miércoles, 31 de mayo de 2017

L'Ollería. Virgen de Loreto.


122.L’Ollería. Virgen de Loreto.
El peregrino asciende por las calles medievales desde el templo parroquial, hallando en su caminar la “Casa de la Vila”, singular edificio renacentista del siglo XVI, con su reloj de sol, los arcos de la planta baja exenta y el balcón del salón de sesiones.
Metros más arriba en la plaza de Loreto halla el santuario del siglo XVIII de fachada barroca y sobria. Allí durante unos minutos descansará, sosegado bajo la mirada de Jesús Sacramentado y la patrona de l’Ollería.
Quien sabe si en su imaginación no encontrará a algún fraile dominico descendiendo por las calles para predicar en Montaverner. ¿Será quizás fray Llorens de Esplugues, agullentino autor de los gozos del Cristo de la Paciencia de Montaverner? Quizás se confunda con fray Bartolomé Albinyana o fray Francisco de Villareal, quienes por aquellos años de 1723-1740 bajaban a Montaverner, predicando el sermón cuaresmal y bautizando a cuantos la noche anterior habían nacido.
Porque el lugar donde se halla fue en tiempos previos a las desamortizaciones y exclaustración del siglo XIX. Allí llegaron los hijos de santo Domingo de Guzmán, cobijándose en la pequeña ermita dedicada a la Virgen de Loreto y alzando en 1579 el convento.
De él queda la iglesia con su torre árabe adyacente adaptada para el campanario donde cantan S. Vicente Ferrer (1887), María Dominga (1882), María Loreto (1956) y Verge de Loreto (1997).
El interior, abierto todas las mañanas, es profundo y espacioso, con el altar donde se venera la imagen de la titular, talla del siglo XVI. Doce capillas alojadas entre los contrafuertes, el coro, ábside, transagrario y sacristía ofrecen un lugar agradable para encontrarse con Dios y uno mismo.
Lectura: Judith 4, 9-13
Oración:  Padre. En este hospital de campaña, junto al centro de salud, ¡cuántas personas se acercan a rezar para les ayudes en las batallas de su cuerpo contra la enfermedad”. “El Señor oyó su voz y se dio cuenta de su angustia” (v.15). En aquel tiempo suscitaste a Judith. En el presente a María, ella es nuestra heroína, la que mantiene en el combate viva la esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario