Entra quien
recorre los caminos del Cid y Jaime I en la ciudad de Ontinyent por el “Pont
Vell” (1500-1501), sigue la plaza de Baix, atravesando el pasadizo desde el
pasaje que le une a la plaza Major y en la noche se adentra en el centro
histórico de esta ciudad.
Laberinto de
calles, callejuelas, callejones protegidos por las murallas sobre cuyos lienzos
se alzan las casas, las torres de los Abellans, Barcacona y el Hospital,
sorprendiendo en la noche al forastero con el sonido de las campanas del
campanario más alto de la Comunidad Valenciana (71,61 m.), mientras recorre con
la mirada la iglesia gótica de santa María.
Alcázar
musulmán conquistado por Jaime I en 1245, repoblado por colonos cristianos tras
la revuelta y expulsión mora y constituida villa real tres años después.
Fue él quien
autorizó en 1256 la abertura de la puerta de acceso a la plaza del Castillo,
dedicada a san Pedro y posteriormente encomendada a san Roque. En ella se halla
el palacio de la Duquesa de Almodovar, construido en diferentes fases durante
los siglos XIII-XIX.
Abierta entre
las casas, el conjunto está formado por dos arcos formaletes, la blanca
techumbre sustentada por las vigas de madera y el pequeño altar dedicado al
abogado contra la peste.
Abierto a la
plaza por el balconcillo formado por tres arcos ojivales y barandilla de hierro
forjado. En se venera el cuadro cerámico de san Roque.
Y sale el
peregrino después de orar ante el santo de Montpellier, de gran devoción en las
tierras valencianas. Es momento para contemplar el río Clariano con su fértil
vega y seguir paseando y disfrutando del Ontinyent medieval de caballeros,
tejedores y labriegos.
Lectura: Salmo 43
Oración:
Padre. Antes de abandonar esta ciudad camino
de Castilla, abandono mis pensa-mientos para abandonarme en los tuyos y rezo
esta oración. “Envía tu luz y tu verdad, que ellas me guíen y me conduzcan
hasta tu monte santo, hasta tu morada. Me acercaré al altar de Dios, al Dios de
mi alegría”.
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