Ascendiendo
desde la avenida de san Antonio el peregrino se adentra en la urbanización
dedicada al santo anacoreta. Las estaciones, los cipreses y una frondosa
vegetación acompañan a quien en lo alto encuentra el eremitorio con la casa del
ermitaño adosada y el algarrobo centenario.
El
templo citado por el sacerdote D. José Sanchis Sivera en el Nomenclator data del s. XVII, con
elementos góticos, acoge al caminante en su
amplia fachada blanca de doble frontón y espadaña rematada por frontón
triangular y cruz de hierro y campana con el epígrafe: “DONADA POR LA HERMANDAD
/ LABRADORES Y GANADEROS / LLOMBAY / AÑO 1961”.
La
mirada desciende y halla la puerta de medio punto custodiada por la ventana
abocinada, sendas farolas de hierro, las
dos últimas estaciones del calvario y cinco gradas. A estos elementos se suma
los pequeños azulejos de cerámica representando al titular e informando del
lugar.
El
interior fue descrito por Luis B. Lluch Garin: “a lo largo de la nave se
alinean las capillas laterales entre pilastras que sostienen un sencillo
cornisamento de orden dórico. La bóveda es de cañón, con lunetos. En las
capillas vi las imágenes de San Roque, Santa Margarita de Casia, el Ángel de la
Guarda, San Bernardino, San Nicolás, Santa Teresa y San José, y en el altar mayor
con bóveda de arista, estaba San Antonio Abad y un frontón en cuyo centro
figuraba un lienzo de la Virgen del rosario, patrona del pueblo” (Las
Provincias, 21 de febrero de 1968).
Lectura: Mateo 19, 16-30
Oración: Padre. Abro la Biblia al azar y me ofreces el
evangelio propio de la fiesta de este santo. “Al oír esto, el joven se fue muy
triste porque poseía muchos bienes”. ¡Cuántas veces en misa al escuchar tus
palabras la tristeza ha pintado la mirada del joven! Vivir el evangelio sin glosas
como Antonio, renunciando a mis caprichos, llevando una vida austera,
compartiendo lo que poseo, no sólo lo que me sobra. ¡Padre, perdóname por las
tristezas del joven sin nombre y dame la alegría de san Antonio!
No hay comentarios:
Publicar un comentario