Durante siglos
las puertas de las ciudades y pueblos amurallados fueron para los caminantes el
ansiado refugio frente a los peligros del camino.
Y Aielo de
Malferit contó con las casas protegiendo a los vecinos y sus puertas cerradas
después del toque de las campanas y abiertas al amanecer. Cuatro portales
protegidos por la intercesión de los santos: al este san Roque, al oeste san
Francisco, al norte san Cristóbal y al sur la virgen del Carmen, el único
conservado en la actualidad.
Camina el
peregrino respirando profundamente el aroma destilado por la vegetación de las
huertas lindantes al río Clariano. Ante él cual fortaleza el casco antiguo de
la población, dominado por las casas-muralla asentadas sobre la colina. A
traviesa el Pont d’Alla Baix, construido durante el siglo XVI, pesado, arcaico y firme ante las riadas del manso y
violento río.
Inicia el
ascenso, se detiene ante la antigua Hidroeléctrico Aielense (1898), prosigue
hasta alcanzar la puerta blanca, abierta entre las casas.
. Atravesada
es momento de arrodillarse y orar mirando hacia el mediodía. Singular, cual
habitación abierta, se halla el altar dedicado a la Virgen del Carmen.
Preside el
espacio un enorme cuadro de la titular, acompañado por otras litografías de
esta advocación. Cuenta además con un altar, un gran panel de corcho del que
pende un rosario de madera, la balaustrada del mismo material, farol de hierro
pendiendo del techo y gran profusión de
plantas ornamentales. El retablo de cerámica dedicado a la Virgen del Rosario
con santo Domingo y santa Catalina y un pequeño azulejo blanco con las grafías
“CALLE DEL CARMEN”.
Lectura: 2 Macabeos
13, 14
Oración:
Padre, antes
de abandonar Aielo, alzo la mirada hacia
tu Madre, la virgen del Carmen. Leo “Judas, confiando el resultado al Creador
del mundo, animó a sus hombres a combatir heroicamente hasta la muerte”. Al
mirar a María, ella también me anima a combatir contra el mal que anida en mi
corazón, en esta guerra sin tregua.
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