martes, 31 de enero de 2017

Annahuir. N.S. de los Ángeles.


“Situado en lo más hondo de la vega de esta comarca, a la orilla derecha de la rambla de Montesa y en la parte septentrional de la elevada sierra de Bernisa, distante ocho minutos, cuya circunstancia hace que su atmósfera se halle demasiado oscurecida, principalmente en el invierno, durante el cual los rayos del solo no iluminan el pueblo hasta las diez de la mañana; este defecto se encuentra subsanado en parte por las buenas vistas que disfruta hacia el norte, descubriéndose la dilatada y risueña vega de Játiva y porción de poblaciones diseminadas en aquella dirección y en la del este” (Diccionario Madoz, II). De este modo describía en 1845 la pedanía de Játiva.

Pequeños núcleos de población donde serpenteando la carretera el caminante contempla los naranjales, industrias y viviendas de la Costera, deteniéndose para orar en las iglesias y ermitas. Entre ellas hoy se detiene ante el edificio dedicado a la Virgen de los Ángeles. Éste se muestra emparedado entre dos casas que casi ocultan la fachada. En ella se muestran el zócalo de piedra, la puerta adintelada, una farola, la ventana y la espadaña de ladrillo, con su campana de 81 kg., fundida en 1830 y la veleta rematada por una cruz.

El interior apenas puede otearlo por la cerradura, si bien Luis B. Lluch Garin lo describió en el artículo publicado por Las Provincias el 30 de diciembre de 1978, contando con el altar mayor presidido por la titular y dos altares laterales con las imágenes de San Antonio Abad, el Niño Jesús y la Virgen del Rosario. En las paredes se veneraban enmarcadas las oleografías de S. Miguel, Virgen del Perpetuo Socorro y Nuestra Señora del Carmen.

Lectura: Proverbios 23, 22-25

Oración: Padre. Miro por el ojo de la cerradura, mientras rezo a la temblorosa imagen de la Virgen María. En la penumbra recuerdo a mis padres, quienes con sus brazos me enseñaron a caminar. Y te pido por ellos, para que en el cielo o en la tierra sigas abrazándolos. Tomo la biblia y leo: “Escucha al padre que te engendró, no desprecies la vejez de tu madre”.

 

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