miércoles, 3 de agosto de 2016

Montesa. Castillo de Santa María.


Atrás queda el puerto de Cárcer, Santa Ana y la Costera de Ranes, el viajero sigue la antigua carretera Xàtiva-Badajoz (N-430) y actual A-35 Almansa-Játiva, adentrándose en la Valle de Montesa. Allí, “en las faldas meridionales de un cerro que domina por N y O, sobre una altura que se eleva en medio del ameno y frondoso valle, poblado de olivos y algarrobos” (Diccionario Madoz-11, 1848, pg. 554.), se alza el castillo perteneciente la Orden de Montesa, habitada por estos caballeros durante los siglos XIV-XVIII, protegidos por los imponentes “muros de catorce palmos de alto, con sus troneras, reparos y traveses, y muchas puertas herradas y artillería” (Escolano, citado por J. Sanchis Sivera,Nom.pg.302).

Contaba la fortaleza-monasterio con puente levadizo, plaza de armas, cuarteles, palacio del maestre, convento e iglesia dedicada a santa María. Pero todo se desplomó a las seis y cuarto de la madrugada del día 23 de marzo de 1748, cuando un terremoto asoló en el tiempo que dura un credo y medio el lugar y las gobernaciones de Játiva y Montesa, sepultando bajo las piedras a cuatro sacerdotes, siete novicios, el organista y varios dependientes, quienes se hallaban celebrando misa en la iglesia.

“De esta obra tan hermosa, no queda mas que algunas ruinas” (J.Sanchis Sivera). Los monjes abandonaron el lugar, trasladándose a la iglesia del Temple (Valencia). Con la desamortización fue vendido al caballero de la orden, Marques de Banamej, sirviendo de cantera, comenzando a renacer a finales del s.XX y principios del XXI con consolidación, restauración y reconstrucción de la sala capitular.

Lectura:  Apocalipsis 4,11;3,9.10.12

Oración: Padre. En este atardecer, bajo la mirada de los escudos nobiliarios, a los pies de la fortaleza, mientras mis ojos se sumergen tras los muros, rezo las vísperas del martes IV: “eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder”. Pienso en los caballeros, quienes en latín entonaron días antes de morir este cántico. En silencio, oro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario