Abandonando la ruta por carrera del Camino del Cid, nos
adentramos en la etapa 50 destinada a los senderistas. En ella Quart y su
blanca ermita del Cristo de la Agonía acogen al peregrino-caminante.
El edificio tiene su origen durante el s.XVIII, si bien
en 1891 fue restaurado en profundidad. Actualmente se halla rodeado de
arbolado, de quienes escribió en 1965 Luis B. Lluch Garín: “han plantado unos
cipreses junto al bordillo de la acera. Ahora son pequeños y se les puede
hablar de tú. El día de mañana harán, con sus años de arboleda, sombroso y
recoleto el edificio de la ermita” (Las Provincias. Ermitas y Paisajes de
Valencia, T.II. Recopilación).
Y así es. Con su calvario datado en 1945 conducen al
caminante a levantar la mirada y contemplar en la fachada el óculo mostrando el perfil del Cristo, recortado en
hierro y el frontón, guardando los
relieves de la cruz, la escalera y el sudario. Tras subir los dos escalones de
piedra y entrar el peregrino descubre la imagen del Cristo de la Agonía,
presidiendo el altar, acompañado en los brazos del crucero por santa Teresa de
Jesús y Santa Bárbara. En lo alto cuatro pechinas sustentan la cúpula. En ella
el artista alcireño José Antonio Espinar pintó escenas del Nacimiento, la
Entrada en Jerusalén, la Verónica y la Resurrección. En la sacristía se
conserva una extensa colección de fotografías perteneciente a la cofradía
fundada en 1956.
Lectura: Génesis 18,1-8
Oración: Padre, sentado a la puerta de Quart de les Valls,
contemplo el calvario con sus blancas estaciones y la cándida ermita iluminada
por el sol del Mediterráneo. En el silencio, bajo los árboles que la rodean,
como Abraham en Mambré, te pido te hospedes en mi corazón. Apenas tengo un poco
de pan, pero “Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu
siervo”. Te quedas, permaneces en lo profundo de mi alma. Quien iba a saciar tu
hambre, descubre que eres Tú el que me ha hecho cobrar fuerzas para seguir en
el camino.
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