La Madre
de Dios es venerada en la ermita levantada sobre una pequeña elevación entre el
centro histórico y la línea de ferrocarril Zaragoza-Sagunto.
El
santuario, de fachada blanca, se halla unido al pueblo por una plazoleta con
bancos y arbolado. El peregrino es acogido por un azulejo, el cual informa a
quien con curiosidad eleva la mirada: “Ermita de Nuestra Señora de los
Desamparados. Algimia de Alfara. Se empezó su construcción el 13 de junio de
1708 y terminó el 4 de septiembre de 1713, siendo cura párroco el Doctor Don
Felipe Carpi”.
Sobre
la inscripción se levanta la elegante cornisa de líneas curvas y espadaña
central con su campanilla fundida alrededor de 1800 y cruz de hierro. El
edificio es de planta rectangular con bóveda de cañón y se halla, según D. José
Sanchis y Sivera, “dedicado a Nuestra Señora de los Desamparados, que es
patrona, en cuyo honor se celebran fiestas”, devoción arraigada desde el s.
XVIII y proclamada patrona canónica de la población en la misa presidida por D.
Enrique Benavent el 5 de agosto de 2012. De la imagen anotó en 1963 Luis B.
Lluch Garín: colgaba un grueso corazón de plata, cuyo interior custodiaba la
lista con los nombres de todos los devoto del pueblo.
Lectura:
Isaías 41,10-14
Oración:
Padre, el silbido del ferrocarril, el murmullo de las hojas y el pacífico canto
de la brisa marina, me hacen sentir tu paternal mano cuidando de mi vida. “No
temas, pues yo estoy contigo”. Quien es un pequeño gusanillo, una pobre oruga
experimenta la compasión de la mirada maternal de la imagen custodiada en el
interior de esta ermita.
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