la cueva de Massabielle.

A la izquierda halla el templete con la imagen de san Miguel derrotando al diablo de columnas corintias. A ambos lados dos hornacinas acogen las imágenes de la Virgen del Carmen y Sagrado Corazón de Jesús.

La nave cuenta con numerosos altares dedicados a la Divina Pastora, cuyo cuadro es custodiado por sendas pinturas del descendimiento; al Santo Sepulcro con el estandarte de la Semana Santa y una pequeña reproducción del paso destruido durante la Guerra Civil; tríptico confeccionado por las feligresas del barrio con san Juan y la Virgen María bordados, cruz e imagen de san José; y la Virgen del Carmen.

Lectura: Salmo 128

Oración: Padre. Alzo la mirada y contemplo a san Miguel, quien siendo obediente a ti derrotó  al diablo. Te escucho en la Biblia, “dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos”. Me hablas de dicha y fecundidad, prosperidad y paz. Feliz quien te ama con respeto, quien frente al demonio hiere su egoísmo y orgullo con la laza de la cruz.

Sempere. Iglesia de san Pedro.


El Camino del Cid conduce a la localidad de Sempere, pequeña, callada y silenciosa, con su calle principal y su plaza alzada sobre la colina, cual torre almohade.

En ella contempla la madre de las parroquias de Guadassequies y Benissuera, retoría desmembrada en 1541 de Beniganim.

“La actual iglesia parroquia comenzó a construirse en 1794, cuya primera piedra se puso el dos de febrero de aquel año, haciendo el plano el arquitecto José Ariño. Después de muchas visicitudes en las obras, debido principalmente a dificultades económicas, se trasladó el Sacramento desde la antigua a la nueva el 2 de octubre de 1814, continuándose desde entonces las obras de embellecimiento interior; el retablo del altar mayor se hizo en 1822” (José Sanchis Sivera, Nomenclator, pg 385).

El campanario consta de dos cuerpos, con reloj en el primero y sala de campanas en el segundo. Allí se encuentran la pequeña, “Sant Pere Apòstol” y la grande, “Mater Dolorosa”, fundidas en 1908 y 1951. Estas fueron restauradas y bendecidas por el obispo auxiliar de Valencia D. Enrique Benavent el día 17 de febrero de 2013.

La fachada consta de cornisa mixtilínea y portada renacentista. El interior es presidido por la imagen de San Pedro Apóstol, situada en el centro de un moderno cuadro de la basílica y plaza vaticana. A ambos lados se hallan las imágenes de San Agustín y San Juan de la Cruz.

La amplia nave consta de bóveda de cañón y singular casquete pintado con al técnica del “trapantojo” por la que engaña al ojo utilizando la perspectiva y profundidad, representando el interior de la cúpula de san Pedro.  En la parte de la epístola del crucero se venera la imagen del patrono, el Cristo de la Gracia, próxima a ella se encuentra la pila bautismal y el púlpito. Y en los altares S. Blas, la Inmaculada, santa Ángela de la Cruz,  y la Virgen de Fátima.

Lectura: Proverbios 19, 23

Oración:    Padre,  medito “quien teme al Señor se dirige a la vida”. Paseo por la iglesia repitiendo estas palabras, las que unen a todos los santos aquí presentes, temor predicado por san Vicente, cuyo rostro pintado contemplo. Te tema, es decir, te ame como a Dios mío y único Señor. 

Guadassequies. Iglesia nueva de la Esperanza.


Dejando tras de sí el templo y el área recreativa y siguiendo la calle Major entra el peregrino en la zona de viviendas construidas a finales de pasado siglo, vertebradas por la contigua “avinguda Constitució”. Es en  la parte septentrional donde se encuentra la iglesia parroquial de N.S. de La Esperanza, construída durante los años 1995-1996 por la empresa de Bèlgida, dirigida por Eduardo Gómez, JOESA. Así gracias al empeño de su alcaldesa Carmen Vidal, el párroco y el pueblo fue levantado, siendo dedicado por el Cardenal D. Agustin García-Gasco el 29 de julio de 2000.

El bello y luminoso edificio se alza cual faro del milenio en la zona alta del municipio, constando de campanario, iglesia, dependencias pastorales y sotano.

El campanario exento y de planta triangular alberga las campanas fundidas durante el Gran Jubileo de 2000, “Santíssim Crist de l’Empar” y “Verge de les Neus”.

Mientras en el interior de la iglesia se encuentra el altar mayor y el retablo moderno con columnas sustentando tres arquivoltas, donde se venera la imagen de la La Esperanza, representando a María embarazada mostrando en su túnica el sol. Fue esculpida por el albaidino Damià Pastor y donada por la marquesa de Trenor entorno al año 1900. Le acompañan las tallas de  san Roque y san Vicente Ferrer. A los pies del altar se halla la pila bautismal.

Esparcidos por la nave se encuentran las esculturas de san José, la Inmaculada y san Antonio de Padua, y los retratos de los santos papas Juan XXIII y Juan Pablo II. En el centro del templo se encuentra el cimborrio octogonal; en la parte oriental la capilla de la comunión con el sagrario y las tallas del Sagrado Corazón, la Dolorosa y el Cristo Yacente, Y en el lateral izquierdo la sacristía, sala de reuniones y despacho parroquial, con sendas imágenes del Niño Jesús de Praga. Finalmente las paredes se abren al exterior mediante las numerosas vidrieras.

Lectura: Salmo 143, 6

Oración:    Padre,  “extiendo mis brazos hacia ti: tengo sed de ti como tierra resaca”, por eso he venido a esta iglesia, para sentir tu abrazo y escuchar el latido de tu corazón. Mi vida necesita de tu gracia, del amor que fluye desde el altar. 

Guadassequies. Iglesia antigua de la Esperanza.


El peregrino del Camino del Cid sigue el vuelo de la corneja y cual caballero del Campeador,  quienes “a la salida de Vivar tuvieron la corneja a la derecha” (Cantar del Mio Cid, 11), entra en Guadassequies.
En el corazón del parque encuentra “su iglesia parroquial, que está dedicada a Nuestra Señora de la Esperanza, se construyó en el siglo XVIII” (Nomenclator, pg.251).  El entorno constituye la víctima inmolada al río Júcar, para que este no arrase la Ribera con las aguas procedentes del río Albaida”. Así la construcción de la presa de Bellús en 1995 obligó la demolición de gran parte del centro histórico, salvándose tan solo el templo, porque “esta iglesia iba a ser demolida el 16-3-1997. Gracias al empeño de muchas personas muy válidas de este pueblo no se derribó”,  indica al entrar una inscripción grabada en el piso de mármol. Este empeño no quedó solo en ello, restaurándose durante los años posteriores.
La iglesia pertenece al estilo barroco clasicista valenciano, siendo de planta de cruz latina, con nave central y capillas laterales, cúpula sustentada sobre cuatro pechinas donde se han pintado los evangelistas, altar mayor donde se venera la imagen de la “Esperancita vieja”, obra barroca del siglo XVIII. A ella se suman el Sagrado Corazón, cuadro de la Divina Pastora y los santos de devoción local, entre otros san Antonio de Padua, san Antonio Abad, el Cristo de Medinaceli, la Virgen de los Desamparados y San José. Cuenta además con capilla lateral donde se venera una copia de la tabla gótica “el San Miguel de Guadassequies”, pintada en 1520 por el artista Roderic d’Osona.
Además cuenta con un museo parroquial inagurado en 2003 donde se exponen ornamentos litúrgicos y piezas de orfebrería. Finalmente en la sala de campanas se encuentran “María, xicoteta” y María de la Esperanza, la campana grande, fundidas en 1922 y 1935.
Lectura: Miqueas 2,12
Oración:    Padre,  me hablas, “los juntaré como ovejas en el aprisco, como rebaño en medio del prado”, este lugar donde tus hijos como un rebaño caminamos hacia la Eucaristía, alimentados por tu Hijo.

Bellús. Iglesia parroquial de santa Ana.


“A mediados del siglo XV contaba de 38 casas habitadas por moros, que al convertirse formaron iglesia aneja de Beniganim, la que fue desmembrada por el Beato [San] Juan de Ribera en 1574, erigiéndose en parroquia independiente, con la advocación de santa Ana, que es la actual” (J. Sanchis Sivera, Nomenclator, pg. 94).

El edificio se encuentra situado en el extremo occidental de la plaza del Horno, donde el “Palau de Bellús o dels Bellvis”, obra del siglo XV-XVI, evoca su pasado morisco.

Cuenta con torre campanario edificada durante los siglos XVII y XX, cuadrada, de tres cuerpos, remate construido el pasado siglo, con balaustrada y esfera para el reloj, con arcos en diagonal y  veleta. En la sala de campanas se encuentran las campanas Santa Ana y Cristo Rey. La primera de 62 kgr. fue fundida en 1978 y la segunda de 131 kg. datada en 1941. A ellas se suma una tercera, llamada “D. Eusebio Escobedo”, fechada en 1916, con un peso de 11 kgr. y ubicada en el interior de la parroquia.

Consta de planta cuadrada con capilla de la comunión donde se veneran las imágenes del Sagrado Corazón, san José y san Antonio Abad; presbiterio formado por el retablo neoclásico presidido por la titular, santa Ana custodiada por sendos ángeles y a ambos lados la Virgen María entregando el rosario a santo Domingo y santa Catalina, al que se suma en la parte del evangelio los Santos de la Piedra, Abdón y Senen.

En los altares son veneradas la Milagrosa, la Inmaculada, la Virgen de los Desamparados, san Vicente Ferrer y el Niño Jesús de Praga.

Además cuenta coro al pie de la nave y con museo parroquial donde pueden verse ornamentos, custodias y objetos sagrados de orfebrería.

Lectura: Mateo 4, 24

Oración:  Padre. En este lugar me hablas, “le traían todos los enfermos”. Alzo la mirada y también traigo al altar la oración por las personas enfermas que conozco, especialmente aquellas cuyas heridas son profundas y difíciles de curar, los que sufren enfermedades mentales.

Albaida. Virgen de Gracia.


En el barrio de “Llacorella”, llamado así por el tipo de piedra sobre el que se asienta, se encuentra la ermita. “Emparedada en la angostura estrecha de la calle, es el rincón predilecto de los pintores, los que toman sus puntos de vista desde las escaleras del ‘carrer de llacorellat” (Ermitas-II, pg. 128), escribió Luis Lluch B. Garín en el artículo publicado por Las Provincias el 20 de febrero de 1969.  Esta angosta vía está dedicada a la titular de la ermita y discurre en paralelo con la calle Elías Tormo.

El sacerdote José Sanchis Sivera, en el “Nomenclator” (1922) constata la existencia de “la casa-asilo de Nuestra Señora de Gracia, con escuelas dirigidas por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, instaladas en 21 de diciembre de 1877” (pg.26), encontrando allí el periodista una lápida sepulcral con la siguiente inscripción: “Juan Bautista Tormo Ferri, su testamentaria erigió esta iglesia en 1892”.

Lugar de oración y solidaridad, pulmón donde las servidoras de los pobres y cuantos en este lugar de caridad aman encuentran el oxígeno de Dios para reconocer en el necesitado el rostro de Cristo.

El peregrino eleva la mirada hacia el cielo contemplando la torre rematada por el agudo chapitel y coronada por una cruz, clausura de la campana Nuestra Señora del Rosario, fundida en 1823.

La fachada  cuenta entre otros elementos con pilastras de ladrillo, cornisa de piedra, amplio óculo rodeado por fajón y ventana abocinada.

Es en el interior circular, iluminado por las vidrieras,  donde el peregrino se encuentra arropado por las manos de Dios, sintiéndola al contemplar las imágenes de la Virgen de Gracia, La Milagrosa, san Vicente de Paul, santa Luisa de Marillach, san José y san Vicente Ferrer.

Lectura: 1 Juan 2,10

Oración:  Padre. iluminado por los rayos que atraviesan los cristales repito en mi  interior “quien ama a su hermano permanece en la luz”. Antes de iniciar la visita a los ancianos te pido me ayudes a encontrar la luz en ellos y dejarme iluminar por las palabras de tus Hijas de la Caridad.

Albaida. Cristo del Calvario.


En la que fuera cabeza de partido judicial en tiempos del diccionario Madoz (1845) y en las proximidades de la antigua carretera Barcelona-Algeciras (Nacional 340) se encuentra el pequeño calvario con su ermita y altares del via crucis. Lugar de paz y armonía donde antes de emprender el ascenso al puerto de Albaida el caminante descansa contemplando el valle custodiado por las montañas del Benicadell, Atzeneta, Covalta y Agullent, en su parte meridional.

Y allí rodeada de cipreses que guardan entre sus troncos las capillitas donde se veneran en paneles cerámicos los catorce momentos de la Pasión.

Es la ermita pequeña de color blanco y crema, situada bajo la sombra de una chimenea industrial de ladrillo.

“Tiene una elegante fachada coronada por una cruz de piedra sobre una cornisa de curvas barrocas” (Lluch Garin), con seis escalones por los que se sube a la puerta adintelada, sobre la que se abre el óculo o ventana pequeña y redonda decorada con una moldura. A estos elementos  se suma una farola de hierro anclada a la  pared.

Gracias a la ventana rectangular abierta en la puerta y protegida por una celosía el peregrino puede acercar su rostro al interior de ella,  pintado con los mismos colores que la parte exterior. El pequeño recinto es de techo plano con un retablo neoclásico en el ábside, cuya ornacina acristalada de madera guarda la imagen de Cristo crucificado, muerto y con rostro inclinado. A los pies dos pequeñas tallas de virgen María y numerosos búcaros con flores artificiales. El piso es de losetas ajedrezadas, venerándose en las paredes litografías con representaciones religiosas.

Lectura: Romanos 1, 6

Oración:  Padre. Aquí me tienes, en esta colina entre la ciudad de Albaida y la línea que divide las provincias de Valencia y Alicante. Después de contemplar la imagen, guardada en mi memoria, abro la Biblia, leo, medito y contemplo la Palabra que en este lugar me diriges: “pues no me avergüenzo del Evangelio, que es fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree”. Ante la imagen confieso creo en tu Hijo y en el Evangelio, la respuesta que hoy necesita la sociedad.

Albaida. San José.


El peregrino se adentra en la ciudad “La Blanca”, “Al-Baida”, fundada por los árabes en este valle de paisajes ondulantes de camadas de armiños descendiendo hacia la presa de Bellús.

Desde la Iglesia Arciprestal de la N.S. de la Asunción y el Palau dels Mila i Aragó comienza el caminante a recorrer la larga calle de 512 metros. Esta cuenta  con diversas denominaciones (Major, l’Ereta, Verge del Remei y Arqueoleg Ballester), contemplando la diversidad de fachadas, para adentrarse en el barrio de san Antonio, cuyas casas comenzaron a construirse durante los años 1771-1800 (web municipal).

Es allí donde alcanza la ermita, alienada con las viviendas limítrofes, cual casa de Nazaret, “otra moderna, edificada en 1913, en la calle de san Felipe, dedicada a san José” (Carlos Sarthou Carreres, Geografía del Reino de Valencia, 1913).

La fachada de frontón cuenta con tímpano de abanico orlada con fajón de ladrillos rojos, dos óculos o ventanas pequeñas redondas, entre los cuales está la lápida con el nombre del titular, remates piramidales y cruz de piedra con brazos lobulados. El interior es sencillo y majestuoso, formado por pilastras con capiteles jónicos, un friso gris y blanco, sobre el que se sustenta una escocia que bordea el techo plano. Entre las dos puertas de madera se alza el retablo neoclásico compuesto por dos columnas, frontón curvado, jarras en la esquina y el nicho central donde se venera una pequeña imagen de san José (cf. Lluch Garin, Ermitas, II, pg. 133, año 1969).

La campana anclada entre  el muro y la pared, fue fundida en 1940, pesando 27 kg. y fue “regalo de las devotas del barrio de san Antonio” (campaners.com).

Lectura: Cantar de los Cantares 1,17

Oración: Padre, por segunda vez abro la Biblia y me ofreces la canción del amado y la amada. “El techado de nuestra casa es de cedro / y nuestro artesonado, de enebro. / Soy narciso de la llanura, / una rosa de los valles”. Alzo la mirada a la ermita, tu hogar, donde el alma, la amada, encuentra al Amado, Tú, mi Dios, la Mirada, la “Llama de Amor viva que tiernamente hieres”.130. Albaida. Cristo del Calvario.

 

.Albaida. Ruínas del Convento de Santa Ana (dominicos).


“Al pie de la montaña de la Cueva-Alta, está el edificio que fue convento de los Dominicos” (Madoz, I).

El peregrino habiendo abandonado la A-7 y en la rotonda, toma la antigua Nacional 340, encontrando en la margen izquierda,  las vetustas ruinas del Monasterio de Santa Ana, acariciadas por la exuberante vegetación formada por pinos y matorrales.

Allí, ante él, permanecen firmes frente al tiempo la fachada con su arcada puerta y cornisa, muros y restos de la bóveda de la antigua ermita y monasterio.

Fue en 1538 cuando el Conde de Albaida D. Cristóbal Milán de Aragón, donó el eremitorio dedicado a la madre de la Virgen María a los dominicos. Su Provincial, fray Joan Micó, construyó el convento, enviando a los padres predicadores. 

Años más tarde, en otoño de 1557, fue enviado san Luis Beltrán, quien permaneció como vicario hasta 1560, “en cuyo tiempo sucedió el famoso milagro de la pistola” (Sanchis Sivera), convirtiendo la pistola de quien disparó al santo en un crucifijo.

De este monasterio fueron los frailes predicadores en Montaverner: frare Xeres (1586), frare Feliu (1589), frai Joseph Aliaga (1592 y 1593), frai Cristofol Sanchiz (1599 y 1600), fray Vicente Guerola (1747) y fray Cristobal Bono (1762, 1763 y 1764). Años después, en 1795, se hospedó el botánico Cavanilles.

Destruido durante la invasión francesa, reconstruido de nuevo, tras la desamortización de Mendizábal (1836-1837) fue vendido a unos particulares quienes transformaron el lugar en una granja de labores.

Lectura: Malaquías 2,17-3,5

Oración:  Padre, con temor y temblor contemplo estos muros. Leo el pasaje de “El Día de Yahvé” e imagino a san Luis Beltrán cual profeta escondido en la ermita o en una de las cuevas, orando con este texto. “Os llamaré a juicio y seré testigo diligente contra los que roban el salario al trabajador, explotan a viudas, huérfanos y emigrantes”, “sacude mi conciencia para que sea exigente conmigo antes de que llegue el día del Juicio”.

 128.