viernes, 17 de abril de 2015

Alberic. Santa Bárbara.


Una montaña asoma su rostro sobre Alberic, otea para contemplar la comarca de la Ribera Alta, mientras esconde el edeniano jardín, donde Dios se pasea.
El peregrino contempla el amanecer y el atardecer: las madres cuidan de los hijos pequeños, dos ancianos sentados recuerdan. En el silencio se escucha el juego de los niños. La cruz de piedra asentada sobre una columna dórica señala el camino. Y asciende el creyente acompañado por las estaciones del calvario de blancas casitas, con tejadillo de tejas rojas, panel de cerámica valenciana y leyendas con los benefactores. Entre ellos el Jurado Local de Riegos, el Sindicato Arrocero, la Sociedad Cooperativa La Protección Agrícola y el Sindicato Local de Policía Rural. Tierras cultivadas por el oro blanco de las aguas del Jucar.
Así alcanza lo alto. Se detiene. Contempla los serpenteantes caminos, con sus lagos y riachuelos,   el puesto de la Cruz Roja, la ermita y casa del ermitaño, sede de Protección Civil. Las piedras, confidentes, le cuentan su historia: la visita pastoral de 1742 y la primera misa celebrada en el lugar, las posteriores restauraciones en 1898 y 1995.
Y la memoria le habla con las palabras de D. José Sanchis Sivera: “situada en la colina que está al lado de la villa, delicioso mirador rodeado de verdura, con una magnífica iglesia”. Eleva la mirada hacia ella, austera, con escasez de ornamentación, rompiendo la línea del cielo la esbelta cúpula de tejas azules y nervios blancos y la torre con su campana fundida en 1759.
La imaginación trata de pintar el interior, hogar de santa Bárbara, san Francisco y los pasos de la semana santa, mientras lee a Luis B. Lluch Garin. Paz, es lo que siente en este lugar. El sol penetra en las montañas de Tous, Cristo atardece en el corazón.
Lectura:  Salmo 144
Oración:  Padre, “toca los montes, extiende tu mano desde lo alto”. Toca mi vida, visítame al atardecer, que tu mano me levante y al descender de la montaña guie a este soplo, esta fugaz sombra, en tu infinita eternidad.
 

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