martes, 29 de abril de 2014

Sagunto. Virgen de la Soledad.




En la ladera septentrional y próxima a las murallas de la fortaleza saguntina y al teatro romano serpentea en zig-zag el calvario, escenario del canto de los motetes en el amanecer del Viernes Santo. Un original arco de entrada, inmortalizado en 1910 por el pintor Santiago Rusiñol, nos invita a ascender hacia lo alto para, después de recorrer las quince estaciones contemplar el campo de Murviedro, los lienzos de la muralla y la sobria ermita.

Ésta fue construida durante el s.XVIII y restaurada en 2011-2012, restituyéndose el cromatismo original y el esgrafiado. La fachada es lisa, con la puerta de arco de formalete y tres hornacinas, terminando en cornisa barroca formada por amplias curvas y contracurvas hasta ser coronada por la espadaña, donde descansa la campana “Nostra Senyora dels Dolors”, fundida en 1860.

El interior neoclásico tiene planta casi cuadrada, ensanchada por dos capillas a cada lado, donde se veneran las imágenes de S. Bárbara, S. Francisco de Paula, S. Rita y la Virgen de la Soledad. La cubierta, de bóveda de cañón, se apoya sobre la cornisa. Y ésta es sustentada por cuatro pilastras embebidas con remate de capiteles jónicos,  tres arcos fajones entre los cuales se abren los lunetos y los contrafuertes, dirigiendo la mirada del peregrino hacia el retablo donde se venera la imagen de Cristo crucificado.

Lectura:  Salmo 24.

Oración: Padre. Antes de ascender hacia la ermita, a los pies de este arco, rezo pausadamente esta oración, interiorizando los sentimientos y la fe del pueblo peregrino hacia Jerusalén. “¿Quién subirá al monte de Yahve?, ¿quién podrá estar en su santo recinto?” (v.3). Miro hacia el interior, recorro las estaciones, “el hombre de manos limpias y puro corazón” asciende con la cruz sobre sus hombros. “¡Puertas, alzad los dinteles!” (v.9). Tu Hijo, con su sangre derramada, ha logrado derribar las infranqueables murallas levantadas con mi pecado. Él ha entrado en mi corazón. En mi debilidad experimento tu fortaleza.

Sagunto. Santa María Magdalena.




Subiendo al teatro romano, en la calle del Castillo se halla la ermita, cuya construcción data de 1814. Del edificio arranca el arco que daba acceso a la antigua judería, sustentándose en un extremo sobre la fachada. Ésta tiene puerta adintelada y emplanchada, en la que se ha abierto una mirilla. A ambos lados de ella destacan los zocalillos con el nombre de la ermita y el número “42”, presidiendo la portada el retablo cerámico en honor de la titular. El edificio es coronado por una  sencilla cornisa con acroterio macizo en cuyo centro se alza la espadaña de 1960, la cual custodia la campanilla (1890 ca.), de 22 centímetros y 6 kilos, rematada por  una cruz de hierro forjado con la veleta en los pies.

La nave con cubierta a dos aguas, mide dos metros de ancho por tres de largo, albergando el altar formado por dos columnas con relieves y la imagen de san Blas. Discretamente en una capillita de cristal se ubica la talla de la titular, de quien escribió  Antonio Chambret en el libro “Sagunto, su historia y sus monumentos” (1888) afirmaba: “la que desde muy antiguo estaba en la capilla del Castillo. Cuando en 1715, después de concluida la guerra de la Sucesión, se abandonó la fortaleza de Murviedro, quedó al cuidado de esta Virgen un ermitaño, y después de la guerra de la Independencia se construyó el actual ermitorio. Antiguamente había dos beneficios de la parroquia fundados bajo la invocación de Santa María Magdalena del Castillo” (obra citada por Luis B. Lluch Garín,“Ermitas y Paisajes de Valencia).

Lectura:  Deuteronomio 6, 4-9

Oración: Padre. De la profundidad de la tierra mana el “Shemà” proclamado hasta su expulsión por quienes habitaban en la judería. Amarás a Yahvé tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Contemplo el retablo: ella, santa María Magdalena, te amó hasta la cruz. Oteo en la oscuridad de la ermita, él, S. Blas, te amó hasta la cruz. Que yo sea capaz de adentrarme en la profundidad de tu amor, sin miedo, con generosidad.

Sagunto. Virgen de los Dolores.




En la que bien podría llamarse la “ciudad de las ermitas” y a pocos metros  de la Sangre, subiendo la calle “dels Dolors”, ubicada en una esquina,  se halla la ermita.

Fue en 1860 cuando una vecina devota de esta advocación sufragó la construcción de este edificio, del que sobresale la fachada. La puerta está enmarcada por un arco formalete. En uno de los postigos se abre una mirilla ovalada, a través de la cual el peregrino puede rezar ante la imagen de la Virgen. Elevando la mirada el caminante contempla un panel cerámico, donde iluminado por el color azul y las figuras de la Madre con el Hijo yacente en sus brazos al pie de la cruz. A ambos lados tres azulejos ofrecen datos sobre  el lugar:  “Ermita dels Dolors·, “22” y “Ermita de la Virgen de los Dolores”. “Sobre ella [la cornisa] y junto a unos acroterios de línea barroca, se enclava una espadaña ancha con sus pilastras en las esquinas, la campana con yugo de madera en la hornacina, y el remate de frontón ondulado con una cruz de hierro muy alta y una veleta con su forma clásica de flecha para marcar la dirección del viento”(Luis B. Lluch Garín).  En la campana reza el siguiente epígrafe:  H: * * * AÑO 1945 / MARIA DOLORES / JESUS JOSE Y MARIA; M:(00) creu, (03) marca de fàbrica, ROSES HNOS / SILLA VALENCIA, (06) anagrama de Maria”(campaners.com).

El edificio de planta rectangular, alargada, presidida por el altar con frontón sustentado por dos pilastras adosadas que enmarcan la hornacina con la imagen de la Virgen de los Dolores. Detrás de éste se encuentra la sacristía de dos alturas.

Lectura:  Éxodo 12, 1-14

Oración: Padre. Desde la fuente contemplo la ermita, la puerta y el retablo representando a tu Hijo, tendido sobre los brazos de la Madre Dolorosa. ¿Cuál es el valor de mi vida? Miro a Cristo, el Cordero con cuya sangre han sido untadas las jambas y las puertas de mi corazón. Mi vida tiene el precio de la sangre de tu Hijo. Ella es la que me ha impedido el ángel exterminador hiriese de muerte mi persona. 

Sagunto. Purísima Sangre.



Levantada en la antigua judería, su origen se halla en una de las hermandades de penitencia más antiguas de España, la Cofradía de la Purísima Sangre, la cual se estableció tras la expulsión de los judíos (1492) en la sinagoga, ubicada en la calle Sangre Vieja. El mal estado de conservación del edificio obligó en 1601 a iniciar la construcción de la actual ermita, en la calle Sang Nova, trasladándose allí en 1607. En 1753 fue consagrada y en 1966 se modificó la fachada original  siguiendo las trazas y dibujos del arquitecto Leopoldo Blanco.
Sobre la portada de piedra se alza un retablo de ladrillos con nicho central ovalado, custodiando la imagen de Jesucristo y el frontón de grandes proporciones, rematado en cornisa mixtilínea. En el centro de éste se abre una ventana rectangular y la espadaña de ladrillo, rematada por una cruz de hierro. La campana bautizada con el nombre  “San Cristobal” fue fundida por Salvador Manclús en 1984. 
El interior de estilo barroco y planta de cruz latina, con capillas entre los contrafuertes.  La bóveda es de medio cañón y la cúpula, en el exterior, de tejas azules y nervios blancos, es sustentada sobre cuatro pechinas donde se representan la oración del huerto, la flagelación, la coronación de espinas y el “Ecce homo”. El altar consta de dos columnas, con frontón siendo coronado por el cascarón en el que se han representado la agonía de Cristo y la tradición de quien indica donde se halla el Maestro. La ermita alberga los pasos de la semana santa, imaginería posterior a 1942.
Lectura:  Apocalpsis 7,9-17
Oración: Padre. Sumergido en el interior de la ermita, contemplo la sangre de tu Hijo, derramada por el Cordero durante la pasión. No fue en vano, con esta sangre han sido lavadas las vestiduras, es la que lava mis pecados y los de mis hermanos. Medito en silencio, “rescatado a precio de sangre”, mi vida tiene un valor, no el de mis escasas obras, sino el de tu sangre.

Sagunto. San Cristobal.


 “El Cid, al ocuparla [Sagunto] el 23 de junio de 1098, subió con sus tropas al castillo y entonó allí la clerecía el Te-Deum, haciendo celebrar Misa y ofrecer dones a Dios” (J. Sanchis Civera). Y fácil es imaginar contemplaría los cerros que protegían la árabe Murviedro.
En uno de ellos,  situado a 81 m. sobre el nivel del mar, a 1,7 km. de la ciudad, en el margen izquierdo del río Palancia y junto  “Camí Vell de Terol” y la autovía Valencia-Barcelona se levanta la ermita, construida a finales del s.XIII. Ésta fue representada por Anton Van den Wyngaerde en la “Vista de Murviedro” (1563), habitada por un ermitaño durante el s.XVII y por los enfermos heridos por la peste bubónica (1648) y el cólera (1885), además de  recibir la visita  de los viajeros.
Sin embargo en 1979 Luis B. Lluch Garin escribía en Las Provincias: “todo está lleno de cascotes, escombros, ripios y maleza que se empeña en vivir brotando entre las juntas de los ladrillos del viejo piso”. Esta suerte cambió gracias a la Cofradía de Chóferes de San Cristobal de Sagunto, quienes cerraron los techos, la restauraron, al tiempo que levantaron la espadaña y donaron la campana de 30 centímetros de diámetro y 16 k., fundida en 1984.
La ermita es rectangular, con varios cuerpos, dominada en el centro del cuerpo por un gran arco muy abierto, de sillares y forma ojival que arranca desde el suelo. Integran la edificación la sacristía, la torre de vigilancia, la casa del ermitaño y el patio con su aljibe.
Lectura:  Isaías 40, 28-31
Oración: Padre. Los jóvenes se cansan y se fatigan pero los que esperan en ti subirán con alas de águila y andarán sin cansarse. Oro mientras contemplo este lugar. Escucho en mi interior la profundidad de las plegarias de los caminantes que buscaban la protección del santo. Un alto para hallar fuerzas. Pienso en los que me quedan por recorrer y con el profeta se que tú das vigor al hombre fatigado y contigo ningún peligro puede impedir alcance el destino de mi vida: tu Hogar.
 

Gilet. Monasterio de Santo Espíritu. Virgen de los Desamparados.



A los pies  de la Sierra Calderona  el alma halla la paz y el silencio, acompañada por la comunidad de hermanos menores. En el interior del Monasterio,  dejando atrás la hospedería y bordeando el noviciado, el huerto y la alberca, el ejercitante contempla la ermita, custodiada por dos cipreses.
De ella escribió en el libro “Sant Espirit” el religioso franciscano fray José M. Barrachina Lapiedra: su origen se remonta a finales del siglo XVII cuando se construyó la Ermita de N.S. de la Luz, cuya imagen fue colocada en 1712. Derribada posteriormente se levantó bajo la dirección de fray Maseo Company el pequeño edificio de estilo gótico, cuya techumbre fue destruida durante la guerra de 1936 y restaurada en 1952, entronizando en  el altar la Virgen de los Desamparados, acompañada por las imágenes de Santa Filomena, san Juan Bosco y el Niño Jesús del Huerto, a quien, según contaba un hermano, el día 28 de agosto, los religiosos le ofrecían las primicias del huerto.  Estas imágenes fueron retiradas en 1995 y suplicas con “una atrevida pintura de fray Alfredo Colás”.  
“La fachada esbelta, formada por un aparejo a soga y tizón de ladrillos rojos con puntas resaltadas pintadas de blanco, se apoya sobre un zócalo de sillares. Dos contrafuertes de piedra, en las esquinas, rompen la cornisa y terminan en aguja. Sobre la puerta hay una archivolta de piedra blanca y un rosetón calado. en el frontón se alza un pequeño campanario formado por cuatro ojivas y un tejadillo agudo de chapitel coronado por una cruz de hierro calado” (Luis B. Garin).
Lectura:  Génesis 28, 10-19
Oración: Padre. Aquí me tienes. En el silencio de este lugar, oro. “Ciudad de la luz” llamó Jacob al lugar donde vio una escalera que unía el cielo y la tierra, con los ángeles subiendo y bajando. Así experimento este lugar. En lo alto del monasterio, uniendo mi corazón con el tuyo. Señor como Francisco te canto y siento que Tú estás tan dentro de mí que contigo puedo ascender a las altas cumbres del Evangelio.
 

Gilet. San Miguel.




La población donde se halla la ermita se encuentra en las laderas septentrionales de la sierra Calderona, entre los cerros del Salero y San Miguel, quienes la protegen frente a los vientos y tempestades. Siguiendo las calles “Sant Miquel” y “Pujà de l’Ermita” llegamos al calvario que nos conduce a la cima dedicada al santo arcángel. Las estaciones del via crucis fueron levantadas durante el s. XVIII por los vecinos a instancias del último señor del pueblo, el Marqués de Llançol.

Coronada la sonrosada cima pétrea de rodeno la mirada contempla en el horizonte la celeste silueta del Mediterráneo y del castillo de Sagunto y ante ella la blanca fachada de la ermita, custodiada por las dos últimas estaciones adosadas a ésta. Sobre la puerta un arco de descarga y un ventano abocinado y ciego invitan a escuchar desde la espadaña el sonido de la campana, fundida a finales del s. XX, sones metálicos que acarician la cruz situada en lo alto de la ermita.

El interior del santuario mide 15 x 17 metros,  es rectangular con una sola nave, tiene bóveda de cañón con arcos fajones y lunetos cegados entre los contrafuertes, cuenta con sacristía. El altar de estilo neoclásico está formado por dos pilastras acanaladas, dos columnas con capiteles jónicos, la hornacina donde se venera San Miguel con la espada en alto, derrotando al demonio y los cuadros del Sagrado Corazón y la Virgen de los Desamparados. La venerada imagen es descendida por los jóvenes el último viernes de agosto. Éstos llevan en sus manos bengalas encendidas.

 

Lectura:  2 Corintios 6,3-7

Oración: Padre. Hoy me hablas y despiertas en mí deseos de seguir entregando mi vida a ti “con paciencia, con bondad, con un amor sincero”. No es fácil ser cristiano en nuestra sociedad y sin embargo como Miguel somos necesarios para decirle a los hombres de nuestro tiempo que es posible vencer el mal, si lo hacemos con la blancura de esta ermita, sin desacreditar nuestro bautismo, como servidores del Evangelio.

 

Petrés. Santo Domingo.



A los pies de la montaña de la Ponera, coronando el calvario bendecido en 1878 y recientemente restaurado, el peregrino contempla la ermita dedicada a Santo Domingo.
Hemos de remontarnos hasta 1721, cuando después de obrarse un milagro atribuido al santo, Jaime Villalba animó la construcción de esta ermita, concluyéndose cuatro años después. El edificio de 13 metros de lado es de  una sola nave con capillas laterales, bóveda de cañón en su interior y cubierta a dos aguas, sustentada por contrafuertes. Cuenta además con sacristía y casa del ermitaño. En la fachada se levantan las estaciones XII y XIV custodiando la puerta sobre la cual se venera el descendimiento del Señor y el titular en sendos retablos cerámicos y el nombre del titular. Toda ella es rematada por la espadaña con su cruz y pequeña campana dedicada a la Purísima, fundida en 1979.
En el interior según Luis B. Lluch Garín se albergaba en 1964 oleografías y grabados de la Inmaculada, Sagrada Familia, Sagrado Corazón, San José, el Niño Jesús y la Virgen del Carmen, presidiendo todo el espacio la imagen de Santo Domingo de Guzmán con el hábito negro y blanco y el perro a sus pies. Se refiere el autor al personaje local de quien le habló el párroco, “el tío Mingo”, el ermitaño, “quien hacía de relojero y hojalatero, bajaba al pueblo, recogía su trabajo, se lo subía a la ermita y al día siguiente lo entregaba”. Pero el tío Mingo era sobre todo el alma de la fiesta de santo Domingo. Ese día subían los vecinos al lugar, él hacia las paellas y les servía agua del pozo, “buena y fresca”. 
 
Lectura:  Mateo 11,25-30
Oración: Padre. Quisiera ser como la campana en los días de fiesta, fundida en el horno del Amor, vacío de mí mismo, cantar tus alabanzas. Ser un eco de la voz de los humildes, de fe sencilla y esencial. Las últimas estaciones del calvario me hablan de ellos: murieron a su egoísmo para resucitar contigo,  en los tiempos de desolación hallaron en Ti su consuelo y como Domingo su vida fue una antorcha de luz. 

Faura. Santa Bárbara.


 
Separada por apenas 800 metros de la Ermita del Buen Suceso de Benifarió de les Valls, se levanta entre el bosque mediterráneo, el cementerio y un moderno polideportivo. Al santuario se asciende por la calle de santa Bárbara iluminada por las estaciones del calvario renovado en 1948. Éste dista de la descripción realizada por  quien  en 1965 acompañado por un monaguillo describió como un  “andén  polvoriento y cárdeno”.
Unidas a su fachada  las dos últimas estaciones del via crucis y sobre ellas tres paneles: sobre la puerta indicando el nombre del lugar, a ambos lados uno de ellos recuerda el año de su bendición (1716) y el otro, desde 1998, implora a la patrona: Santa nostra que empareu / Prop de Vós germans difunts / Si en la terra fórem junts / En el cel a tots junteu / Si la palma que porteu / Va florint eternitat: / Nostra sou, feliç ventura / Bàrbara en la tempestat".  La campana fundida en 1947 vuela los días de fiesta en el interior de la espadaña.
El interior  mide unos 15x6 metros,  constatando en 1965  D. Luis B. Lluch Garín la presencia de  tres oleografías de San Vicente Ferrer, Cristo y San José, a los que se sumaban los cuadros de la V. de los Desamparados y V. Dolorosa con su Hijo en brazos.
En el altar dos columnas estriadas coronadas por capiteles corintios custodian la imagen de Santa Bárbara, de gran belleza, con cabellera flotante y   diadema real, llevando en sus manos la custodia y la palma del martirio. Una escalera interior conduce a un balcón abierto al presbiterio.
Lectura:  Ester 13
Oración: Padre,  apartado del mundanal ruido, despojado de mis pensamientos, mis deseos y anhelos, oro a ti, como las santas reinas Bárbara y Ester. Me postro ante ti, como tu Hijo en la subida al Monte Calvario, y clamo por mis hermanos, aquellos que sufren. No desprecies a quienes rescataste con la sangre de tu Hijo, apiádate de tu heredad, cambia el duelo en fiesta, no hagas enmudecer la boca de tantas personas que sufren en los hospitales, oficinas de empleo, bancos,… esperando.
 

Benifairó de les Valls. Buen Suceso.


 

Prosigue el peregrino adentrándose en la “Vall de Segó” y después de visitar la iglesia parroquial de San Gil, descendiendo hasta la calle del Buen Suceso alcanza en su tramo final el cerro coronado por la ermita.   A este propósito escribía Luis B. Lluch Garín, es “larga y empinada, y tiene – los he contado- trescientos cincuenta pasos”. Pero antes de acceder al lugar santo el caminante ha de   subir los 189 peldaños de rodeno, acompañado por los escalonados huertos de naranjos, los marciales cipreses ante quienes se arrodillan las palmeras, los arbustos y el romero.  Entre los jardines una columna conmemorativa rinde homenaje a la patrona: “En Benifairó de los Valles fue coronada la imagen de la Virgen del Buen Suceso. IV-IX-MCMLXXII”.

Un entorno privilegiado desde donde se contempla el mar, cuidado, Del lugar escribió D. José Sanchis Sivera: “cuenta con una ermita dedicada a Nuestra Señora del Buen Suceso”, fue construido durante los s.XVII-XVIII. La fachada  está formada por dovelas de medio punto, ósculo enrejado y como remate una espadaña, sobre el que se asienta la cruz de hierro. Un gran vacío bajo ella, debido al robo de la campana de 28 centímetros sufrido en 2005. Dos farolas iluminan el lugar e invitan al orante a entrar en él edificio rectangular, de unos trece por cinco metros, con tres arcos y altar mayor de estilo gótico, en cuyo interior se venera la imagen del Buen Suceso, sosteniendo con una mano el cetro y con su brazo el Niño Jesús.

Lectura:  Salmo 44, 10-18

Oración: Padre, cual alfombra regia, custodiada por la guardia real, se levanta el trono de la Reina. En lo alto se encuentra María. Elevo la mirada. Contemplo el lugar: la escalinata, los cipreses y los arbustos con sus flores. Y rezo, te rezo a ti, a nuestra Madre, “prendado está el rey de tu belleza”, “Dios te Salve, Reina y Madre”, “llena eres de gracia”. En el silencio susurro a mi corazón breves oraciones, jaculatorias de amor hacia quien es guía de los navegantes, Madre del Buen Suceso. Sentado en uno de sus bancos, escucho, contemplo y rezo.