martes, 15 de mayo de 2018

Llutxent. Corpus Christi.


Dos son los caminos que recorren los claustros y celdas del convento Corpus Christi de Llutxent: la Ruta de los Monasterios (GR 236) y la Ruta de los Sagrados Corporales. La primera une Sant Jeroni de Cotalba (Alfahuir) con La Murta (Alzira) , mientras la segunda, movida por milagro ocurrido el 24 de febrero de 1239, hermana Llutxent con Daroca (Zaragoza) y Guadazaón (Cuenca), donde se venera la hijuela.
El Monte Santo tiene sus raíces en el conocido milagro de los Corporales, escondidos ante el ataque musulmán, después de  batalla librada en el cercano castillo de Xió los hallaron ensangrentados. Pacificado el territorio alzaron en el lugar una pequeña ermita, sustituida por el convento dominico fundado en 1422 bajo el patrocinio de Olf de Próxita, quienes establecieron en 1475 la primera universidad del antiguo Reino de Valencia y durante los siglos XVI-XVII el seminario de misioneros destinados a Hispanoamérica. Sin embargo la paz conventual fue rota a raíz de la Guerra de Sucesión (1701-1713) cuando un incendio destruyó el edificio. Durante el siglo XVIII los hijos de santo Domingo lo reconstruyeron, si bien el saqueo ocasionado por los franceses durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) y la Desamortización de Mendizábal (1836-1837) condujeron al abandono total, convirtiéndose en una masía. Tras años de oscuridad el edificio volvió a resplandecer a finales del siglo XX, gracias a las instituciones públicas, quienes lo rehabilitaron.
Lugar de paz destaca la iglesia de estilo gótico valenciano con la capilla de la Santa Faz y la portada de arco conopial, el claustro del s. XVIII, las celdas y dependencias monásticas y el entorno presidido por un gran altar de piedra a cuya sombra se alza el templete en honor a san Luis Beltrán.
Lectura:  Salmo 27
Oración:  Padre, contemplo este Monte Santo y rezo el salmo: “El Señor es mi luz y salvación. ¿A quién temeré?”. Tú eres mi luz, por eso busco tu rostro, en las líneas del monasterio, en la belleza del valle, en este altar de piedra, donde en la eucaristía tu Hijo se hizo presente.

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