jueves, 21 de mayo de 2015

75.Carcaixent. San Roque.




En un recodo de la carretera CV 543 (Cogullada-Alberique), siguiendo el Camino del Cid, de Santiago y la “Ruta dels Monestirs”,  encuentra el peregrino un jardín de cipreses y almeces arropando la pequeña ermita dedicada a san Roque. Después de descender los peldaños descubre con admiración la fachada románica, reviviendo el gozo de quienes en las iglesias encontraban el descanso.

Así ante la mirada contempla una  las llamadas “de reconquista”, levantadas durante el s.XIII, donde se combinaban los diversos estilos de la época. 

Es el edificio de paredes sin aperturas y sólidos contrafuertes, con fachada románica formada por dovelas desiguales, tragaluz, espadaña del s.XVI y cornisa mudéjar. El interior se encuentra dominado por los cuatro grandes arcos ojivales sobre los que descansan las vigas y la techumbre con formas geométricas y rombos con las barras de Aragón. Luis B. Lluch halló en el altar el retablo de san Roque pintado por el antiguo profesor del I. B. Rey D. Jaime de Alzira, Paulino Peris Guerola.

En el silencio recuerda su pasado como poblado de Ternils, la entronización de   la Virgen de la Salud, donada por Paulo III, el abandono del lugar debido a las riadas y traslado  en 1537 a Cogullada de la tabla, así como la veneración de san Roque, protector de las epidemias provocadas por los arrozales. También se asoma el renacimiento desde la declaración como Monumento Historico-Artístico Nacional en 1979 y la consiguiente restauración por parte de las administraciones públicas.

Lectura:  Juan 6,15

Oración: Padre. Siempre me ha sorprendido la reacción de tu Hijo después de la multiplicación de los panes. Así nos lo relatas: “Jesús se dio cuenta de que pretendían proclamarlo rey. Entonces se retiró de nuevo al monte, él solo”. En el trabajo, la parroquia, la asociación,… la tentación más sutil es la automplacencia. Por eso necesito la oración, para volver  a ser criatura tuya, apartarme del trono de la gloria para sentarme en el trono de tus brazos, de la humildad.

 

 

74.La Murta (III). Ermita.


Sábado. Se adentra el caminante en el jardín “romántico”. El alma vaga entorno al estanque, dejándose sorprender por la hiedra, los tulipanes, los acantos y los granados, los cerezos, los jacintos, las dalias y los mirtos, mientras sus manos se embriagan con el tomillo y el romero.

Silencio, se asoma entre los arbustos la cruz y el rostro rojizo de la ermita. En el corazón late la presencia de María, la “Mare de Deu de la Murta”,  rodeada por los santos valencianos Vicente Ferrer y Bernardo.

Abandona el jardín, mira hacia atrás, le despiden la antigua hospedería del siglo XIX y el escudo nobiliario, con el yelmo por timbre y en su cuartel los tres leones (símbolo de san Jerónimo), las cuatro cruces y las tres cabezas de moro.

Prosigue el camino hacia las ruinas, la Virgen con el Niño, protegida por un altar de piedras. Sendas inscripciones, acompañadas por la brisa le susurran las fechas importantes en la historia de la ermita: el 5 de junio de 1958 y el 4 de junio de 1989, respectivamente Año Santo Mariano y Año Jubilar Bernardino. Hitos en la historia de la ermita, al que se suma el 2 de junio de 1996, cuando después de ciento setenta y cinco años, la “Mare de Deu de la Murta” volvió a ser entronizada en este lugar. conmemorados anualmente por la Real Cofradía de N.S. y el pueblo de Alzira, el primer domingo de junio con la romería desde la iglesia parroquial de santa Catalina hasta este oasis mariano.

Y regresa a su pueblo, iluminando el camino del mañana por la luz del valle.

Lectura:  Apocalipsis 2, 1-8

Oración: Padre. En este lugar de paz abro la Biblia y medito. “Has dejado enfriar el amor primero”. Sí, te doy la razón: somos pocos y para todo, no se decirle no al párroco. Recuerdo las palabras del papa Francisco en Evangelii Gaudium, “el problema no es siempre el exceso de actividades, sino sobre todo las actividades mal vividas, sin las motivaciones adecuadas, sin una espiritualidad que impregne la acción y la haga deseable” (EG 82). Madre, enséñame a orar.

 

 

73. La Murta (II). El Monasterio.


El peregrino detiene sus pasos viajando hasta el día 19 de febrero de 1586, cuando el rey Felipe II, acompañado por el príncipe Felipe y la infanta Clara Eugenia (futura soberana de Holanda) inauguró el puente. Tras cruzarlo eleva la mirada hacia los restos de la torre campanario, asentada sobra la fachada barroca presidida por el escudo nobiliario de la familia Vich y  decorada  con las siguientes inscripciones: “EN 1925 VISITO ESTAS RUINAS EL EMINENTISIMO Y REVERENDISIMO SR CARDENAL DN JUAN BENLLOCH Y VIVO ARZOBISPO DE BURGOS A CUYA MEMORIA CON TODO RESPETO SE DEDICA ESTE RECUERDO”, “ESTE ANTIGUO MONASTERIO DE GERONIMOS SE FUNDO EN 1357 POR ARNAU DE SERRA FUE SU PROTECTOR EL EMBAJADOR VICH QUIEN YACE AQUÍ MORARON EN EL SAN VICENTE FERRER Y EL BEATO JUAN DE RIVERA EN 1586 FUE VISITADO POR EL REY D FELIPE II LA PRIMITIVA FUNDACION LA HIZO EN EL SIGLO VI S. DONATO ENTERRADO EN ESTE VALLE” y “QUAE UTILITAS IN SANGUINE DUM DESCENDO IN CORRUPTIONEM” .
Pasea el corazón entre los muros y arcos cual mártires firmes ante los azotes del viento y las tempestades, levantándose bajo la protección del manto azul. Piedras testigos del floreciente monasterio, antaño vestido por la iglesia, el claustro, las celdas, la biblioteca, el refectorio, los retablos y las obras pictóricas de El Greco, Juan de Juanes, Ribera y Ribalta. El caminante circunda el lugar, cautivado por la belleza de la torre defensiva de las palomas, refugio último de los monjes ante un saqueo por parte de los piratas, abierta por ventanas y matacanes o voladizos.
Lectura:  Salmo 68, 36
Oración: Padre. Mientras penetro con el espíritu en el monasterio, leo en la Biblia de Jerusalén y rumio este versículo, “Dios sobrecoge desde su santuario / Él, el Dios de Israel, / da fuerza y poder a su pueblo. / ¡Bendito sea Dios!” Esta es la emoción que me sacude, pavor, asombro, admiración, piedras regadas por torrentes de oraciones monásticas. Todo es oración y paz en este lugar. La sombra de los jerónimos sigue salmodiando.

72.Alzira. La Murta (I).



El peregrino se adentra siguiendo la “Ruta dels Monestirs” o sendero de Gran Recorrido 236 (Gandía-Alzira). Éste le conduce al frondoso valle de la Murta o “Vall dels Miracles”.

Allí le esperan 1,5 kilómetros, los que distan desde la casa del guarda hasta las monacales ruinas. Los pasos le guían, acompañado por la callada presencia de los fresnos, laurel, carrascas, madroños, mirtos, algarrobos y palmitos y plantas medicinales, consideradas antaño milagrosas. Escondidos entre las rocas y los árboles, vigilan sus pasos, taciturnamente, el águila perdicera, el búho real, la perdiz roja, el zorro y el conejo. En lo alto otean el mar y la ribera,  los picos del “Cavall de Bernat”, la “Creu del Cardenal” y la “Ratlla”. Silencio y paz, mientras desgrana las cuentas del rosario y busca entre los árboles la luz de quienes en el lugar habitaron. Así desciende por la valle del tiempo al siglo VI, encontrando en oración al africano san Donato y compañeros monjes servetanos. Mientras asciende hacia el corazón del valle salen a su encuentro un grupo de ermitaños, alegres por la noticia: el caballero alcireño Arnau de Serra, señor de la Murta, con la licencia del rey Pedro el Ceremonioso les ha donado el valle, construyendo once ermitas.

Antes de alcanzar el barranco de la Murta le saluda fray Domingo Lloret monje del monasterio jerónimo de Cotalba (Alfahuir), quien con otros hermanos se han establecido en el lugar, creciendo regados por la regla de san Agustín y espiritualidad de san Jerónimo. Con ellos descubre, cual amanecer, las ruinas. Se detiene. Goza de la vegetación, las rocas y las centenarias piedras.

Lectura:  Daniel 3, 52-90

Oración: Padre. Antes de cruzar el puente uno mi oración a la plegaria de los monjes.Con los tres jóvenes cautivos invito al sol y la luna, les estrellas, los montes, colinas y plantas, las aves del cielo y cuantos en este lugar resplandecen, te alaben a ti. En silencio abandonado en Ti, rezo, alabándote por las criaturas sostenidas por tu Providencia.

 

viernes, 17 de abril de 2015

Sumacarcer. Mare de Deu.


El peregrino camina escuchando el rumor de su compañero, el río Jucar. Los naranjos descienden desde las montañas hasta la Ribera en un mar donde sobre las aguas esmeraldas tintinean las doradas naranjas. Él busca a Dios en su mirada y lo encuentra: el singular y escalonado cementerio, la señorial iglesia y en lo alto del cerro la ermita.

Prosigue ascendiendo por la carretera CV-560, en dirección a Navarrés hasta la suave colina donde se levanta un pequeño jardín de olivos presidido por la Virgen María, la explanada y la ermita. Eleva los ojos, recuerda la desolación del lugar descrita por el periodista ermiteador Luis B. Lluch Garín: “el piso es un auténtico y natural trozo de monte con desniveles y salientes de rocas y pedruscos”.

Sin embargo hoy todo es tan diferente gracias a la “Asociació Amics de l’Ermita”, quienes en 1995 promovieron la restauración del santuario cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII, si bien durante siglos fue “la ermita sin terminar”. Cual cueva de Belén sirvió de hospital destinado a los enfermos de cólera, casa para las familias sin hogar y corral de ganado.

Así esta mañana descubro la fachada austera con espadaña barroca sustentando la campana de 1891, singular por su función: anunciar con su revoloteo el nacimiento de un niño de Sumacàrcel.

Me asomo por las ventanillas y contemplo la amplia nave con las cuatro capillas laterales, dos sacristías, bóveda de cañón sustentada por los sólidos contrafuertes, zócalo de cerámica con motivos vegetales y agrícolas y el altar, un cuadro de la Divina Misericordia y el retablo barroco donde se venera la Virgen María con el Niño.

Lectura:  Lucas 2, 1-7

Oración: Padre, leo, medito y rezo Tu Palabra. No puedo más que arrodillarme y pedirte perdón por mis silencios cómplices, cuando se prohibe a tus hijos nacer, residir en España, vivir con dignidad. Perdoname, perdónanos por las veces que pasan a nuestro lado buscando un hogar y permitimos abandone la ciudad para nacer, vivir y morir en la cueva del Sur.

Antella. Cristo de la Agonía.


Hacia el Azud de Antella se encamina el peregrino. En el camino, se asoma el Calvario, conduciéndole cual acequia hacia el río de las aguas vivas.

Una verja de hierro le impide alcanzar la cima. Observa con atención, fijando la mirada en los escalones anchos, donde se anota en ladrillo “AÑO-1967”, las estaciones góticas con los azulejos, con la singularidad de ser iluminada cada capilla por una bombilla. La fachada es blanca, con porche enrejado, óculo, cornisa mixtilínea, espadaña, cimbalillo y cruz de hierro. Mientras observa, sale de la casa del ermitaño, Gloria. Ella vive allí con su familia, el olivo y el pocito. Le abre y ascienden hacia la ermita.

En el porche los santos José y Vicente, pintados por J. Pla en sendos retablos de cerámica valenciana, le saludan. Y al entrar el peregrino no puede más que sorprenderse ante la belleza de esta “capilla Sixtina de la Ribera”, “fueron pintados el año 2000, por el joven artista José Antonio Espinar, que ahora es famoso”, a ellos se suma la representación de la Verónica. Así es, natural de Alzira, estudio con quien escribe B.U.P. en el Rey D. Jaime, y ya apuntaba.

En sus palabras el amor de tantas mujeres que cuidan de las ermitas en nuestros pueblos. La belleza del lugar, los cuadros y las imágenes sumergen al orante en el Misterio Pascual: Jesús le contempla desde el Sagrario, presencia viva de la Pasión. En lo alto el Cristo de la Agonía, representación dramática y serena a la vez de quien grita y confía. En este claustro de oración se unen un icono de la “Anastasis” y la fotografía de la “Pietà”, ambos traidos de Roma y las imágenes de la V. de los Desamparados y los santos Ana, Policarpo, Lucía y Bárbara.

Lectura:  Salmo 103, 3-4

Oración: Padre. Leo en el misal del altar la antífona de entrada: “Que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro”. Mientras desciendo te doy gracias por que en este lugar, en cada cuadro he encontrado la alegría de quien recurre a tu Hijo.

 

Alberic. Virgen de Cullera.


Es por la carretera de Carcagente, el cami La Vall, las calles Transmuro, Huertas y Virgen de Cullera, como se llega al corazón del “Barri de Troneta”.

En la pequeña ermita de tejas árabes a una sola vertiente, la mirada se detiene en el retablo cerámico pintado con colores rojizos y azules. Los personajes de la composición forman la estrella de David, con la Virgen María con el Niño, San José, las almas del purgatorio, atenazadas por el fuego y los ángeles, todos ellos sobre la inscripción “NTRA. SRA. DEL CASTILLO DE LA VILLA DE CULLERA QUE SE VENERA EN ESTA ERMITA DE ALBERIC” Asciende el corazón hasta la esbelta espadaña con doble hueco y sendas campanas, fundidas en 1742, la primera de 2 kg. con la grafía “CULLERA” – “VIR EN DEL CASTILL”, mientras su hermana de 23 kg. se contiene la inscripción “S MARIA DEL ORETO ORA P.N. BI AÑO 1742”. Prosigue la subida a este monte, hallando la veleta con la cruz de hierro forjado, apuntando hacia la meta, el Cielo.

La curiosidad se asoma por las celosías de las cuadradas ventanitas situadas en la puerta adintelada. Así contempla el zócalo cerámico,  las imágenes de la Virgen del Castillo, de Lourdes y del Pilar, los cuadros, el sagrario, el cirio pascual y el altar exento con los candelabros y cruz.

Y lee en los apuntes tomados de sus dos compañeros de viaje, el sacerdote D. José Civera y el periodista Luis B. Lluch Garín. El primero la citó en el Nomenclator, mientras el segundo anotó y fotografió el desaparecido retablo de azulejos con el nombre de la titular y la fecha, Virgen de Cullera, año 1953.

Lectura:  Lucas 1, 26-38

Oración: Padre, después de sumergirme por las calles de este barrio y encontrar la ermita, tomo la Biblia y leo el relato de la anunciación a María. ¿Dónde enviaste el Arcángel Gabriel? ¿A Jerusalén? No, a la periferia, la Galilea de los gentiles (Mt 4,15b). En este lugar sólo te pido me ayudes a purificar mi mirada, a descubrir en las periferias el lugar donde habita la Sagrada Familia.

Alberic. Santa Bárbara.


Una montaña asoma su rostro sobre Alberic, otea para contemplar la comarca de la Ribera Alta, mientras esconde el edeniano jardín, donde Dios se pasea.
El peregrino contempla el amanecer y el atardecer: las madres cuidan de los hijos pequeños, dos ancianos sentados recuerdan. En el silencio se escucha el juego de los niños. La cruz de piedra asentada sobre una columna dórica señala el camino. Y asciende el creyente acompañado por las estaciones del calvario de blancas casitas, con tejadillo de tejas rojas, panel de cerámica valenciana y leyendas con los benefactores. Entre ellos el Jurado Local de Riegos, el Sindicato Arrocero, la Sociedad Cooperativa La Protección Agrícola y el Sindicato Local de Policía Rural. Tierras cultivadas por el oro blanco de las aguas del Jucar.
Así alcanza lo alto. Se detiene. Contempla los serpenteantes caminos, con sus lagos y riachuelos,   el puesto de la Cruz Roja, la ermita y casa del ermitaño, sede de Protección Civil. Las piedras, confidentes, le cuentan su historia: la visita pastoral de 1742 y la primera misa celebrada en el lugar, las posteriores restauraciones en 1898 y 1995.
Y la memoria le habla con las palabras de D. José Sanchis Sivera: “situada en la colina que está al lado de la villa, delicioso mirador rodeado de verdura, con una magnífica iglesia”. Eleva la mirada hacia ella, austera, con escasez de ornamentación, rompiendo la línea del cielo la esbelta cúpula de tejas azules y nervios blancos y la torre con su campana fundida en 1759.
La imaginación trata de pintar el interior, hogar de santa Bárbara, san Francisco y los pasos de la semana santa, mientras lee a Luis B. Lluch Garin. Paz, es lo que siente en este lugar. El sol penetra en las montañas de Tous, Cristo atardece en el corazón.
Lectura:  Salmo 144
Oración:  Padre, “toca los montes, extiende tu mano desde lo alto”. Toca mi vida, visítame al atardecer, que tu mano me levante y al descender de la montaña guie a este soplo, esta fugaz sombra, en tu infinita eternidad.
 

Alginet. S. José.


El peregrino antes de entrar en Alginet por la antigua Nacional 340, encuentra al sur de la población el templo del que D. José Sanchis Sivera anotó: “Cerca de la Villa hallase la ermita de San José, que es el patrón, construida sobre las ruinas de la antigua, de estilo gótico y de elevada nave, siendo lo interesante en ella la imagen del titular, obra del siglo XV, la que parece se veneraba en el poblado de Trullas, y al desaparecer se trasladó a Espioca, y de aquí a Alginet, en 1580” (Nomenclaor, pg.69). Allí se levantó en 1584 la primitiva ermita. Derruida ésta se construyó el actual templo de estilo neogótico, restaurado en 1997.

El edificio consta de pasillo circundante, ermita y cuidado jardín, rodeado por una valla en la que se abren arcos apuntados. Edén abierto a la ermita por la puerta lateral y ventanas, con cipreses, palmeras, arbustos y un recogido pozo, sobre el que se balancea un cubo.

La fachada de la ermita consta de puerta emplanchada sobre tres gradas, inscrita en un arco ojival  con archivolta de piedra, rematada en cruz, tímpano decorado con líneas góticas y románicas. Las farolas, palmeras, pilastras adosadas y un retablo representando a san José donde se anota la fecha de la última restauración, custodian la entrada. Sobre la puerta se levanta el frontón con óculo protegiendo la vidriera y la espadaña de anchos pilares, con arco ojival bajo el cual descansa la campana. El edificio es rematado por la veleta y la cruz de hierro forjado. En el interior tiene bóveda de crucería, murales donde han sido representados escenas de la vida del santo custodio y retablo gótico con la imagen del titular.

Lectura:  Juan 4, 1-26

Oración:  Padre. A través de la reja contemplo el jardín. Leo el encuentro de tu Hijo con la Samaritana. Me pregunto por mi sed, los anhelos que hay en mí, los sueños y también las falsas aguas que cual espejismos contemplan y anhelan mi alma. Soy como ella y exclamo: “Señor, dame esa agua”. José me ofrece el medio para saciar mi sed.

Turís. Virgen de los Dolores.


El peregrino siguiendo el desfiladero del río Magro alcanza Turís. Allí desde la monumental iglesia parroquial asciende al corazón del centro histórico, siguiendo las calles Santo Tomás y Subida al Castillo. Y en lo alto, encuentra la ermita y la torre cuadrangular de mampostería y sillares. En su blanca fachada con ribete azul, sobresalen la cornisa, acroterio, frontón con el corazón de María herido por los siete dolores, y la cruz de hierro forjado.

Sobre la puerta, enmarcada por dos pilastras y frontón triangular se venera la imagen de la titular. A la izquierda un panel cerámico ofrece al peregrino los hechos más relevantes de la edificación, mientras su hermano, situado a la derecha fue colocado por “les camareres i elets” en conmemoración de las bodas de oro de la coronación de la Virgen y restauración de la ermita el 17 de septiembre de 2000.

De su historia escribió D. José Sanchis Sivera: “el lugar o palacio, que era un inmenso caserón situado en la parte más antigua y elevada de la población, lo ocupa hoy una bien arreglada Casa de Caridad con su hospital y escuelas que dirigen las Hermanas de la Doctrina Cristiana” (Nomenclator, pg. 411). 

En el interior de nave con bóveda de cañón sostenida por arcos fajones y altar barroco, Luis B. Lluch Garín halló en 1980 la patrona, con sus facciones reflejando la aflicción desgarradora de la Madre y  las imágenes de san José, s. Francisco de Borja, la Inmaculada, V. del Pilar, s. Juan de Ribera, s. Fernando, la V. del Carmen y s. Antonio de Padua.

Lectura:  Marcos 14, 32-42

Oración:  Padre. Sentado bajo la cruz de término contemplo la ermita y leo la oración en Getsemaní de tu Hijo. “Simón, ¿duermes?, ¿no has podido velar ni siquiera una hora?”. Pero Jesús no estaba solo, en la distancia nuestra Madre le acompañaba. En silencio rezo por las madres que en estos momentos se encuentran en los hospitales y en los hogares acompañando a los hijos o hijas enfermos, rezando el rosario por ellos, elevando la plegaria a María.

Llombai. San Antonio.


Ascendiendo desde la avenida de san Antonio el peregrino se adentra en la urbanización dedicada al santo anacoreta. Las estaciones, los cipreses y una frondosa vegetación acompañan a quien en lo alto encuentra el eremitorio con la casa del ermitaño adosada y el algarrobo centenario. 

El templo citado por el sacerdote D. José Sanchis Sivera en el Nomenclator data del s. XVII, con elementos góticos, acoge al caminante en su   amplia fachada blanca de doble frontón y espadaña rematada por frontón triangular y cruz de hierro y campana con el epígrafe: “DONADA POR LA HERMANDAD / LABRADORES Y GANADEROS / LLOMBAY / AÑO 1961”.

La mirada desciende y halla la puerta de medio punto custodiada por la ventana abocinada,  sendas farolas de hierro, las dos últimas estaciones del calvario y cinco gradas. A estos elementos se suma los pequeños azulejos de cerámica representando al titular e informando del lugar. 

El interior fue descrito por Luis B. Lluch Garin: “a lo largo de la nave se alinean las capillas laterales entre pilastras que sostienen un sencillo cornisamento de orden dórico. La bóveda es de cañón, con lunetos. En las capillas vi las imágenes de San Roque, Santa Margarita de Casia, el Ángel de la Guarda, San Bernardino, San Nicolás, Santa Teresa y San José, y en el altar mayor con bóveda de arista, estaba San Antonio Abad y un frontón en cuyo centro figuraba un lienzo de la Virgen del rosario, patrona del pueblo” (Las Provincias, 21 de febrero de 1968).

Lectura:  Mateo 19, 16-30

Oración:  Padre. Abro la Biblia al azar y me ofreces el evangelio propio de la fiesta de este santo. “Al oír esto, el joven se fue muy triste porque poseía muchos bienes”. ¡Cuántas veces en misa al escuchar tus palabras la tristeza ha pintado la mirada del joven! Vivir el evangelio sin glosas como Antonio, renunciando a mis caprichos, llevando una vida austera, compartiendo lo que poseo, no sólo lo que me sobra. ¡Padre, perdóname por las tristezas del joven sin nombre y dame la alegría de san Antonio!

 

domingo, 1 de marzo de 2015

Catadau. Santa Bárbara.


Asciende el peregrino siguiendo el curso del río Magro, elevando la mirada hacia la señora de la Ribera Alta: la montaña Matamons, porque “quan Matamon s’emborrasca/i la murta fa capell,/llaurador, vest’n a casa,/ pica espart i fes cordell” (refranero local).

Así los agricultores desde siempre han mirado el monte con respeto y en el enclave donde se unían los términos de Catadau, Tous y Carlet, edificaron una ermita dedicada a la santa protectora del pedrisco. Aquel edificio sufrió el abandono, levantándose en la urbanización Lloma Molina ubicada al oeste de Catadau el actual edificio. En él fue colocada como primera piedra un viejo sillar de la antigua ermita.

Y éste se llega  por un camino rural desde la CV-50. El edificio irradia la sobriedad y elegancia de los templos modernos. Levantándose sobre la colina a modo de mirador con dos escaleras de herradura. En el centro del muro fue grabado el escudo, con el nombre de la población y la fecha “1973”. A la derecha se encuentra la espadaña prismática con los siguientes elementos: leyenda “Catadau a su patrona Santa Bárbara”, retablo de la mártir, cruz hundida y campana.

En el vestíbulo cuatro columnas sostienen la techumbre. Resguardado del sol y la lluvia el caminante descansa la mirada sobre la vega del río Magro, la montaña de Cullera y la difuminada línea azul del Mediterráneo.El interior protegido por una amplia puerta de madera es de media circunferencia con techo plano. En las paredes laterales son veneradas las imágenes de Santa Cecilia y San Nicolás y en el centro la titular.

Lectura:  Deuteronomio 34,1-4

Oración:  Padre. Desde la balconada de la ermita contemplo el bosque y los naranjos que se extienden hasta el Mediterráneo, esta ribera del Júcar, cual Jericó, Neftalí, Efraín y Manasés. “La tierra no es una herencia que hemos recibido de nuestros padres, sino un préstamo que hacen nuestros hijos a nosotros, para que nosotros la conservemos y la llevemos adelante hacia ellos” (papa Franciso, mensaje, 9-II-15). Rezo.

Carlet. Sant Bernat.


El corazón devocional de Carlet se encuentra ubicado en Pintarrafes, eden, iluminado por la presencia de los naranjos, palmeras y frutales y la mirada de la emblemática montaña Matamons. Lugar donde el peregrino tras cruzar la puerta de hierra, entra en este jardín con su ermtia, casa del ermitaño y zona recreativa,  hogar paterno de los santos hermanos Bernardo, María y Gracia.

Fácil es imaginar al joven moro, quien tras ser enviado a tierra cristiana se convirtió en el Monasterio Cisterciense de Santa María de Poblet llegando a las tierras levantinas, predicando las enseñanzas de Jesús a sus hermanas y huyendo con ellas camino de Alzira, donde las palmas del martirio les aguardaban.

Dos pueblos unidos desde la Reconquista por estos santos y un camino 15 kilómetros, cuyo punto de partida es la ermita erigida en 1666 por el Conde de Carlet D. Jorge Castelví en gratitud por el milagro obrado a su hijo, quien santo por intercesión de los mártires.

El edificio es de planta heptagonal, con ventanas abalconadas, cúpula de tejas azules y nervios blancos, sustentada sobre tambor donde se abren siete óculos verticales y rematada por cruz de hierro forjado. La puerta de sillares adintelada. Una lápida de piedra situada a la derecha de ésta anota la siguiente leyenda “VIII Centenario del martirio de Bernardo, María y Gracia. Carlet 23-VII-1980”. La fachada además cuenta con un reloj de sol en uno de los lados del santuario.

El interior circular es de estilo rococó, con altar barroco decorado por columnas corintias arropando  las imágenes de los titulares.

Lectura:   Eclesiástico 2

Oración:  Padre. Abro la Biblia al azar y leo el texto que me ofreces: “Hijo, si te acercas a servir al Señor, prepárate para la prueba”. Oro en el silencio del lugar, imaginando a los santos Bernardo, María y Gracia viviendo esta Palabra. Medito cada una de las palabras: “todo lo que te sobrevenga, acéptalo”. Padre, me abandono en ti. Inicio la ruta Bernardina, acompañado por la Biblia y el santo rosario.

 

lunes, 16 de febrero de 2015

L'Alcudia. San Antonio.


La Ruta Bernardina conduce al peregrino hacia la localidad de L’Alcudia, siguiendo el antiguo Camino Real de Madrid por las calles Calvo Acacio, Juan Bautista Osca, Major, plaza y San Antonio. Y en la plazoleta se levanta adosada a las viviendas la ermita.

Fue durante el siglo XIV cuando el señor de la villa Pere de Montagut i Vilanova fundó  el hospital dedicado al santo. Posteriormente, con motivo de la construcción de la iglesia de S. Andrés, la “Catedral de la Ribera” acogió el Santísimo Sacramento y todos los oficios religiosos de la parroquia(1750-1767). Sin embargo durante el s.XIX sufrió numerosos avatares, cerrándose al culto y siendo destinado a cárcel de las cordadas de presos que eran conducidos por el camino real; taller donde se construyó la noria de S. Antonio, escuela de enseñanza primaria; y colegio electoral durante la I Republica. En 1862 se inició la rehabilitación, si bien en 1936 fue profanada, derribándose la espadaña y los altares. Concluida la contienda el edificio fue reparado, albergando durante la segunda mitad del pasado siglo las imágenes de las cofradías de la Semana Santa, celebrándose la misa el día de su festividad y la novena dedicada a san Antonio de Padua, dirigida entre otras mujeres por Natividad Sanchis y Consuelo Arnandis.

La fachada con puerta adintelada, ventana, frontón triangular y campana, contaba con una original espadaña con triple remate piramidal, cruz de hierro y  bello retablo de san Antonio. Ambos fueron sustituidos en 2002. El interior es de planta de cruz latina con cúpula, zocalo de cerámica valenciana, cornisa y bóveda de medio cañón con arcos fajones, lunes ciegos y altar dedicado al titular.

Lectura:   Números 6, 24-26

Oración:  Padre. ¡Cuántas personas pasaron por este lugar camino de Valencia! Y al mirar hallaron la ermita del santo. Una mirada furtiva, un instante en el que desde ella les dirigías tu bendición. Aquí, en la pequeña plazoleta, medito Tu Palabra, escucho tu bendición. ¡En el camino descubra tu rostro!

Guadassuar. San Roque.


El peregrino inicia la ruta bernardina, acompañado por los naranjos y las acequias. Es en Guadassuar, dirigiéndose hacia Algemesí, donde encuentra el lugar dedicado al santo protector de las epidemias, “cuenta con una hermosa ermita dedicada a san Roque”, escribió D. José Sanchis Civera.

El origen se remonta al año 1648, cuando la población cumplió el voto de levantar un eremitorio, éste fue sucesivamente sustituido por dos edificios en 1710 y 1789.

El lugar cuenta con una plazoleta donde se levanta una cruz de piedra labrada con las imágenes del crucificado sobre un capitel corintio con san Vicente Mártir en él. La fachada es de línea barroca con cornisa mixtilínea decorada por piñas y pirámides de piedra, ventana En la espadaña campea la campana,  bajo una cruz de hierro forjado y veleta con la silueta del santo peregrino.

En el cuerpo inferior se sitúa la puerta acompañada por sendas estaciones del via crucis (XII y XIV), azulejo con la leyenda “ERMITA DE SAN ROQUE” y de  retablos cerámicos, con los iconos del Santísimo Cristo de la Peña y san Roque. En el crucero se levanta la cúpula de tejas vidriadas de color azul y cobijas blancas, rematada por una cruz.

El interior es de una sola nave con crucero y capillas laterales. En el altar mayor se veneran las imágenes del Cristo de la Peña, san Roque y la Divina Aurora. En las capillas laterales son venerados los pasos de la Semana Santa. Luis Lluch B. Garín anotó en 1965 la presencia de los siguientes: Oración en el Huerto, las Siete Palabras, el Nazareno, la Dolorosa, la Preciosísima Sangre y el Sepulcro, así como la talla de S. Isidro Labrador.

Lectura:   Levítico 23,33-36

Oración:  Padre. El eco del “porrat” permanece. Los feriantes levantaron las atracciones, los niños montando en el tío vivo saludaban a sus padres, mientras los jóvenes enamorados se elevaban hacia lo alto en la noria. Y tú me hablas de la fiesta, lugar de encuentro “en honor del Señor”. Y te doy gracias por esos momentos entrañables de feria, en mi infancia.

Alzira. Santos Patronos.


El peregrino abandona durante una jornada el Camino del Cid emprendiendo la Ruta Bernardina de 15 km. de longitud, cuyo punto de partida se halla a 1,7 km, en las proximidades de la carretera CV-550 (Alzira-Benimuslem), lugar del martirio de los santos Bernardo, María y Gracia.

Ibn Ahmet Almansur había nacido en Pintarrafes (Carlet) el año 1135. En un viaje a tierras cristianas descubrió el monasterio de Poblet, convirtiéndose al cristianismo y profesando como monje. En el regreso al hogar paterno, sus hermanas  Zaida y Zoraida acogieron el mensaje de salvación, huyendo los tres. En el camino se detuvieron el Guadassuar, donde él las bautizó con el nombre de María y Gracia. Fue en los alrededores de Alzira, el día 20 de agosto de 1180, cuando a instancias de su hermano mayor fueron martirizados.

Actualmente permanecen como testimonio el casilicio y la ermita. El primero es de ladrillo y techo piramidal con un retablo cerámico donde se representan los patronos y se anota la siguiente inscripción “En este lugar, según la tradición, fueron martirizados en el año 1180 los santos Bernardo, María y Gracia. Patronos de la ciudad de Alzira. Reconstruido en 1956”. En su interior las luces de tres velas centellean.

A pocos metros, arropada por un jardín con cipreses,  pinos y blancos bancos de piedra, se alza sobre cinco gradas la moderna y funcional ermita presidida por una cruz. En el frontispicio una leyenda indica: “1180. LUGAR DEL MARTIRIO DE LOS SANTOS BERNARDO, MARÍA Y GRACIA”. El interior consta de altar y recinto con sillas de plástico.

Lectura:   Salmo 22

Oración:  Padre. Arrodillado ante el casilicio, beso el lugar, regado con la sangre de tus mártires. Escucho la oración: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?... Me acorralan novillos a manadas… Estoy como agua derramada”. Y oro por mis hermanos de Nigeria, Irak, Siria,…, quienes en este siglo están recorriendo el mismo camino, “apresúrate a socorrerme”, rezo en su nombre. No abandones a las ovejas de tu Hijo.

Alzira. San Judas Tadeo.


El peregrino abandona durante una jornada el Camino del Cid emprendiendo la Ruta Bernardina de 15 km. de longitud, cuyo punto de partida se halla a 1,7 km, en las proximidades de la carretera CV-550 (Alzira-Benimuslem), lugar del martirio de los santos Bernardo, María y Gracia.

Ibn Ahmet Almansur había nacido en Pintarrafes (Carlet) el año 1135. En un viaje a tierras cristianas descubrió el monasterio de Poblet, convirtiéndose al cristianismo y profesando como monje. En el regreso al hogar paterno, sus hermanas  Zaida y Zoraida acogieron el mensaje de salvación, huyendo los tres. En el camino se detuvieron el Guadassuar, donde él las bautizó con el nombre de María y Gracia. Fue en los alrededores de Alzira, el día 20 de agosto de 1180, cuando a instancias de su hermano mayor fueron martirizados.

Actualmente permanecen como testimonio el casilicio y la ermita. El primero es de ladrillo y techo piramidal con un retablo cerámico donde se representan los patronos y se anota la siguiente inscripción “En este lugar, según la tradición, fueron martirizados en el año 1180 los santos Bernardo, María y Gracia. Patronos de la ciudad de Alzira. Reconstruido en 1956”. En su interior las luces de tres velas centellean.

A pocos metros, arropada por un jardín con cipreses,  pinos y blancos bancos de piedra, se alza sobre cinco gradas la moderna y funcional ermita presidida por una cruz. En el frontispicio una leyenda indica: “1180. LUGAR DEL MARTIRIO DE LOS SANTOS BERNARDO, MARÍA Y GRACIA”. El interior consta de altar y recinto con sillas de plástico.

Lectura:   Salmo 22

Oración:  Padre. Arrodillado ante el casilicio, beso el lugar, regado con la sangre de tus mártires. Escucho la oración: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?... Me acorralan novillos a manadas… Estoy como agua derramada”. Y oro por mis hermanos de Nigeria, Irak, Siria,…, quienes en este siglo están recorriendo el mismo camino, “apresúrate a socorrerme”, rezo en su nombre. No abandones a las ovejas de tu Hijo.

Alzira. Cristo de la Virgen María.


Los caminos del Cid y Santiago se adentran en el término de Alzira. Antes de cruzar el río Júcar por el puente de hierro, atraviesan el barrio “de las barracas”. A pocos metros, en la calle General Castaños (antiguo camino de Algemesí), nº 30 encuentra el peregrino la estrecha ermita dedicada al Cristo de la Virgen María.

De blanca fachada, cuenta con puerta de aluminio enmarcada con arco apuntado de sillares, óculo de ladrillos rodeado por fajones laterales, a modo de adorno, alero de tejas a una sola vertiente, rematada toda ella por la espadaña de frontón triangular con campana y cruz de hierro.

El interior rectangular consta de bóveda de cañón azul con arcos fajones blancos de los que penden sendas lámparas, escocia y paredes laterales blancas protegidas en la parte inferior por un zócalo de azulejos y decoradas por los cuadros de los patronos de Alzira, una benditera de cerámica y una lápida de mármol con la siguiente dedicatoria: “En record de dos barraqueros. Manolo Barberan y Paco Ferri. En agraïment del vostre amor y devoció al nostre Crist San Salvador. Manolo, Paco: sempre hi haurà una part de vosaltres al nostre barri, especialment en les festes quan es fiquem el Crist als nostres muscles i el passegem tots, honrats i orgullosos pels carrers del barri. Alla on esteu mai ens oblidarem de vosaltres. El barri 2011. Israel”.

La imagen del Cristo crucificado y la Madre en oración a sus pies se halla en la hornacina del altar. Devoción por cierto que hunde sus raíces en el s.XV. Siendo la primitiva talla copia de la venerada en la primera iglesia que tuvo Alzira tras la reconquista.

Lectura:   Mateo 7, 24-27

Oración:  Padre. Me acerco a esta ermita. La miro con atención. Me asomo por la ventana y oro ante tu Hijo Crucificado y la Madre Dolorosa. Medito las palabras de Quien edificó su vida sobre la roca de un amor total hacia ti y los demás. ¡Que construya mis días sobre la roca de tu Palabra, capaz de resistir las fuertes riadas que amenazan con derrumbar mi fe!

Alzira. Cristo.


Junto a la cuneta  la carretera CV-510 que une Alzira y Corbera donde el peregrino encuentra una pequeña ermita, saludándole, o quien sabe, si cual antiguo “auto-stopista” pidiendo a quien busca en el mar Mediterráneo escuchar el murmullo de las olas, viajar con él. 

Lo bien cierto es que allí, rodeada de naranjos, se encuentra visible la ermita, pequeña, solitaria, abandonada y sin el gozo de experimentar en su interior la celebración eucarística. Es ésta un edificio de una sola nave y ábside tricónquido sobre el que se asienta la espadaña donde en los años sesenta una campana fundía su voz con la brisa marina, apagando su canto posteriormente.  Los muros laterales cuentan con fajones longitudinales y cuatro óculos por cada lado, a los que se suman los dos del ábside,  una ventana con arco de medio punto y una puerta ubicada en la parte posterior.

La cubierta, sobre la que se levanta una cruz de hierro,  es de tejas a dos aguas, uniendo el ábside con la fachada. Ésta tiene frontón rectangular, rosetón con molduras denticuladas y puerta con arco escarzado.

Luis B. Lluch Garin y la web ermitascomunidadvalenciana.com  describen el interior del siguiente modo: tiene bóveda de medio punto sustentada por las paredes con pilastras y capiteles dóricos, que sostienen un cornisamento con friso de color gris, venerándose bajo el cascarón del presbiterio, en una hornacina, la imagen del crucificado.

Lectura:   Génesis 32,2-3

Oración:  Padre. Al pasar por esta carretera contemplo la ermita y medito tu Palabra, “cuando Jacob iba de camino le salieron al encuentro unos ángeles de Dios, al verlos exclamó: éste es el campamento de Dios”. También Tú sales a mi encuentro, callada y ocultamente en la imagen del Cristo que descansa en este lugar. Unos kilómetros más adelante, habitas en la capilla del Hospital La Ribera y te haces presente en el rostro de tus hijos enfermos, en la delicada y maternal mirada de los ángeles que cuidan de ellos y en los sacerdotes que les confortan con los sacramentos.

Alzira. Virgen del Lluch.


Los caminos de Santiago y del Cid se adentran en el término de Alzira, protegido cual faro por el santuario, inspirado en el estilo románico, lugar habitado por ermitaños hasta 1984 e impregnado por la paz de la “muntanyeta del Salvador”.

Ningún hogar mejor para la Virgen que éste y así lo quisieron el 5 de agosto de 1699 los alcireños, después que hallase el pastor Lluch en la orilla del río un barco naufragado, en cuya proa se encontraba la morena imagen. Fue el 30 de agosto de 1935 cuando en el nuevo templo el pueblo entronizó a su patrona. Un año después desapareció, siendo sustituida por la talla actual, obra de Antonio Ballester. De la antigua ermita escribió el escritor Vicente Blasco Ibáñez en su novela “Entre Naranjos” (1900). Días después de la “Pantanà” de 1982 confortaron allí a los damnificados los Reyes de España Juan Carlos I y Sofía, así como  el Papa S. Juan Pablo II, quien el 8 de noviembre dirigió estas palabras: “Junto al hombre que sufre, debe haber siempre otro que lo asiste y acompaña”.

La fachada del edificio tiene puerta de medio punto, decorada por columnas y arquivolta, sobre la que se abren tres estiradas ventanas, el óculo y el frontón triangular rematado por la cruz de piedra. En el lado izquierdo se alza la torre de tres cuerpos y agudo chapitel de bronce, donde danzan las cuatro campanas fundidas en 1966. El interior es de planta basilical con capillas laterales, todas ellas dirigiendo la mirada hacia la titular y patrona de Alzira, venerada en un baldaquin barroco.

Lectura:   Cantar de los Cantares 1, 5-6a.

Oración:  Padre. Arrodillado miro a través de la pequeña ventana y contemplo la juvenil imagen de viva y cristalina mirada. Medito tu Palabra: “soy morena, pero hermosa”. Oro en silencio, entre el mar y el río, los pinares del Mediterráneo y los naranjos de la huerta regada por el Júcar. Es tiempo de silencio, de escuchar el amor que mi alma siente hacia la Virgen María.

Albalat de la Ribera. San Roque y San Sebastián.


Desde Algemesí el Camino del Cid por carretera nos conduce a través de la CV-515  hasta Albalat de la Ribera. Allí en la placeta que forma la confluencia entre las calles Cavallers y del Castell, encuentra el peregrino la ermita.

Es en la parte posterior, bajo un gran reloj de sol,  los azulejos  informan sobre el origen de este lugar: “a les darreries del segle XIII el molt honorable Gonçal Garcia, Senyor i Baró de la Vila i Ostiari major del Rei Jaume II el Just, erigi en aquest lloc l’Hospital de l’Apostol Sant Pere, anomenat després dels Gloriosos i Benaurats St. Roc i St. Sebastià. Fon bastit de nou i engrandit en 1340, per privilegi del Rei Pere el Cerimonios a l’expectable Pere Maça de Liçana i de Cornell, aleshores Senyor i Baró d’Albalat. En el segle XVIII i en el regnat de Carles III d’Espanya, aci foren instal-lades les Cases de l’Ensenyança”.

El 18 de enero de aquel año concluyó la última restauración, dirigida por el arquitecto D. Eduardo Alegre Fayos, a instancias del párroco D. José Ortega Perales. En la bendición participaron los sacerdotes D. Ricardo Benedito, D. José Benavent y D. Luis Doménech.

La fachada consta de puerta adintelada con rótulo de la plaza, representación de S. Roque, estación VII del via crucis, óculo ovalado, desagüe, farolas y frontón de línea barroca, rematado por veleta. Unido a ella se encuentra la torre con la campana fundida en 1748. El interior de planta rectangular, bóveda de tres tramos, sacristía, capillas entre los contrafuertes y altar con las imágenes de la Inmaculada y los patronos.

Lectura:   Filipenses 3, 17-21

Oración:  Padre. En esta plazoleta medito las palabras del apóstol Pablo. Dos caminos ante mí, el que conduce a la perdición, siguiendo las apetencias de lo terreno y el que transitan los “ciudadanos del cielo”. Contemplo los personajes del retablo, todos ellos no se miran a sí mismos. Le pido a san Roque, si no puedo ser santo, al menos sea como su perro, capaz de compadecerme del hambre y las llagas de los demás.

Algemesí. Borrilles. Santa María.


Siguiendo la carretera CV 42 desde Benifaió a Algemesí, tras circundar la rotonda ubicada y salir por el “camí de les Oliveres”, el peregrino se sumerge en la huerta de naranjos, hallando a su derecha una corta senda que le conduce a la ermita dedicada a Nuestra Señora.

Luis B. Lluch encontró anexas a ella tres casas de labriegos, si bien actualmente se encuentra exenta, sumergida en la comarca de la Ribera Alta, el jardín de azahar de la provincia.

El edificio vetusto y abandonado cual apero de labranza, irradia la paz de los lugares donde en tiempos pretéritos los jornaleros, tras regar con el sudor de su frente la tierra, visitaban para orar y ser confortados por el Creador. La portada es enmarcada por dos pilastras embebidas. En la puerta las cabezas de los clavos dibujan “Año 1891”, mientras la archivolta de arco apuntado se remata por un gablete con un grumo o florón abierto, a modo de pétrea ofrenda floral en honor de la Madre. Sobre éste se abre el óculo decorado por una reja de forja y el anagrama del Avemaría. Alzándose en lo alto la espadaña de ladrillo con dos vanos sin campanas.

Las paredes laterales cuentan ventanas ojivales, protegidas por celosías de hierro, marcos de madera torturados por las inclemencias metereológicas. En la parte posterior ha sido tapiada la puerta.

En el interior la techumbre se encuentra descorchada, mostrando el tejido de cañas con las que se sustenta la cubierta de tejas a dos aguas. Desgraciadamente el recinto sagrado continua siendo destinado al mismo fin descrito Luis B. Lluch Garín “almacen de cosechas”.

Lectura:   Cantar de los Cantares 4, 12-1-16

Oración:  Padre. En la huerta, acompañado por los hermanos naranjos, leo el diálogo entre el amado y la amada. Tu voz se dirige a mi alma “eres huerto cerrado, fuente sellada, nardo y azafrán, ¡fuente de los jardines,  pozo de aguas vivas que fluyen del Líbano”. En silencio medito y respondo: “¡entre mi amado en su huerto y coma sus frutos exquisitos!”. 

Algemesí. Santo Domingo.


El peregrino se detiene junto al río Magro, mientras los versos del poeta Juan Ramón Jiménez le acompañan: “Llueve sobre el río… / El agua estremese / los fragantes juncos / de la orilla verde…/ ¡Ay, qué ansioso olor / a pétalo frío!”. Las gotas cual lágrimas de plañidera se deslizan sobre mejillas de las hojas de las moreras, mientras fluye moribundo hacia el río Júcar, quien nació de las entrañas de la sierra de Mira. Mientras el tren regional cruza sobre petriles de piedra y railes de hierro, uniendo a las gentes del Alcoià, el Comptat, la Vall d’Albaida, la Costera y la Ribera Alta.

Frente al río, ubicada en el número 27 de la calle santo Domingo, se halla la que antaño fue una ermita exenta. Allí, minúscula y estrecha se encuentra la capilla dedicada al santo coetáneo de Francisco de Asís. La puerta es de hierro con ventana de cristal y un vano donde se lee la fecha 1885.

El interior sin decoración, con techo plano alberga  la imagen de santo Domingo de Guzmán, entronizada en una hornacina con marco amarillento. Ésta, según la web www.ermitascomunidadvalenciana.com, obra del escultor fallecido en 2014, Leonardo Borrás, nos muestra al santo llevando en la mano derecha un libro abierto y el rosario, mientras con la izquierda sustenta la cruz patriarcal.  Ante él tres velones se consumen, acompañados por las flores artificiales, las andas y una benditera.

Lectura:   Daniel 10, 1-8

Oración:  Padre. Tomo la Biblia y medito la visión del profeta Daniel, a orillas del gran río Tigris, después de tres semanas de ayuno. Ciertamente al camino de mi vida no han salido seres sobrenaturales, pero ¡Cuántas personas me han acompañado en el camino de la fe! Las recuerdo: en mi familia, en la parroquia, el colegio, el movimiento apostólico, en el trabajo,… Hombres y mujeres cuyos “ojos eran antorchas de fuego”, “dominus-canus”, “perros del Señor” que guiaron mis pasos.

Algemesí. San Roque.


“El tren arranca, lentamente./ El pueblo viejo tienen en sus grandes casas y silenciosas/una opaca, doliente y suave claridad/perdido entre las gasas azules de la aurora” (Juan Ramón Jiménez).

Y el viajero queda en el andén. En la soledad de quien transita. Cada paso es abrir un libro. Cada calle guarda una biblioteca de historias. Así dejando en el horizonte la silueta blanca y roja del tren de cercanías, acogido  por las palmeras que pintan de mediterráneo el pueblo, sale a su encuentro el retablo de san Roque, con su ermita, puerta espiritual de la Muntayna.

El pequeño santuario se halla ubicado en la planta baja de un moderno edificio, con amplia puerta de madera enmarcada en un arco formalete y un despiece de dovelas. El interior es pequeño y su altar se encuentra sostenido por pilares de mármol de piedra. En el nicho es venerada la imagen de san Roque.

Su origen se remonta a los tiempos de la peste, el ébola de nuestros antepasados. Un vecino prometió al santo si se libraba de ella erigirle una ermita y así lo realizo. Durante la Guerra Civil fue destruida y tras la contienda se acondicionó este recinto.

Luis Lluch Garin relató en su articulo publicado por Las Provincias en 1965 el siguiente encuentro con las vecinas del lugar: “cuando llega la fiesta adornan la calle con banderas. Hay procesión, misa, serenatas, tracas,… ¡Todo se pierde! Antes iban los jóvenes de paseo por las calles en donde hacían las fiestas… Ahora todos van al cine!

 Lectura:   1 Crónicas 29, 15

Oración:  Padre. Dejando transitar el tren por los caminos de hierro, mientras contemplo la ermita, medito esta frase que Tú inspiraste al rey David: “porque forasteros y huéspedes somos delante de ti”. Nuestra vida es caminar de estación en estación, viviendo encuentros en cada pueblo. Al contemplar la ermita y la calle que se adentra hasta la iglesia parroquial, te doy gracias por las personas que he encontrado en las estaciones de mi vida, en los pueblos y lugares donde Tú me has conducido.

Algemesí. Santa Bárbara.


Después de visitar ser iluminados por los cuadros de Ribalta y Segrelles de la basilica menor de San Jaime, tras visitar el cálido hogar de la Beata Josefa Naval Girbés, el peregrino emprende el camino hacia las huertas. 

La calle es “una de las más largas del pueblo, aunque en general sus edificios no son tan buenos como los de las otras calles”, escribía en 1908 el párroco Dr. Miguel Belda. Estrecha, cual acequia que riega los hogares, tierra fértil donde germinan y crecen las familias de este pueblo labrador. Y en una de las casas habita y comparte las fatigas la imagen de santa Bárbara.

Allí, en la pequeña y rectangular capilla custodiada por la puerta de forja y cristal, entre las rejas contempla el peregrino el lugar santo. Tiene éste un zócalo marrón, apoyado en el rodapié negro. El techo está rodeado por una escocia ribeteada de oro, es de color tierra Treviso y de él pende una lámpara. El altar se encuentra cubierto por un mantel blanco sobre el que han sido colocados tres ramos de flores y dos candelabros modernos. La titular se encuentra en el interior de una hornacina, custodiada por dos pilastras de mármol. La imagen presenta los elementos iconográficos alusivos a su vida: la torre a sus pies, el cáliz sobre el que se eleva la eucaristía y la palma del martirio, sustentados éstos por sus manos y la cabeza adornada por la corona real.

Finalmente cuenta Luis b. Lluch Garín antaño los devotos al pasar por allí echaban en el suelo monedas, a modo de ofrendas.

Lectura:   Eclesiástico 30, 21-25

Oración:  Padre. Con la Biblia en mis manos me asomo a esta ermita. Te escucho: “no te abandones a la tristeza / ni te atormentes con tus pensamientos / la alegría del corazón es vida para el hombre / y la felicidad le alarga los días”. Contemplo la torre, almena con tres ventanas en alusión a tu Divina Trinidad. Cuando los pensamientos nos encierran en la tristeza, tus hijos podemos escapar de ella si como Bárbara, abrimos el corazón a quien es el Amor.

Algemesí. Virgen de la Salud.


El peregrino sigue sumergido en el pueblo que levanta sus torres humanas, la “muixeranga” en honor de su patrona, la Virgen de la Salud. 

Así sorprende al caminante que busca a Dios en el casco antiguo de esta ciudad hallar bajo el voladizo de un balcón, situado en la confluencia de la calle Mare de Deu de la Salud con Domenech de Gamieta, una pequeña capilla dedicada a nuestra Madre.

La puerta adintelada, forjada por modernas rejas de aluminio y cerrada por ventanas de cristal, acoge la mirada de quien por devoción o curiosidad se asoma. Cuenta además con un pequeño zocalillo donde se anota la fecha “1976”.

En el interior queda el peregrino iluminado por la imagen de la Virgen de la Salud sedente, con el niño en un brazo, mostrando con la otra mano el lirio. Ésta es venerada en el interior de una hornacina. A su alrededor modernas pinturas representando la Anunciación, la Coronación de la Madre de Dios, San Joaquín y Santa Ana con la Virgen Niña, invitan al peregrino a la contemplación de los misterios marianos.

El espacio es rectangular con techo plano del que pende una lámpara de cristal, que ilumina a cuantos desde el atardecer hasta el amanecer se acercan al lugar. Todo él está bordeado por una escocia ribeteada de oro.  Las paredes laterales han sido adornadas con un zócalo y los motivos marianos “Fons Salutis” y “Pozo de Sabiduría”.

Contaba una vecina al ermiteador Luis B. Lluch Garin el día de la fiesta se abrían las puertas y llenaban la habitación de cirios, adornando “el carrer en banderes, paperets i palmeres, i el vent mou les paperets”.

Lectura:   Juan 19, 27b.

Oración:  Padre. “Desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa”. Fácil es imaginar como la vida del discípulo amado cambió. Y no sólo la propia sino la de cuantos vivían cerca de ella en Jerusalén y Éfeso. Al asomarme por la ventana la miro y como el apóstol Juan la acojo en mí casa, para que ésta sea como la casa de Nazaret, un lugar donde en la noche de las personas se irradie la luz del Evangelio.

Algemesí. Cristo de la Agonía.


Ubicada frente al antiguo monasterio cisterciense “Fons Salutis” hallamos el santuario del que anotó Sanchis Sivera: “También se profesa gran devoción al Santísimo Cristo de la Agonía, que tiene su ermita fuera de la población, la que se construyó en 1792; la imagen es de madera, casi de tamaño natural, muy artística y de unción extraordinaria”. Fue en 1830 durante la celebración de las Siete Palabras en la parroquia cuando aterrorizados los asistentes por una fuerte tormenta se aclamaron al Cristo allí presente y éste mandó acallar los truenos

En 1932 fue derruida la primera obra, levantándose la actual en 1944, ubicada sobre el solar del antiguo cementerio.  Luis B. Lluch Garin ilumina el lugar con estas palabras: “El jardín romántico que circunda la Ermita del Santísimo Cristo de la Agonía, cubierto de hierba fargallona, duerme arrugado por el sol bajo el cristal de la mañana, y las palmeras de hojas vilordas nos cierran el paso entre cipreses recortados y setos de arrayanes bordeando rosales y geranios”.  

A él se accede por una puerta enrejada, en el corazón se halla la ermita con  porche delantero formado por tres arcos, frontón con óculo y espadaña con campana. Su interior es de planta rectangular con pilastras adosadas, bóveda de arista y presbiterio semicircular donde se venera la imagen del Cristo. Alberga en el subsuelo la cripta, donde fueron enterradas hasta 1961 las reliquias las mártires beatas María Teresa Ferragut Roig y sus cuatro hijas religiosas, María Jesús, María Verónica, Josefa Purificación y María Felicidad.

Lectura:   Macabeos 7

Oración:  Padre. Este jardín y el monasterio evocan el Edén, lugar de amor entre la criatura y el Creador. Pero para vivir hay que morir y para morir hay que amar. En las entrañas de este lugar sagrado descansaron la madre y las hijas mártires. Hoy contemplar el lugar te pido apagues en mi interior los truenos que estallan contra quienes me hicieron daño, como los apagaste en las mártires de Algemesí.