martes, 15 de mayo de 2018

Beniganim. Convento de la Beata Inés.


 
El caminante peregrina al corazón de Beniganim y meta de miles de devotos, el convento donde ella vivió cincuenta y dos años. Aquí  tomó el hábito en 1644, muriendo después de una vida de oración, pobreza y servicio el 21 de enero de 1696, determinada por numerosas experiencias místicas. 
La historia del lugar hunde sus raíces en Alcoi el año 1597, cuando el arzobispo de Valencia san Juan de Ribera, tomando la regla de san Agustín y las constituciones de santa Teresa de Jesús fundó un convento de clausura. Denia (1604), Santa Úrsula (1605), Almansa (1609), L’Ollería y Beniganim (1611) fueron las ramas de este árbol.
Al monasterio se trasladaron ocho religiosas de Santa Úrsula, comenzando la construcción del monumental recinto religioso, sobresaliendo la iglesia con la fachada tosca con puerta adintelada, bajo relieve, frontón triangular y sendas espadañas laterales albergando las campanas Josefa Antoni (refundida en 2000, 77 kg.), Beata Agnes de Beniganim (1940, 152 kg.), Agustina (1962, 43 kg.) y Purisima Concepción (1940, 68 kg.).
La iglesia de estilo renacentista fue construida durante el siglo XVI, contando con claustro, crucero, cúpula, presbiterio con ventana abierta a la clausura y templete con la imagen de la cotitular, la Purísima Concepción, y seis capillas laterales. En una de ellas se halla el sepulcro de bronce dorado y combados de cristales donde hasta su desaparición en 1936 se veneraba el cuerpo de la Beata.
En el recinto monástico rodeado por una alta tapia de mampostería se hallan las celdas de las agustinas descalzas, capillas, huerto y la Casa Recuerdos de la Beata Inés de Beniganim donde a través de seis salas el peregrino se sumerge en los recuerdos de esta gran mujer.
Lectura: Daniel 9, 4-6
Oración:  Padre, en este lugar leo la oración de Daniel, quedándome con estas palabras, “no hicimos caso a tus siervos los profetas, que hablaban en tu nombre”, a personas como la beata Inés que me habla de tiempo dedicado a la oración, pobreza y olvido de mi mismo, de una vida de sencillez en el claustro de las calles.
 

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