lunes, 27 de marzo de 2017

L'Ollería. Cristo de la Palma.


L’Ollería. Cristo de la Palma.

Siguiendo la CV-640 y dejando tras de sí la antigua fábrica de toallas El Trovador, entra el caminante en la villa de l’Ollería, alzada entre los barrancos “La Foya del Port” y “de la Freira”. Las calles El Ravalet y Pintor Sorolla le conducen al lugar donde se ubicaba el antiguo cementerio parroquial, mencionado en 1849 por el diccionario Madoz, “de sólida construcción y espacioso, con su ermita habilitada para celebrar la misa”.  Con el traslado del camposanto, posiblemente fue abandonada,  por cuanto Sanchis Sivera no la menciona. Posteriormente en 1950 fue construido el actual edificio, siendo durante décadas la última parada de las comitivas fúnebres, dejando el ataud a los pies del Cristo de la Palma y rezándose un responso.

De gran devoción todos los viernes a las tres de la tarde sonaba la campana, reuniéndose un grupo de mujeres y cantando en valenciano “la Mort y Pasió”.

Descansa el peregrino, bajo la sombra de los árboles, en la pequeña plazoleta. Y allí alza la vista, recreándose en las sencillas líneas de la fachada.

Pintada de blanco con zócalo gris, decoración crema, consta de puerta inscrita en el arco formalete, un pequeño óculo o ventana redonda, cornisa con espadaña en las esquinas por jarrones y rematada por la cruz.

El interior rectangular es dominado por la hornacina donde se venera la imagen del Cristo de la Palma.

“Es impresionante su cara muerta,  caída sobre el pecho. Da, sin embargo, una dulce sensación de paz y de sueño deseado. ¡Todo se acabó! Todo se acabó en la paz honda del que cumplió su deber. Y en ese acabar está la plena felicidad” (Luis B. Lluch Garin).

Lectura: Job 30

Oración:  Padre, delante de la imagen oculta a mis ojos por el velo de la fachada, hago mías las palabras del santo Job: “se ríen de mí…, se alejan de mí horrorizados, escupen a mi paso sin reparo…, mi vida se diluye…, el mal perfora mis huesos, no descansan las llagas que me corroen,…” Y permanezco a la escucha, sin mirar el reloj, esponjando mi corazón con los sentimientos de tu Hijo, expresados en esta oración.

 

 

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