En
la cuna de la naranja, tierra surcada por la Via Augusta y los caminos del Cid
y Santiago, se encuentra Carcaixent. En este pueblo agrícola, a escasos metros
de la antigua puerta de Játiva, durante el s. XVII, quiso D. Salvador Talens,
fundar una ermita dedicada a santa Ana. De este modo le agradecía el milagro
obrado en el seno de su familia. Sin embargo la muerte le sobrevino, tomando el
testigo su hijo, quien cumplió la promesa paterna. Así el 10 de septiembre de
1673 el recinto sagrado fue inaugurado con una misa solemne. Años más tarde,
con motivo de las obras de la carretera de Alzira-Puerto de l’Ollería, tras ser
derribado se construyó el actual, abierto al culto en 1876. Tras la contienda
sufrió el abandono, siendo destinado a almacén. En 1998 la Hermandad
Penitencial del Santísimo Cristo del Perdón adquirió lo adquirió promoviendo la
restauración y trasladando la imagen procesional y la talla de santa Ana
venerados, respectivamente, en la parroquia de san Antonio de Padua, y el Asilo
N.S. de los Desamparados. Así se anota en el documentado blog http://antoniosabatermira.globered.com.
Después
de visitar la iglesia parroquial de la Asunción y disfrutar de las fachadas
modernistas, el peregrino se detiene y contempla la fachada neogótica de la
ermita, con los arcos apuntados o archivoltas, el gablete, el óculo y el
frontón de línea quebrada con la espadaña y la campana en su interior, rematado
por la cruz de hierro. En su interior amplio y luminoso destaca el fondo
pintado, ofreciendo calidez a las sendas imágenes allí veneradas del
crucificado y santa Ana.
Lectura: Eclesiastés 3, 12-13
Oración: Padre.
Abro la Biblia y leo, “y comprendí que la única felicidad del hombre consiste
en alegrarse y disfrutar de la vida; y que también es don de Dios que el hombre
coma, beba y disfrute del trabajo”. Es la sabiduría de los “pobres de Yahvé”,
quienes cada día buscan vivir el presente, sin ambicionar más de lo que tienen
y compartiendo el fruto de su trabajo.
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