miércoles, 31 de mayo de 2017

El Palomar. Virgen del Rosario.


125.El Palomar. Virgen del Rosario.

Es en Montaverner donde el senderista abandona el Camino del Cid en su tramo “la Defensa Sur”, dirigiéndose por la antigua carretera Nacional 340 hasta el pueblo de El Palomar.

Allí “en un hermoso llano rodeado de huertas y bien ventilado” (Madoz, 12), “terreno de muy buena calidad, plantado de olivos, algarrobos, moreras, higueras, viñas y algunos frutales” (Madoz, 1849), siguiendo las calles Xàtiva y Ermita, “dedicada a la Virgen del Rosario, donde se conserva la venerada imagen del Santísimo Cristo del Milagro, escultura de tamaño natural, muy antigua, que es el patrono (Sanchis Sivera, año 1922).

Un panel situado en la entrada ofrece al peregrino la historia del lugar, promovido por los dominicos del convento de Santa Ana de Albaida fue construido durante el siglo XVII, refundiéndose en 1628 la campana situada en la espadaña. Además fue utilizado como sala del consejo municipal y primera escuela, dirigida por un maestro ermitaño, residente allí. Lugar, por tanto,  de encuentro entre los cofrades  de la Virgen del Rosario, los niños con su maestro y los vecinos.

La paz del lugar y la comarca estalló con la Guerra de la Independencia, destruyendo las tropas de Napoleón el edificio primitivo y permaneciendo yermo hasta el año 1850, cuando fue construido el actual santuario, restaurado el año 2002.

El entorno imita a un claustro monástico, cuyas estaciones del calvario y vegetación invitan al recogimiento. En el centro, cual surtidor borbotean los contrafuertes, los muros, las farolas en las cuatro esquinas, una fuente anexa a la pared, la fachada y la campana Bárbara María de 16 kg., fundida en 1757.

El interior, de influencia neoclásica, consta  de retablo  con la imagen de la titular en el cuerpo superior y la Divina Aurora en el central, venerándose en un altar situado en el crucero el Cristo Crucificado.

Lectura: Eclesiástico 34, 9

Oración:  Padre, medito tus palabras, “el que ha viajado mucho sabe muchas cosas”. En este peregrinar por las ermitas ¡cuánto me has enseñado!, porque en cada lugar me hablas al corazón, en las imágenes, las piedras, los árboles, el silencio.

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