Prosigue
cual soldado de D. Rodrigo Díaz de Vivar, acompañando al Campeador por estas
tierras legendarias merced el “Cantar de Mio Cid”, buscando bajo la cubierta de
tierra las calles atravesadas por el caballero castellano.
Allí,
“situado en el extenso, cuanto fértil valle de Albaida, a la izquierda del río
de este nombre, con libre ventilación y clima saludable” (Diccionario Madoz,
1847), encontrará el que “es un pueblo que tiene algo que para mí ha producido
una grata sensación: la paz absoluta que se percibe sensualmente a la entrada
del pueblo”, escribió Luis B. Lluch
Garín en Las Provincias del 17 de mayo de 1968, después de visitar la ermita
cuando ésta se encontraba solitaria entre el pueblo y la nacional 340.
El
lugar constituye un bello mirador hacia el pueblo de Sempere y la presa de
Bellús, rodeado por cipreses y las estaciones del calvario, mientras las voces
de los niños en la escuela acompañan al peregrino.
Saluda
al caminante la fachada con sendas mirillas abiertas al interior formado por la
nave, el crucero y el ábside donde es venerado el cuadro de Cristo Crucificado acompañado
por su Madre, Juan el Evangelista y María Magdalena. En las capillas son
veneradas las Sagrada Familia y Santa Teresa.
Y
sobre el edificio construido en 1906 y rehabilitado en 2002, se alza la espada
con la campana y la cúpula rematada por cupulín y la veleta.
Lectura: Salmo 109, 1-5
Oración: Padre, arrodillado, a travesando mis ojos la
celosía, mira el cuadro de tu Hijo, susurrando en mi interior tus palabras: “en
pago a mi amor me acusan / mientras yo rezaba por ellos; / me devuelven mal por
bien, / odio en cambio de amor”. Y pienso en mis pecados, siento tristeza al
escuchar el lamento de tu Hijo. Mientras Él reza por mí, yo le devuelvo mal por
bien, odio en cambio de amor
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