martes, 31 de enero de 2017

Guadassequies. Cristo del Amparo.


Prosigue cual soldado de D. Rodrigo Díaz de Vivar, acompañando al Campeador por estas tierras legendarias merced el “Cantar de Mio Cid”, buscando bajo la cubierta de tierra las calles atravesadas por el caballero castellano.
Allí, “situado en el extenso, cuanto fértil valle de Albaida, a la izquierda del río de este nombre, con libre ventilación y clima saludable” (Diccionario Madoz, 1847), encontrará el que “es un pueblo que tiene algo que para mí ha producido una grata sensación: la paz absoluta que se percibe sensualmente a la entrada del pueblo”,  escribió Luis B. Lluch Garín en Las Provincias del 17 de mayo de 1968, después de visitar la ermita cuando ésta se encontraba solitaria entre el pueblo y la nacional 340.
El lugar constituye un bello mirador hacia el pueblo de Sempere y la presa de Bellús, rodeado por cipreses y las estaciones del calvario, mientras las voces de los niños en la escuela acompañan al peregrino.
Saluda al caminante la fachada con sendas mirillas abiertas al interior formado por la nave, el crucero y el ábside donde es venerado el cuadro de Cristo Crucificado acompañado por su Madre, Juan el Evangelista y María Magdalena. En las capillas son veneradas las Sagrada Familia y Santa Teresa.
Y sobre el edificio construido en 1906 y rehabilitado en 2002, se alza la espada con la campana y la cúpula rematada por cupulín y la veleta.
Lectura: Salmo 109, 1-5
Oración:  Padre, arrodillado, a travesando mis ojos la celosía, mira el cuadro de tu Hijo, susurrando en mi interior tus palabras: “en pago a mi amor me acusan / mientras yo rezaba por ellos; / me devuelven mal por bien, / odio en cambio de amor”. Y pienso en mis pecados, siento tristeza al escuchar el lamento de tu Hijo. Mientras Él reza por mí, yo le devuelvo mal por bien, odio en cambio de amor

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