martes, 15 de mayo de 2018

Beniganim. Convento de san Francisco.


“En lo más alto hay otro convento, que antes de la exclaustración fue habitado por frailes alcantarinos y sirvió de colegio de misionistas” (Mádoz).

Su historia comienza en 1576 cuando los  franciscanos descalzos fundaron allí el convento de san Antonio Abad, edificio sumamente pequeño, siguiendo el espíritu del reformador san Pedro de Alcántara. Allí establecieron el colegio de misioneros. En 1835 los religiosos fueron exclaustrados y el edificio incautado por el municipio de la villa de Beniganim. Sin embargo la presencia franciscana apenas se apagó, tomando posesión del lugar los franciscanos menores el día 14 de septiembre de 1890.

Con el primer guardián o superior el padre Conrado Arnau comenzaron los años de vitalidad, restaurándose los claustros, pavimentos, escaleras, refectorios, celdas y demás dependencias, ampliándose con el huerto continuo y dotándose el edificio de nuevas celdas, un salón para el gabinete de Física e Historia Natural, el laboratorio de Química,… Albergando en su interior el centro de Humanidades, la Facultad de Filosofía y Teología. Por otra parte los pares se entregaron a la predicación, la administración de los sacramentos, el sostenimiento de la venerable orden tercera y las asociaciones religiosas, así como la dirección de una escuela de primeras letras. Sin embargo en los años 70 el edificio fue abandonado y tras sucesivas vicisitudes en la segunda década del siglo XXI comenzó la restauración.

Cuenta con una portada barroca con dos puertas y rematada por frontón partido sobre el que se sustenta la espadaña con la campana de 166 kg. fundida en 2015. En el interior se alberga el huerto con el pozo de nieve o nevera (s.XVIII), el claustro, la iglesia, las celdas, los claustros, el cuerpo de les “arcadetes”, entre otras dependencias.

Lectura: Eclesiástico 9, 14-16

Oración: “En cuanto puedas atiende a tu prójimo, aconséjate con los sabios,…, conversa con los inteligentes,…, hombres justos compartan tu mesa”. Al meditar tu Palabra no puedo más que darte las gracias, Padre, por las personas que he conocido, con y sin estudios, sabios todos ellos, constructores de quien hoy soy.

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