Sábado. Se adentra el caminante en el
jardín “romántico”. El alma vaga entorno al estanque, dejándose sorprender por
la hiedra, los tulipanes, los acantos y los granados, los cerezos, los jacintos,
las dalias y los mirtos, mientras sus manos se embriagan con el tomillo y el
romero.
Silencio, se asoma entre los arbustos la
cruz y el rostro rojizo de la ermita. En el corazón late la presencia de María,
la “Mare de Deu de la Murta”, rodeada
por los santos valencianos Vicente Ferrer y Bernardo.
Abandona el jardín, mira hacia atrás, le
despiden la antigua hospedería del siglo XIX y el escudo nobiliario, con el
yelmo por timbre y en su cuartel los tres leones (símbolo de san Jerónimo), las
cuatro cruces y las tres cabezas de moro.
Prosigue el camino hacia las ruinas, la
Virgen con el Niño, protegida por un altar de piedras. Sendas inscripciones,
acompañadas por la brisa le susurran las fechas importantes en la historia de
la ermita: el 5 de junio de 1958 y el 4 de junio de 1989, respectivamente Año
Santo Mariano y Año Jubilar Bernardino. Hitos en la historia de la ermita, al
que se suma el 2 de junio de 1996, cuando después de ciento setenta y cinco
años, la “Mare de Deu de la Murta” volvió a ser entronizada en este lugar. conmemorados
anualmente por la Real Cofradía de N.S. y el pueblo de Alzira, el primer
domingo de junio con la romería desde la iglesia parroquial de santa Catalina
hasta este oasis mariano.
Y regresa a su pueblo, iluminando el
camino del mañana por la luz del valle.
Lectura: Apocalipsis 2, 1-8
Oración:
Padre.
En este lugar de paz abro la Biblia y medito. “Has dejado enfriar el amor
primero”. Sí, te doy la razón: somos pocos y para todo, no se decirle no al
párroco. Recuerdo las palabras del papa Francisco en Evangelii Gaudium, “el problema no es siempre el exceso de
actividades, sino sobre todo las actividades mal vividas, sin las motivaciones
adecuadas, sin una espiritualidad que impregne la acción y la haga deseable”
(EG 82). Madre, enséñame a orar.
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