Emprende el
peregrino el ascenso a la ermita de santa Ana. Pero antes se abandona en la
hospitalidad de los Hermanos Menores, quienes le abren el convento situado a la
izquierda de la calle de san Francisco.
La primera
presencia franciscana en Ontinyent data del año 1572, cuando los hijos del
pobrecillo de Asís se establecieron en
un pequeño convento, actual glorieta de san Antonio. Asolado por un terremoto
se instalaron en la calle Gomis, donde fundaron el convento de San Francisco y
San Diego, permaneciendo allí hasta la Desamortización de Mendizábal Años
después, el 24 de agosto de 1884, las autoridades municipales solicitaron a la
orden la dirección del colegio fundado por el párroco de Santa María, don Tomás
Valls, instalándose los primeros frailes en la ermita de santa Ana y comenzando
la edificación de la actual iglesia, convento y colegio. El 4 de octubre de
1893 fue benecida la iglesia y un año después iniciaron el curso los primeros
alumnos. La obra fue dirigida por fray Maseo Company (Moncada, 1866-1936), a
quien se deben la iglesia de Beniarrés y la llamada Catedral de la Marina en
Benissa.
Los edificios fueron ampliados, albergando
durante los años 1937-1939 el hospital militar de las Brigadas Internacionales.
En la actualidad consta de la biblioteca, el Museo de Ciencias Naturales, con
obras precolombinas, jardín botánico, donde destaca el bosque de bambúes, el
convento, las aulas y la iglesia, de dos torres neogóticas donde se albergan
las campanas Niño Jesús, Inmaculada y Antonia, fundidas en 1941 y san
Francisco, posiblemente procedente del primitivo convento. El interior
sobresale el coro y el altar con el retablo dedicado al Sagrado Corazón
bendiciendo a san Francisco y santa Clara de Asís, en la calle central y las
laterales la Inmaculada y los santos franciscanos.
Lectura: Apocalipsis
10
Oración:
Padre, en la
paz que siempre me ofrecen las iglesias neogóticas, abro la Biblia y escucho la
aparición del ángel con el librito: “dulce como la miel, pero, cuando lo comí,
mi vientre se llenó de amargor”. No tema nunca, como Francisco, alimentarme de
tu Palabra, para profetizar.
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